"Yo no quiero más que lo que me pertenece, ni una peseta más"
Joaquín Moreno, el hombre que mantuvo su reclamación contra la expropiación y ha provocado que el TSJA anule las obras del tranvía, asegura que esperaba "de corazón" que la Justicia le diera la razón
Joaquín Moreno no aparentaba estar exageradamente contento ayer cuando respondía a las preguntas de los periodistas ante lo que fue su casa en San Fernando y ahora es un espacio abierto, con un jardín y una estatua. Pero en realidad tiene motivos para sentirse orgulloso. Es un resistente. Él es el único de la veintena de propietarios cuyas viviendas y negocios fueron expropiados en Montañeses de la Isla con motivo de las obras del tranvía. Su resistencia de sexagenario ha doblegado a las mucho más poderosas fuerzas de la Junta de Andalucía, y el Tribunal Superior de Justicia le ha dado la razón: las obras no debieron haber empezado y, por lo tanto, tampoco las expropiaciones ni los derribos que se hicieron.
Joaquín sacó su fuerza para seguir luchando de un convencimiento invencible: "Yo no quiero más que lo que me pertenece, ni más ni menos. Que son dos pesetas, pues me tienen que dar dos pesetas, eso es lo que quiero yo, que es más, pues más". Así que, aunque no lo expresara, tiene motivos sobrados para estar contento. "Y es que mi padre estaba convencido de que llevaba la razón, él ha vivido toda su vida aquí, aquí nos hemos criado todos", decía su hijo Paco, de lejos, mientras Joaquín posaba casi en el lugar exacto donde hace menos de dos años estaba su dormitorio y hoy se levanta un no muy afortunado Monumento a la Libertad de Expresión. ¿Esperaba Joaquín que la Justicia le diera la razón? "¿De verdad, de verdad, de corazón quiere usted que le diga? Sí me lo esperaba". Él tuvo más fe que todos los demás. Por el camino quedó una primera decena de propietarios que firmaron las condiciones de expropiación "del tirón". Otra decena inició acciones legales pero luego fueron decayendo: "Fue por necesidad, y dado que el abogado nos avisaba de que nuestra reclamación no tenía muchas posibilidades", cuenta Javier Bey Baizán, encargado del demolido Bar Las Canastas y hoy de la Taberna del Castillo, a donde tuvieron que trasladarse por la fuerza del derribo.
Joaquín se mantuvo, aunque eso le costara en todo este tiempo "pasarlo fatal, todas las noches pensando en lo mismo". "Es que esto es lo único que yo tenía, mi familia, mi barrio, mis bares, mis amistades". No parece estar pensando en el dinero cuando habla. Pero ahora: "Estoy contento, después de un año y medio de presión", resume sin que por eso se dibuje en su rostro la ancha sonrisa que la ocasión debería merecer, como el abrazo con que lo abarca cuando se incorpora a la reunión el propietario de la Taberna del Castillo, Jesús Bey.
En la Taberna, Javier Bey, otro de sus responsables, se hace eco sobre todo de la contradicción: "Y tanta prisa, tantas presiones ¿para esto?" exclaman. "¿Para poner un jardín y una estatuita? En eso que ha quedado caben perfectamente las casas que antes estaban".
Esa era la alternativa que ellos presentaron a la Junta, levantar un edificio nuevo y mantener los negocios. "Para eso hacía falta tiempo, claro, y no la urgencia con la que nos presentaron las cosas. El 21 de diciembre nos avisaron y el 13 de enero debíamos tener la reunión negociadora, con papeles y abogados. ¿Cree usted que da tiempo a preparar algo en tan pocos días? Prisas, urgencias e incluso amenazas, eso es lo que teníamos encima. Por eso mucha gente firmó. Y ahora fíjate: todo para que el Tribunal diga que es ilegal".
Ahora lo que tienen por delante es que se cumpla la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. "Restituir las cosas a su estado original ya no es técnicamente posible, pero ahora tendrá que haber una compensación por esta injusticia, y por todos los daños morales, en nuestro caso el tener que dejar un bar consolidado que tenía una buena clientela por este local, que está cerca del otro, sí, pero que tiene problemas incluso con algunos vecinos". ¿Dinero? "Hombre, al final siempre hablamos de dinero", dice Javier Bey.
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