Provincia de Cádiz

¿Qué fue de los 859 millones?

  • El plan de pago a los proveedores ha inyectado dinero a miles de pequeñas empresas de la provincia asfixiadas, pero entre Hacienda, los bancos y sus propias deudas, lo que sobre apenas dará para crear empleo. Hablan los 'rescatados' de las facturas en los cajones municipales: "Cobré, pagué y dormí tranquilo"

En diciembre de 2010 Javier Benítez, alma mater de la empresa de animación Animarte, montó un pollo. Colgó en youtube el vídeo Diario de un acreedor y se hizo 'amigo' de Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, en Facebook con el único fin de recordarle a todas horas la deuda que el Ayuntamiento tenía con su empresa, 9.000 euros. Benítez fue tan machacón que, tras 17 meses sin cobrar sus representaciones turísticas, la estrategia le salió redonda. Teófila le eliminó como amigo virtual, pero cobró. Por pesado, pero cobró. "Nos dedicamos al espectáculo, a la comunicación. Consistió en poner nuestro conocimiento al servicio de nuestra supervivencia. Si no cobrábamos, no podíamos seguir. Puede parecer poco dinero, pero para nosotros, una microempresa, era vital". Por eso, el plan de pago a proveedores de los ayuntamientos puesto en marcha por el Gobierno a través de créditos ICO les afectó en muy pequeña medida, aunque estén dentro de los 4.541 empresas que se han repartido 859 millones de euros en las últimas semanas. Recibieron una llamada del Ayuntamiento de Espera, que les debía un pasacalles de 2007. Casi ni se acordaban. 812 euros, "curiosa la cifra en este año", valora Benítez. Una sola factura de las 103.245 abonadas en la provincia. Una excursión a Espera y se volvieron no con 812 euros, sino con poco más de 500. Los otros 300 se quedaron por el camino de Hacienda.

Animarte ya no trabaja con el Ayuntamiento ni con nadie que no dé garantía de cobro. La compañía De Ida y Vuelta, creada por Ana del Corral, no tenía más remedio que arriesgarse a seguir aceptando encargos de las administraciones y la deuda se fue amontonando hasta casi asfixiarles. Han pasado años restringiendo gastos, incluso dejaron el local alquilado para hacer la tarea administrativa desde sus domicilios. Sobre la mesa, la empresa estaba saneada si esas facturas que tenían con las administraciones fueran dinero. Pero no, sólo eran facturas. Ana del Corral respira ahora aliviada: "No se podía trabajar así. No cobrábamos, pero pagábamos el IVA de las facturas, con lo cual entrábamos en una espiral en la que ya no se trataba de no cobrar sino de cómo pagábamos los gastos de lo que no cobrábamos".

El director de una empresa de la Bahía del sector digital prefiere que no se dé su nombre mientras no solucione su situación. En este caso, su mayor facturación con las administraciones les puso al borde del abismo. "Nos han machacado. Antes que pagar a Hacienda tenía que pagar a mis trabajadores y esto lo tenía muy claro. Eso era lo que me tenía sin dormir, no fallarles, pero como no cobraba dinero público, lo que se ganaba del sector privado tenía que ir para las nóminas. Los ingresos de otros trabajos no daba para los ivas de las facturas públicas que no se cobraban. Esa situación nos tenía en la cuerda floja y el único modo de seguir adelante era que lo que no ingresábamos por trabajos realizados lo buscáramos en los bancos". El resultado ha sido que Hacienda se ha engullido la mitad del dinero cobrado del plan, es decir, el 16% de cada una de las facturas liberadas más los recargos.

José Piñeiro, de Imprearte, situada en el barrio de La Laguna de Cádiz, consiguió cobrar hace tiempo gracias a la mediación de un empleado municipal que evitó que siguieran cayendo facturas sobre las suyas , pero corrobora la versión de este empresario. "En este país el propio sistema te obliga a hacer equilibrios en el alambre. Si tú no cobras de los ayuntamientos, te tienes que buscar las vueltas para sobrevivir". El no menciona a qué se refiere con 'las vueltas', pero todo el mundo conoce casos de empresas con cajas B que alimentan la economía sumergida o costes inflados de los trabajos que se hacen para la Administración en previsión del tiempo que se tardará en cobrar. Estas 'vueltas' son la consecuencia de las administraciones morosas contra las que los proveedores apenas podían hacer nada. Dentro del barrio, por analizar una microeconomía, Piñeiro, presidente de la asociación de comerciantes, no ha notado un mayor movimiento de dinero, pese a que en la provincia han salido a circulación 859 millones. Tampoco ha cobrado demasiado de los morosos que él sabe que han cobrado por este plan. "Lo que he cobrado ha sido para pagar retrasos que tenía con Hacienda. El que se ha convertido en moroso, el que lleva esquivando al acreedor durante años, ya no paga ni cuando tiene el dinero. Yo creo que los millones lo hemos visto pasar por delante. El movimiento estaba calculado. El Estado sabía que buena parte de ese dinero regresaría a sus arcas. Todo esto ha tenido algo de maniobra recaudatoria".

