José Antonio Martel y él se conocen desde hace años, cuenta José Manuel Benítez Ariza, y muchos de los temas que ambos han ido escogiendo como creadores tienen referencias comunes: el paisaje, la lluvia, la niebla, la nieve, los reflejos... Si uno lo piensa, lo extraño es que una colaboración así no haya surgido antes. No ha sido hasta recientemente que, a propuesta del escritor, los dos decidieron participar en un proyecto a cuatro manos. La muestra Cuaderno de campo, que reúne óleos de Martel y textos de Benítez Ariza, podrá contemplarse hasta después de Semana Santa en el restaurante Angélica de Ubrique. Posteriormente, se expondrá en la sala de lecturas del Baluarte de Candelaria, durante la Feria del Libro de Cádiz.

En total, treinta obras en las que los autores han colaborado en igualdad de condiciones: en quince de ellas, Benítez Ariza realizaba un texto al que después tenía que adaptarse el dibujo; en otras tantas, era la propuesta de José Antonio Martel la que antecedía al texto. Un reto que al escritor no le resultó difícil dada la "afinidad a la hora de contemplar el mundo" que han demostrado tener ambos. Más respeto, apunta, causaba el tener que escribir sobre la pintura - "una obra de arte le parece siempre intocable a quien la contempla", dice-, temor que Martel también compartía: "En un principio, uno es algo aprensivo cuando piensa que le van a 'intervenir' una obra que ha hecho -indica el artista- . De hecho, en las primeras piezas le reservaba a José Manuel un espacio más o menos concebido para que escribiera allí. Pero luego ya me confié y José Manuel ha escrito por todas partes". El resultado, al fin, los ha convencido a ellos y a todos los han podido ver las piezas.

"Tanto en Benaocaz (donde reside Martel) como en Ubrique -explica José Manuel Benítez Ariza- existe una escuela pictórica que podríamos llamar de la Sierra de Cádiz que pienso no son todo lo reconocidos que deberían ser, y José Antonio es uno de sus miembros más destacados. A mí, su trabajo me fascinó desde el principio, porque he escrito poemas tomando como referencia la Sierra, que es lo que él hace en su trabajo, y vi las afinidades de inmediato".

Cuaderno de campo es el resultado de tres meses de trabajo continuado. En un principio, se contempló la posibilidad de realizar las piezas en acuarela: "Una técnica -comenta José Antonio Martel- que es bastante difícil si pretendes hacer algo bueno, y que yo tenía olvidada desde hacía tiempo. Hicimos muchísimos bocetos pero yo veía que necesitaba más tiempo y, al fin, terminé haciéndolos en óleo".

"Lo curioso de este proyecto -continúa José Antonio Martel- es que al final ha quedado un reflejo de nuestros vidas. Al poner en pie cada una de las imágenes, trataba de repasar lo que la pintura había representado en algún momento, pasando por figuras, bodegones... Se pueden ver cuáles son todas nuestras fijaciones".