EN los asuntos de la casa grande de Peral, las críticas y los reproches suelen ir dirigidas, no sin razón, hacia el político por ser quien manda. Sin embargo, la mirada acusadora suele desviarse de los funcionarios, que disfrutan de un cierto escudo protector auspiciado por el propio político que sabe que la plantilla conoce muy bien los resortes administrativos y puede ser tanto el mejor aliado como el peor enemigo, y en casa.

Ahora, un nuevo informe técnico ha vuelto a ser noticia -que haríamos los periodistas sin esos documentos, normalmente filtrados-. El documento analiza las causas del mal estado de la avenida Micaela Aramburu señalando que un cúmulo de circunstancias provoca su mal estado a pesar de que hace cuatro años se gastaron una millonada en reurbanizarla.

Es sorprendente que ahora se diga que la humedad afecta sobremanera a la avenida por su cercanía al río y porque se limpia demasiado; es inaudito que se apunte ahora que no se concibió en su diseño para que siguiera soportando tanto tráfico; sobrepasa los límites humanos de lo insólito que se diga que el diseño genera problemas al concentrar la circulación de vehículos en exceso en su parte central; y ya es inaudito que se afirme que el corte de la piedra del pavimento no es el adecuado para adherirse al mortero. Si esto es así: ¿para qué sirvió el documento de 310 páginas firmado por un técnico municipal para diseñar la reurbanización de esta vía así como de parte de la avenida de Bajamar? ¿El Ayuntamiento no tiene personal preparado para evitar este tipo de problemas?

Una vez más se demuestra el poco celo que se presta en la ejecución de una obra pública. El político peca de querer recepcionar la obra rápido para hacerse la fotografía mientras que el técnico incurre en el silencio cómplice al no advertir de los riesgos o de denunciarlo si no se le tiene en cuenta. En el caso de la avenida de Micaela Aramburu los responsables técnicos deberían aclarar si hubo informes que advirtieran de los posibles riesgos. Si no los hubo, son tan igual de culpables que el político -por cierto, el alcalde tendría mucho que decir de cómo se hizo esta obra-.