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Martes Santo

Piedad

  • La cofradía de Piedad demostró ayer su antigüedad y el valor que tuvo tiempo atrás durante los preparativos previos a la salida

Hay cofradías que rebosan clasicismo, a las que se le nota el peso de su historia, simplemente echando un vistazo a su cortejo o al templo donde radica. Una de ellas es Piedad, donde ayer se demostraba la antigüedad y el valor que tuvo tiempo atrás durante los preparativos previos a la salida. A los pies del altar mayor de Santiago aguardaban los pasos; el de la Virgen de las Lágrimas con una de las cartelas del respiradero frontal ya bordada (por Pedro Utrera) y con la Gloria del techo de palio (una pintura de Carmen Casimiro que representa el monte calvario con los jesuitas, copia del bajo relieve que en su día hizo La Roldana) como principales estrenos; y el portentoso paso de misterio de la Piedad, estrenando también la restauración del San Juan.

A la hora establecida, la puerta del templo que da acceso a la plaza de la Catedral se abrían para que el cortejo, dispuesto anteriormente en el interior, comenzara su caminar hacia la estación de penitencia. En él formaba parte, además de la representación militar y del hermano mayor de Buena Muerte vistiendo el hábito, el pregonero de la Semana Santa y antiguo hermano mayor de Piedad, José Blas Fernández, que vestía el fajín de la Corporación y el bastón de teniente de alcalde. Al mismo tiempo, la cuadrilla de cargadores del Crucificado, que comanda Manuel Ruiz Gené, accedía a Santiago por la puerta de la calle Compañía para realizar la maniobra de salida. El enorme paso salía así a la calle, exornado con rosas de color violeta, calas blancas y otras flores silvestres, y con el Cristo de la Piedad vistiendo un sudario de tela.

La salida de la cofradía es muy recomendable. Los miembros del RACTA 4 que escoltan ambos pasos esperan en la plaza de la Catedral, en posición de firmes conforme salen los pasos, a lo que se une el toque de oración que volvió a interpretar ayer Maestro Dueñas mientras se elevaba el Crucificado. Esta banda sería también la encargada de interpretar –después de una laboriosa maniobra para disponer el paso después de salvar las dimensiones de la puerta– la primera marcha, que como no podía ser de otra forma fue Piedad de López Juarranz. Mientras, la banda de cornetas y tambores de La Victoria, que volvía a venir desde León para acompañar a esta cofradía, aguardaba en el tramo de palcos entre la rampa y la calle Pelota.

Instantes después, justo cuando el misterio entraba en Catedral, salía a la calle el elegante paso de palio de las Lágrimas, dirigido por los Hermanos Martín y acompañado en su camino al primer templo por las marchas Virgen del Valle y Mater Mea.

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