No está de acuerdo Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos. "En los municipios esto ha sido más que si cayera la lotería. En un caso como Jerez, donde se han pagado cerca de 300 millones, ha sido un auténtico rescate de una ciudad. Y sí, quien tuviera deudas en ejecutiva con Hacienda habrá quedado en paz con el erario público. Es una deuda que estaba ahí, se tendría que pagar de todas maneras. Y si alguien debía a los bancos, se lo habrán quedado los bancos, aunque había libertad para decir en qué cuenta bancaria se ingresaba. Es dinero que se ha quedado por el camino, pero ahora hay posibilidades de pedir más, partir de cero. Quien haya sobrevivido, claro".

Ha sobrevivido José Reynaldo, el propietario de la ferretería que surtía de material al Ayuntamiento de Arcos y cuyas facturas más lejanas databan de 2005. Estas facturas estaban dentro de las 8.000 que ha liquidado este municipio gracias a un préstamo de 13 millones que tendrá que devolver con un 6% de interés en diez años. Que Arcos consiguiera ese dinero ha supuesto que admitiera acometer un plan de ajuste que conlleva despidos. Esa es la mala noticia; la buena es que pequeños empresarios como Reynaldo han cobrado. Y Reynaldo coincide con Lorenzo Amor en que cuando vio que el Ayuntamiento, para su sorpresa, había ingresado el dinero en el banco el día que dijo que iba a hacerlo se sintió "como si me hubiera tocado la lotería". ¿Cuál fue el primer efecto para Reynaldo? "Dormir mucho mejor". ¿Y el segundo? "Pagar a mis proveedores, sentir que has cumplido. Cobré, pagué y dormí de un tirón".

Y no han sobrevivido muchos otros. Javier Sánchez Rojas, vicepresidente de la Confederación de Empresarios de Cádiz (CEC), conoce a demasiados. "No podría valorar el efecto porque los asociados vienen a contarte los problemas, no las soluciones, lo que es normal. Tengo la percepción de que la gente ha respirado, que ese dinero ha venido a salvarles porque ya no podían aguantar más, pero a otros muchos les ha llegado tarde. Han cobrado cuando habían cerrado". En torno a 150 millones de los 859 que se han pagado en la provincia tenían como destino concesionarias que no operaban o empresarios que habían abandonado su actividad.

No cree Sánchez Rojas que esta inyección de liquidez vaya a suponer creación de empleo. "La mejor política de empleo hubiera sido pagar a tiempo a las empresas, pero ha llegado con miles de empleos destruidos que ya no se van a recuperar porque se han llegado a pagar deudas que estaban en pesetas. Se nos está intentando hacer pasar por normal algo absolutamente anormal. No es normal que las administraciones no paguen al tejido productivo de su localidad. Aquí nos sobran leyes y falta dinero. A ver si esta situación que hemos vivido sirve para aprender la lección. Nadie ha hecho un favor a las empresas, se ha hecho algo que es de justicia y se ha hecho tarde, muy tarde. Ningún ciudadano dedica una anualidad a pagar otras cosas en vez de pagar lo que debe y eso es, precisamente, lo que han hecho las administraciones, que se supone que están ahí para solucionarnos problemas, no para creárnoslos".

Eduardo Albadalejo regenta una pequeña editorial en El Puerto. Con el plan de pago ha percibido 10.000 euros de tres ayuntamientos: Cádiz, El Puerto y Rota. Una vez pagadas sus deudas con imprentas y encuadernadores los 10.000 euros se han quedado en 1.500. Sobre el movimiento de dinero que generará este plan contesta con cierto sarcasmo acerca de las inversiones que tiene previstas: "Creo que me voy a ir al Pryca para comprarme un móvil de 60 euros, que éste que tengo de 20 euros ya está para pocas cosas". Albadalejo lleva 25 años trabajando para las administraciones locales y ya sabe cómo funcionan, por lo que los trabajos que hace para ellas se los toma "como si fueran una hucha. Para empezar, tienes que tener claro que sólo de las administraciones locales no puedes vivir. Porque no resistes. Es bueno tenerlas ahí, es un goteo de dinero que no sabes cuándo te va a llegar, pero no puedes hacer una previsión contando con ese dinero porque, entonces, te fallará y te generará más gastos". Sobre la nueva ley que obligará a las administraciones a pagar en un plazo concreto, Albadalejo se harta de reír: "Si a mí ya me han dicho en un ayuntamiento que ahora que he cobrado que no espere cobrar más en este ejercicio. Es decir, vamos a entrar en la misma dinámica con o sin ley".

Guillermo Oliva, propietario de Grúas Oliva, una de las más conocidas empresas de su ramo de Jerez y la provincia, nunca dudó que el dinero llegaría, aunque la fórmula, los préstamos ICO, le cogió "por sorpresa". Según dice, "nos pongamos como nos pongamos el Ayuntamiento es una empresa y será la última que cerrará si llega el caso. Siempre he tenido confianza en que cobraría. Me he tirado tela de tiempo esperando, algo así como más de tres años, pero ahora nos ha venido como un balón de oxígeno. He cobrado más de 50.000 euros que tenía ahí pendientes de pago en esa especie de alcancía (hucha) que para mí es el Ayuntamiento. Le trabajo y si no se paga sé que tarde o temprano lo hará. Lo que le digo: una alcancía". Una alcancía de la que los empresarios no tienen la llave. El Gobierno ha roto la hucha. Oxígeno, como dice Oliva, pero un oxígeno a cambio de austeridad. Desde ahora, habrá menos facturas en los cajones. La hucha se ha roto. Ya no hay hucha.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios