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XXVII festival de música manuel de falla

Noche de azul y bises

Programa: I Selección de Arias de S. Donaudy; F.P: Tosti; E. de Curtis; R.Leoncavallo y V. De Crescenzo. II Arias de E. Lecuona; M Greever; M.M. Ponce; y A.E. Oteo. Lugar: Claustro de Santo Domingo. Día: 23 de mayo. Asistencia: Medio aforo.

Noche azul es el título de una preciosa aria de Ernesto Lecuona, que quizá sea el músico cubano más destacado de todos los tiempos, y en especial en el terreno lírico de la zarzuela. El lunes formó parte del programa del Festival, y la verdad, parecía que ni escogida a propósito, a la vista del resultado de las elecciones municipales del día anterior.

Ivet Frontela ya es conocida del Festival Iberoamericano Manuel de Falla. El año pasado estuvo en el Claustro de San Francisco junto a su hermana Ivón, en un concierto a dúo que hizo las delicias del público del Festival. En esta ocasión no ha venido como concertista, sino como acompañamiento al piano del tenor mejicano Jorge Armando Jasso. Todo un lujo para el joven charro el poder contar con una pianista de la talla de Ivet, maestra de maestros, desplegando todo su saber, tanto el musical como el pianístico para el exclusivo lucimiento del cantante.

El concierto, además de lo bueno ya conocido, también nos deparó la agradable sorpresa de descubrir por primera vez en estas tierras al mejicano, que planteó un recital verdaderamente emotivo y con un muy buen nivel de calidad técnica.

En la primera parte, tuvimos la ocasión de escuchar a un Jasso con voz de tenor lírico-ligero, en un repertorio basado en arias napolitanas, con algunos guiños al propio Pavarotti e incluso con la emotividad propia de los temas que suele interpretar Andrea Bocelli. En mi opinión, en esta parte bordó el Tu can un chiagne del napolitano Ernesto De Curtis.

La segunda parte del concierto, con canciones sobre todo de Ernesto Lecuona, estuvo marcada por lo hispanoamericano, también con obras de M. Greever, M.M Ponce y A.E. Oteo, que completaron el repertorio del programa.

De todas las piezas que interpretó el tenor mejicano a esta altura del recital, particularmente a mí me pareció que lo hizo muy bien con Si lo quisiera Dios de E Lecuona y, sobre todo, excelente fue la Despedida, de M. Greever.

Fue en esta segunda parte donde también pudimos apreciar una correcta dicción por parte del tenor y un punto de fuerza y algo de mordiente, que le confieren a Jasso una particular personalidad a su característica esencial de tenor lírico-ligero. Su voz le permitiría sin duda poder incluso asumir papeles operísticos necesitados de una voz dulce y natural, con claridad y plena, sin tener que recurrir a artificios para, dentro de su registro, sonar verdaderamente bien. Es decir, la línea artística que magistralmente marcara el genial y añorado Alfredo Kraus.

El público le hizo cantar dos bises, que siguiendo la tónica general del concierto, fueron: No puede ser de la Tabernera del puerto de Pablo Sorozábal, un verdadero clásico de los bises de recitales de tenores, y el Parlami d'amore, marilù, del napolitano Cesare Bixio.

Un concierto elegido con mimo y cuidado, arropado por una fenomenal pianista, en el Claustro de Santo Domingo, un marco estupendo, que nos dejó, en una noche azul y agradable, un excelente sabor de boca, tras descubrir un prometedor tenor lírico hispanoamericano.

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