Cultura

Poveda, el flamenco con estilo

  • El cantaor catalán firmó tres exitosas actuaciones en el Teatro Falla donde no faltaron la poesía y la copla

Como cantaor se sabe y como cantaor se reivindica. Cantaor flamenco, dice Miguel Poveda de su propio hacer, que gracias a su amigo Joan Albert Amargós abraza la copla como el amante experto, tocando siempre en los lugares oportunos. Cantaor flamenco tentado por su otro querer, la poesía, a la que musica con respeto y estilo. Estilo, quizás sea el nominativo que buscamos. Estilo a la hora pasear la canción española, a la hora de besarse con los versos. Y estilo a la hora de abordar los tercios más flamencos. Sí, Miguel Poveda es un cantaor flamenco pero no al uso. Así lo volvió a demostrar en las tres citas que la pasada semana sostuvo con el público gaditano en el Gran Teatro Falla.

Poveda, tan pronto ataviado como un crooner de los cincuenta; tan pronto destando la locura del respetable con movimientos pélvicos, como un Elvis flamenco, en los tangos; tan pronto, de riguroso negro sentado al filo de la silla apuntando (literalmente, porque te dirige el cante con sus dedos índices) la seguiriya, la malagueña. Tan pronto es uno como es otro. Tantos Povedas, metidos unos dentro de otros, como una matrioska, y con un mismo estilo. El denominador común.

Poveda es exquisito, no es bullanguero, se cuida de huir de los aspavientos y de los excesos. Poveda es profesional. Que no es poco. De hecho, es mucho. Ya que ofrece un espectáculo medido, donde cada movimiento está previsto, donde hay entendimiento con sus músicos (espectacular el guitarrista isleño Jesús Guerrero), donde todos los mecanismos están engrasados y se mueven al compás. Donde no hay estridencias. Por eso casa la poesía de Ángel González o de García Lorca con las bulerías de La Perla, con las coplas más arrebatadas de León y Quiroga. No fueron tres horas y media -tampoco deben serlo por decreto ley - fueron dos y pico por noche. Suficientes para tan variado contenido. Suficientes para dejarnos en el paladar las ganas de un poquito más pero irnos saciados de buen gusto.

Poveda no se parte la camisa. Se la abrocha hasta el último botón y se adorna con una corbata fina sin perjuicio de estrangular ni un ápice su jondura, amor y respeto por el flamenco. Poveda es un cantaor. Con estilo.

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