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Provincia de Cádiz

Chapuzas Ameyugo

  • Los informes realizados sobre el dinero evaporado en las obras en colegios apuntan más a un descontrol propio de Pepe Gotera que a un caso de corrupción dentro del ISE en la época que lo gestionó un electricista

"Ameyugo es un hacha con cables enchufes, tomas de tierra... el mejor, un manitas, pero en lo del papeleo..." Nadie habla mal en la delegación provincial de Educación, en los colegios y los institutos de Fernando Ameyugo, el ingeniero técnico, luego superior, especializado en electricidad, que le tocó pilotar la mayor transformación en infraestructuras educativas en la provincia desde finales de los años 80 a través de un nuevo instrumento, el ISE, un ente público que desgajaba de Eduación la engorrosa gestión de los techos que se caen y los muros que se levantan. ¿Era el hombre indicado? Justifican en Educación que "era el que estaba allí. La jefa de servicios de entonces, Pilar Villalonga, una mujer muy capaz, no quería el nuevo puesto que se había creado y Ameyugo era un hombre eficaz. Hágase esto y esto se hacía. Otra cosa, claro, son los papeles..." Y los papeles, o la falta de ellos, han llevado al "bueno de Ameyugo" a estar imputado junto a una veintena de personas en una causa judicial que investiga el desvío, extravío, desaparición, evaporación o no se sabe qué de tres millones y medio de euros en el presupuesto de las obras destinadas a colegios entre 2006 y 2008.

Casto Sánchez fue el último director general de Infraestructuras de la Consejería de Educación: "Antes de la creación del ISE, las obras se gestionaban a través de convenios con ayuntamientos, pero a mediados del 2000 las obras tenían mucho calado. Se trataba de dotar a los centros de comedores, de ordenadores... hablamos de convenios que se movían en los ocho o nueve millones de euros. Los ayuntamientos no querían ni oír hablar de eso, así que lo asumió la Junta y lo hizo a través del ISE".

Y ahí tenemos a Ameyugo, el hombre para todo en la delegación, campechano, con un perfil puramente técnico, demasiado tímido para interesarle la política, al frente de un órgano inversor cargado de burocracia. "Cuando lees las noticias sobre este caso con un lenguaje tan de 'trama'... no entienden cómo funcionan las cosas en los colegios", cuentan en delegación. "Si te llaman de un colegio y te dicen oye, que los servicios están atrancados; oye, que se me va a caer una valla encima de los niños; oye tal, oye cual, con lo que no te pones es con el vamos a sacar a concurso esto y abriremos la plicas y pim y pam. Al chapu habitual le dices vete echando leches para allá". Un veterano de la delegación recuerda a El Chiclanero. El Chiclanero, en los 80, era el chapu habitual. "Y siempre se le debía dinero. El hombre te hacía el avío y no había dinero en caja y le decías ya te pagaré. En fin, lo que todos saben de cómo han funcionado las administraciones".

Pero en los primeros años del ISE sí que había mucho dinero y el 'chiclanero' de Ameyugo resultó ser Pedro González, que tenía una pequeña empresa de contratas y mantenimiento en Rota que llevaba el nombre de Pacheco. Ahí se perdió Ameyugo. Las deficiencias en los colegios los solucionaba Ameyugo levantando un teléfono y llamando a González que, como no tenía personal, levantaba a su vez el teléfono y subcontrataba. Cuentan en un conocido instituto de Jerez que "todos hemos trabajado con Pacheco. Habrán cobrado lo que sea, pero Pacheco solucionaba problemas".

Si Contratas Pacheco hubiera sido un poco más cuidadosa con sus obligaciones con Hacienda, nada habría trascendido. La Agencia Tributaria detectó mucho movimiento de dinero y poca tributación. De los 610.000 euros que la empresa tendría que haber pagado en concepto de IVA en los primeros años del ISE, sólo pagó 83.000, según Hacienda. Pero eso no era fácil de ocultar. En ese cruce de facturas entre las cuentas del ISE y las de Pacheco apareció el agujero negro: de los casi 4 millones que Pacheco había facturado al ISE, casi todo en pequeñas obras, un informe de la Agencia Tributaria aseguraba que no se habían ejecutado ni un 15%. Contratas Pacheco contraatacó con otro informe en el que aseguraba haber ejecutado el 85% de las obras. El ISE realizó su propio recuento. No coincide en las cifras con el de la Agencia Tributaria ni con el de Pacheco, pero sí muestra "negligencia" en el control de algunas obras. Y esto lo sabían antes del escándalo. Antes de que la Fiscalía entrara en acción, Ameyugo, nombrado por el director general del ISE en tiempos del antiguo delegado provincial, Manuel Brenes, ya había sido destituido de su cargo. La nueva delegada, Blanca Alcántara, que no ha querido hablar para este reportaje, se encontró, al poco de ocupar el puesto que Ameyugo había sido destituido por falta de confianza. Falta de confianza y el clamor del follón de documentación que había en el ISE.

"Fue el tiempo del posyaque. Hay que tener en cuenta el momento. El ISE cuenta con mucho dinero y una tarea enorme por delante, pero son los años del boom inmobiliario. No es tan fácil encontrar empresas de construcción, que prefieren la obra privada, que se paga mejor. Y entonces aparece esta empresita de Rota, que debía tener menos papeles que un conejo de campo, y se ofrece para todo. Llegan al colegio y los directores dicen, hombre, ya que estás aquí, me urge esto y ellos van, lo hacen, lo cobran, pero no hacen lo que está en la memoria de obra. La empresa cobra, además, a precios de boom, mete bien el lápiz. A los dos años llega la arquitecta de Hacienda y pregunta ¿y esto?, ¿y esto?... y resulta que hay un nuevo director que contesta ni idea. Es como han funcionado las cosas en Educación durante mucho tiempo porque los ayuntamientos se desentendían de unos edificios que eran suyos: primero lo urgente y luego los papeles", explica un técnico de Educación.

Pero Contratas Pacheco sí tenía papeles. Desde que empezó su actividad en 1991 no ha dejado de presentar sus cuentas un solo año, pero, según la instrucción del caso, utilizando facturas falsas que reducían su nivel de contratación para así rebajar su tributación.

Desde el ISE cada vez que les mencionan este caso se llevan las manos a la cabeza. Oficialmente no hablan, pero sí recuerdan que "hay que ver lo que está hecho, que gestionamos ocho millones de euros en transporte escolar para 15.000 niños, que damos un servicio de comedor escolar en todos los centros, que se han informatizado centenares de colegios. Pensemos en cómo estábamos hace diez años y lo que hemos avanzado".

La Consejería de Educación ha dado la orden de colaborar con la investigación, pero pone en duda que la cantidad de tres millones y medio sea exacta. "Cada informe que se hiciera daría un resultado distinto". A estas alturas, Ameyugo, que ha vuelto a su puesto de funcionario docente, ya debe saber que la burocracia no es lo suyo, pero llama la atención la cantidad de gente que pone la mano en el fuego por él: "Lo habrá hecho mal, pero no se ha llevado ni un duro, aquí no ha habido enriquecimiento. Ameyugo sigue viviendo con la austeridad de siempre". Y quizá, también, haya perdido su afición por los chistes, esos con los que aderezaba cualquier encargo que le llegaba de los centros educativos. "Contaba unos chistes buenísimos", recuerda un compañero.

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