Cuando el 8 de noviembre del año 85 el marido de María Jesús Girón pidió ver el cuerpo de su hijo, el que acababa de salir muerto del vientre de su madre en una cesárea aparentemente normal, fue trasladado a la morgue del Puerta del Mar, se le abrió una cámara frigorífica en el que había varios cuerpos de niños más. "Aquí están todos, de la mayoría de ellos ni se preocupan los padres", le dijo el celador. "El suyo es éste, el más grande". Y ante él encontró a su hijo liado como una momia con gasas. No quiso saber más.

María Jesús Girón es la sexta mujer que denuncia que algo extraño ocurrió en el hospital de Cádiz entre los años 65 y 85. "Nunca me quisieron mandar los papeles que yo pedí sobre la defunción de mi hijo. Había tenido un parto normal, sentí a mi hijo en mi vientre vivo hasta el último día. Al llegar al hospital me preguntaron si ya tenía otro hijo y yo dije que sí. Lo siguiente que me dijeron es que mi hijo había muerto".

¿De qué? De varias cosas, a juzgar por los diagnósticos diferentes que fue recibiendo. El pediatra le apuntó en un folio : "Una hernia de diafragma importante, malformaciones, carecía de miembros inferiores". "Al que le toca, le toca", se limitó a decir el médico. Aunque ya se hacían ecografías, pero no de manera tan generalizada como ahora, durante el parto María Jesús no se la hizo. No tiene constancia de si era cierto lo que le dijo el pediatra y tampoco el bebé envuelto que vio su marido podía haber revelado contrario. Sin embargo, la hoja de registro del cementerio apunta como causa de muerte la palabra 'prematuro', "pese a que nació justamente al cumplirse los nueve meses. No era prematuro". Una tercera causa que aparece en el hospital es parada cardiaca.

María Jesús reconoce que siempre sospechó de que algo raro había pasado. Hasta sus otros dos hijos le habían dicho en alguna ocasión que quizá su hermano estuviera vivo. "¿Pero dónde íbamos a buscarlo?" A raíz de las denuncias aparecidas en los medios, María Jesús se ha unido a otras madres que se aferran al consuelo de que los bebés por los que han llorado quizá sigan vivos en algún lugar.