Los hosteleros de la Catedral y de San Juan de Dios están que trinan con las palomas y las gaviotas

Ambas especies resultan una amenaza para los desayunos y meriendas de sus clientes que, en ocasiones, dejan incluso reclamaciones en los establecimientos

Bares de la Catedral acumulan decenas de quejas por las palomas

Palomas urbanas “No son un problema de salud pública”

Una gaviota aprovecha, ante la atenta mirada de una paloma indefensa, la marcha de un cliente para quedarse con la "propina" y limpiar los platos
Una gaviota aprovecha, ante la atenta mirada de una paloma indefensa, la marcha de un cliente para quedarse con la "propina" y limpiar los platos / D.C.

Cuánto daño hizo la película de Los Pájaros del mítico Alfred Hitchcock. La convivencia entre el hombre y el pájaro ha sido siempre muy pacífica y ambas especies han aprendido a convivir en los mismos espacios a lo largo de toda la historia.

Pero parece que la cosa se está complicando y ya muchos ciudadanos y muchos visitantes que pasean y disfrutan de nuestra hostelería parece que ya están hasta la mismísima coronilla de esta convivencia en la que ya no sólo comparten espacio sino que ya se están viendo forzados a compartir mesa y mantel.

Eso es lo que está ocurriendo en algunas de las plazas de la ciudad que gozan a día de hoy con una muy buena salud desde el punto de vista de la hostelería pero que, en ocasiones, han mostrado ya su queja por la molesta presencia de pájaros, sobre todos palomas y, a veces, incluso enormes gaviotas que se hacen los reyes del lugar a la vista de que su tamaño les empodera más.

Palomas aprovechan los restos de los desayunos y meriendas de clientes que han pasado por establecimientos hosteleros de plazas como la de San Agustín
Palomas aprovechan los restos de los desayunos y meriendas de clientes que han pasado por establecimientos hosteleros de plazas como la de San Agustín / D.C.

Los clientes de los bares, cafeterías y cervecerías de zonas como La Catedral, San Juan de Dios o la plaza de Las Flores han expresado a los propietarios de los establecimientos sus reclamaciones porque las palomas, gaviotas y, de manera, menos violenta, hasta los gorriones parece que les están perdiendo el miedo a los "humanos" y no se cortan ni un pelo a la hora de compartir mesa, desayuno y merienda con los comensales, algo que resulta molesto e insalubre, sobre todo para personas que sufren algún tipo de fobia a cualquier animal con plumas.

No es la primera vez que los hosteleros muestran sus quejas contra las palomas

En días pasados, en la plaza de San Agustín, se observaban las quejas y el malestar de muchos clientes de algunos de los establecimientos allí ubicados por el hecho de que las palomas no esperaban, ni siquiera, a que los clientes se marchen y, entre que unos se van y otros llegan, aprovechar la oportunidad para llevarse las migas o incluso aprovechar algún resto de croisand o pan tostado para llevarse algo al pico.

Cierto es que podría resultar preocupante el hecho de que estos animales parecen estar más hambrientos que nunca, algo que queda demostrado y que también arranca algún que otro vídeo viral, sobre todo durante el verano, cuando en la playa aprovechan que los usuarios se acercan a la orilla para darse un refrescante baño para, las palomas o las algo más violentas gaviotas, aprovechar para "explorar" las mochilas y abrir las bolsas con una impresionante habilidad dejando a más de una familia sin su paquete de patatas o incluso sin su bocadillo.

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