San Fernando

El Puente Zuazo sigue en el olvido diez años después de la redacción del proyecto

  • A la gran asignatura pendiente del Bicentenario se suman otros proyectos que quedaron atrás como la ruta por las baterías del caño o la señalización de las casas que alojaron a los diputados

Seis años después de la conmemoración del Bicentenario de Las Cortes, La Isla sigue todavía a la espera de la terminación de la gran obra que se proyectó con vistas a esta simbólica fecha: la rehabilitación integral del Sitio Histórico del Puente Zuazo y de todo su entorno de baterías defensivas, que durante la Guerra de la Independencia marcaron el límite de la España libre de la ocupación napoleónica.

Solo una parte de este conjunto -la del Real Carenero y las fortificaciones que se ubican en el término municipal de Puerto Real- consiguió entonces llevarse a cabo, aunque con un dudoso resultado puesto que todavía no se ha conseguido darles uso y ni siquiera han podido abrir a la ciudadanía. Además, el paso del tiempo ha empezado a hacer mella ya en estas dependencias históricas, como en reiteradas ocasiones se ha denunciado.

Más preocupante resulta sin embargo la progresiva degradación del Puente Zuazo, el gran símbolo de La Isla que permanece olvidado para incomprensión de muchos a pesar del firme compromiso que se adquirió en su día por parte del Ministerio de Fomento para que se hiciera cargo de su rehabilitación, que posteriormente fue dejada a un lado. El entorno, además, presenta a menudo un estado sumamente descuidado y las quejas ciudadanas por la basura y la suciedad que se acumulan en sus proximidades son bastante frecuentes.

Precisamente, en tan solo unos días se cumplirán diez años exactos de la presentación oficial del proyecto de rehabilitación del Sitio Histórico del Puente Zuazo, un acto que se llevó a cabo en octubre de 2006 para dar a conocer la actuación estrella del Bicentenario: la transformación de todo el conjunto en un paseo peatonal que permitiría recuperar todo su esplendor original. Lo cierto es que el proyecto consiguió en su momento insuflar ánimos entre los isleños, que llevaban años esperando que este enclave de tremenda relevancia histórica -catalogado además como Bien de Interés Cultural- recibiera de las administraciones el trato que se merecía. En cierto modo, el proyecto predispuso y alentó a la ciudadanía a la conmemoración del Bicentenario de 2010. Y cuando luego se quedó a medias contribuyó también a su creciente escepticismo, tanto más cuanto que ni siquiera -hasta ahora- se ha conseguido darle uso a la parte que sí se consiguió recuperar.

El alto coste de la segunda fase de la actuación, presupuestada en 19 millones de euros, aleja cada vez más el proyecto. Por el momento, no hay viso alguno de que las obras vayan a retomarse próximamente. Todo sigue bloqueado y la rehabilitación, pasadas las grandes fechas de la conmemoración, pierde interés para las administraciones implicadas.

Aunque no se trata del único compromiso que se ha quedado atrás. Es cierto que en el 2010 se hicieron cosas -la rehabilitación de la Iglesia Mayor, la de la Compañía, la puesta a punto de los edificios constitucionales, el centro de interpretación del parlamentarismo...- pero también que muchas otras se quedaron irremediablemente atrás. La lista, desde luego, era larga porque muchas eran las aspiraciones y mucho era lo que se esperaba conseguir con el anhelado Diez. Para ello se proyectaron incluso varias actuaciones estratégicas: el plan de actuación 2007-2012, centrado en la recuperación de todo el patrimonio que guardara relación con Las Cortes y la Guerra de la Independencia, y el plan director de promoción de actividades del Bicentenario, que se lanzó en 2009 y que abarcaba la conmemoración desde una perspectiva más amplia y se refería también a actividades y proyectos más detallados. Apenas un reducido porcentaje de todo lo que se proyectó consiguió llevarse a cabo. El resto, como el Puente, sigue a la espera.

Entre las muchas actuaciones proyectadas se incluían iniciativas interesantes, como la apuesta por convertir en un pequeño museo la santa cueva de la Iglesia Mayor para recordar su vinculación con el juramento de Las Cortes o la posibilidad de intervenir en las baterías defensivas y el penal de La Carraca.

Aunque había dos actuaciones que tenían un carácter preferente y que, sin embargo, quedaron incomprensiblemente descartadas de todos los planes del Bicentenario. Se trataba de rescatar y distinguir con placas conmemorativas el listado de las casas que alojaron a los diputados entre 1810 y 1811, muchas de las cuales todavía se conservan, e incluso de recuperar todas las fortificaciones defensivas que se extienden a lo largo del caño de Sancti Petri y que conformaban la primera línea defensiva durante el asedio napoleónico para recorrerlas en una ruta-sendero que fuera desde el Puente Zuazo hasta el Castillo de Sancti Petri. Este último proyecto se intentó también llevar a cabo en 2012 aunque sin resultado alguno. Posteriormente, no ha vuelto a hablarse del tema.

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