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Cádiz

"Cumplimos horarios y normas sobre ruido, pero no podemos hacer más"

  • Hosteleros de Manuel Rancés y Beato Diego trasladan su preocupación al Ayuntamiento, que les anima a buscar solución con los vecinos

Confluencia de las calles Manuel Rancés y Beato Diego, desde el último tramo de la primera de las calles.

Confluencia de las calles Manuel Rancés y Beato Diego, desde el último tramo de la primera de las calles. / joaquín hernández 'kiki'

Las quejas vecinales por ruidos y molestias a la salida de los bares de la confluencia de las calles Manuel Rancés y Beato Diego y el anuncio de que la Policía Local incrementará la vigilancia entre las 2:00 y las 4:00 horas a petición suya ha generado inquietud entre los hosteleros de la zona, que aseguran estar cumpliendo con toda la normativa y no poder hacer más al respecto. Ayer, varios de ellos se reunieron con el primer teniente de alcalde y concejal de Vía Pública, Martín Vila, quien les propuso la creación de una mesa de diálogo a tres bandas con el fin de resolver los problemas de convivencia.

Martín Vila mantuvo el miércoles un encuentro con una representación de los vecinos afectados en la que también participó el superintendente de la Policía Local, Juan Manuel Padilla, que asumió el compromiso de reforzar el control en los horarios de salida de los establecimientos que exigían los vecinos.

"En realidad no sé de qué local se quejan los vecinos; en el nuestro tenemos un portero que impide la salida de clientes con bebidas, cumplimos la normativa respecto al sonido, tenemos una doble puerta, más no podemos hacer", dice Raúl Cueto, uno de los socios propietarios del café y bar de copas Nahu, situado en la calle Beato Diego de Cádiz. "Llevamos años aquí trabajando sin problemas; hace ya tiempo hicimos una reforma del local precisamente para evitar que los clientes que salían a fumar lo hiciesen en la calle o cerca de las casapuertas; hemos puesto carteles en los que pedimos, por favor, que no se moleste a los vecinos, en fin, que más no podemos hacer", insiste el copropietario del bar.

"Entiendo que algunos vecinos estén este año molestos porque es verdad que ha habido una mayor afluencia de gente en la calle que acude a esta zona después de todos los conciertos y actividades que se han organizado en el centro; entiendo que este haya sido un verano un poco conflictivo, pero el resto del año apenas si hay público entre semana y de hecho hemos tenido incluso que cerrar de domingo a viernes", reconoce Raúl Cueto.

"Hace años teníamos una clientela mayoritaria de estudiantes extranjeros, de Erasmus, pero eso ya hace tiempo que se perdió", matiza el empresario. De hecho, muchas de las quejas vecinales apuntan al ruido de público de este perfil.

"Es cierto que hace algún tiempo tuvimos algún problema con un vecino de enfrente, pero cumplimos con toda la normativa vigente y a la puerta del local hay un portero que está siempre pendiente de que a la salida se haga el mínimo ruido posible", dice Guillermo Barranco, encargado del M2, un bar situado en la calle Manuel Rancés. "Pero esto es así, nunca vas a tener contenta a la gente. Lo que hacemos aquí es generar empleo y trabajar para comer, y siempre habrá quien se queje", concluye.

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