de todo un poco

enrique / garcía-máiquez

Ruido de moscas

SEGÚN los expertos, lo más llamativo de Francisco Nicolás Gómez-Iglesias, el famoso intrigante, es su habilidad para colarse en todo tipo de eventos, burlando las más estrictas (en teoría) medidas de seguridad (¿seguridad?). No estoy de acuerdo: lo más llamativo con diferencia del pequeño Nicolás es la ola de simpatía que ha levantado. También un tsunami de risas, por supuesto, un chaparrón de chistes, un maremoto de memes..., pero no hace falta fijarse mucho para descubrir un inmenso mar de fondo de cordialidad colectiva.

Podría esperarse una ola de indignación. ¿O es que acaso, tras la anécdota de Francisco Nicolás, no late la categoría de un sistema corrupto? Este chico iba presentándose (y siendo recibido, ojo) como representante del Gobierno o de La Zarzuela, como ahijado de Aznar o sobrino de Arturo Fernández o hijo ilegítimo del rey; iba ofreciendo, en consecuencia, influencias, atajos y tratos de favor; exigía guardaespaldas y pedía dinero bajo cuerda… ¡que le daban! ¿No es la prueba evidente de que el nepotismo, el enchufismo, la vanidad, el chanaleo y la ficción más desbocada gobiernan, desde atrás, nuestra vida pública?

¿Debería ser o no ser para amoscarse? Sin embargo, nos ha dado por reírnos. Con razón. Porque el pequeño Nicolás es un heredero legítimo de la picaresca. Denuncia lo que ella y como ella. Su simple presencia en cualquier acto desmontaba la grandilocuencia del acontecimiento. No hay más que contemplar las fotos en las que aparece para apreciar la calidad de decorado bufo de que se impregna todo a su alrededor. Hay un humorismo fino en observar las caras de los grandes y poderosos que salen posando con él. Los desarticula o desactiva. El gran mundo era, para las monjas de Port-Royal, ruido de moscas. Nicolás nos ha permitido oír esa musiquilla moscona.

Su coincidencia en el tiempo y hasta en el apellido con Pablo Iglesias resulta impagable. Si en este mundo hubiese justicia (poética), serían primos hermanos. Cada uno con su melenita particular, uno, pijilla, otro, perroflauta, son dos caras de la misma moneda, la de curso legal en España, por lo visto. Cierto que Gómez-Iglesias produce hilaridad e Iglesias se reproduce por indignación, pero han surgido ambos gracias al mismo estado de cosas. Son la cara y la cruz. O mejor dicho: el cara (el pequeño Nicolás) y la cruz (Podemos, de lo que hablaremos más y con lo que nos reiremos menos).

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