Todo esto hace que la historia se repita de vez en cuando. Un ejemplo es el tranvía. Cuando lo retiraron de la circulación, allá por los años 60 del siglo pasado, se presentó como un avance de la modernidad. El desarrollo, como entonces se llamaba lo que ahora se llama el progreso, pasaba por el autobús, que era el futuro, frente al tranvía, que era el pasado. Han transcurrido 40 años, o algo así, y se dice justamente lo contrario: ahora el autobús es el pasado y el tranvía será el futuro, o sea el progreso.

Yo me monté en el tranvía de Cádiz, es verdad. Esto no lo puede decir todo el mundo. Se podría constituir otra plataforma de los que ya hemos viajado en tranvía en Cádiz, aunque no sé muy bien para qué serviría. Esta plataforma sería más bien de la historia pequeña de Cádiz, de Molina Font; esto es, un grupo de puretones que cuenta batallitas, como si no supieran que el tranvía es el progreso. Lo importante es que volverá el tranvía a San Fernando, como en los tiempos de Carranza.

Hay un debate ciudadano abierto sobre este asunto. ¿Qué sería de nosotros sin debates ciudadanos? El debate está entre si el tranvía se queda en la plaza de Sevilla, a la vera de la Aduana (toquemos madera), o llega hasta la plaza de España, que sería más rentable. Yo voto porque llegue a la plaza de España, como antiguamente, y que de paso pongan el reloj de las flores, que era más bonito que el candado del progreso. Pero voto en contra de que el tranvía llegue a la Caleta o circunvale el casco antiguo, sobre todo pensando en los vecinos.

¿Ustedes saben el coñazo que es un tranvía dando la vuelta a todo el casco antiguo? Eso supone dejar aislados y encerrados a los que viven en la ciudad histórica, pues un tranvía dando vueltas sería como el bus turístico de los atascos, pero a todas horas. Una cosa es la ciudad peatonal, que yo también lo voto, y otra que dejemos aprisionado a medio Cádiz. Si hicieran eso, seguro que fundarán otra plataforma, esta vez para salvar al Cádiz encerrado.