Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

efecto moleskine

Ana Sofía / Pérez / Bustamante

Gran Regata

HAY algo que nos pasa inadvertido, / algo que nos transita y que no vemos./ Borges lo llama Aleph y los sencillos/ lo llamamos misterio": Versos de Pilar Paz que se me vienen a la cabeza ahora, en el cenit de los fastos del 2012. Quizá porque una de las sensaciones más extrañas que existen es la de encontrarse solo y sumergido en medio de una multitud que se divierte. Miles de personas hormiguean en el puerto de Cádiz asombrándose ante el milagro de los grandes veleros (¿no encontró el Gloria más tela para su bandera nacional?), haciendo colas infinitas para poder decir que una vez pisaron la cubierta del Juan Sebastián de Elcano, para hacerse una foto de gran felicidad sentado en un noray, tocando la campana del Sagres o abrazado a un pirata que

-enigmas del atrezzo- da la bienvenida al Guayas. Aguantan los niños estoicamente. (Cuando se mira las manos un bebé, parece que le van saliendo dedos.) Los contenedores desbordados de basura escenifican una huelga poco oportuna y nada solidaria. Pasan mujeres calzadas para matar sobre altísimas plataformas o coturnos o zapatos letiziones, al acecho del sueño de los Ojos Verdes ("Él vino en un baaarco de nombre extranjeero..."). Las niñas se aglomeran delante del Amerigo Vespucci: locura gregaria de la edad del pavo, mientras los italianos andan ahí, a dedo, seleccionando a quién dejan subir: "Tú, tú y tú...". (¡Socorro, Bibiana!) Los polacos, tan blanquitos, beben más y ligan menos. Bailan los caballos andaluces, con toda su elegancia, delante de una noria de feria y de un enorme luminoso donde pone CHURROS (novela de hípica y crimen que recomiendo: Centhaure, de Óscar Lobato.) Las rumanas ladronas que ayer andaban enseñando sus papeles a la policía hoy venden orejas luminosas de Mickey Mouse. De madrugada, cuando no queda nadie, cuando no hay nadie aún, entran sigilosos los gaditanos artistas, hacedores de fotos, los gaditanos románticos que juegan a pasar una luna de miel en países lejanos. Luna de Ramadán. Chirrían las amarras y cabecean suavemente sobre el agua el Santa María Manuela, el Alexander Von Humboldt II (ya sin velas verdes) y, en el muelle pesquero, el Étoile Polaire. El Aleph de Borges es un punto diminuto donde están todos los puntos del mundo que fue, que es y que será. Como lo es estos días el puerto de Cádiz. Un misterio.

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