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Alberto Campo Baeza. Arquitecto

"Me gustaría proyectar la apertura de Cádiz al muelle"

  • Tras recibir la prestigiosa Medalla de Oro Tessenow, Alberto Campo Baeza repasa algunos aspectos arquitectónicos de la ciudad y del panorama general

Alberto Campo Baeza es el segundo español en recibir la prestigiosa Medalla de Oro Tessenow, que reconoce una arquitectura tan esencial como la suya propia. Es vallisoletano de nacimiento, pero se siente gaditano, como lo fue su padre, como la ciudad lo siente a él. Su nombre figura entre los grandes de la arquitectura internacional, dejando su impronta en varias obras por la provincia y la capital. Cariñoso y amable, como siempre, repasa algunos aspectos urbanos y arquitectónicos de la ciudad, su ciudad, que pasea y conoce desde que era niño.

-Ha recibido la prestigiosa medalla de Oro Heinrch Tessenow 2012, que reconoce una arquitectura tan esencial y sobria como la del arquitecto que le da nombre. Algo que ya practicó Mies con su Menos es Más. ¿Se siente partícipe de esta arquitectura? ¿Por qué esta y no otra más profusa?

-No sólo siempre he defendido este Less is more, Menos es Más de Mies Van der Rohe, sino que incluso lo he hecho mío dándole la vuelta al lema proponiendo un Más con Menos. Si se pueden emplear sólo dos palabras para expresar algo, ¿por qué usar más palabras? Los lingüistas americanos W.Strunk y E.B. White, en su conocido The Elements of Style, proponían Omit nedless words, omitir las palabras innecesarias. A eso, lejos de cualquier minimalismo, yo le llamo ir al centro de las cuestiones. En arquitectura se traduce en el intento de hacer una arquitectura esencial. Fue lo que practicó Heinrich Tessenow en cuyo honor se otorga ese premio que tan generosamente me han entregado hace unos días en Alemania.

-También ha recibido recientemente el premio a la excelencia docente de la UPM. ¿Qué le apasiona más, la arquitectura o la enseñanza?

-Enseñar y escribir, proyectar y construir, son las dos caras de una misma moneda, para mí indesligables. Mi padre que era un cirujano excepcional y una persona maravillosa muy querida en Cádiz, operaba con bisturíes que debían estar siempre perfectamente afilados. Enseñar y escribir es una manera de afilar esos instrumentos con los que, después, proyectar y construir. Mis edificios le deben tanto a mi enseñanza como mi enseñanza le debe a mis proyectos. Las dos labores, enseñar y construir, son apasionantes.

-Como especialista de espacios minimalistas y puros, de volúmenes arquitectónicos que siempre llaman a la luz, arquitecto de la luz, que le llaman. ¿Cuál es la obra de la que se siente más orgulloso?

-No soy especialista en espacios minimalistas ni nada que se le parezca. Rechazo la etiqueta de minimalista. Sólo trato de hacer una arquitectura esencial. Como la poesía lo es a la literatura ¿Se le ocurre a alguien decir que los poetas son minimalistas?

En cuanto a la luz, el material más maravilloso con el que construimos los arquitectos, no es un tema mío, es propio de la arquitectura. ¿Cómo podría un arquitecto olvidarse de la luz? La luz ha sido siempre tema central de la arquitectura.

No es fácil decir cuál es mi obra favorita. Como con los hijos, tendré que decir que la última: el edificio para el Consultivo de la Junta de Castilla León en Zamora frente a la Catedral.

-En su trayectoria han despuntado algunas obras como el edificio de la sede central de la Caja de Ahorros de Granada, con aplicación de técnicas de prefabricación y montaje de piezas ligeras. ¿Está reñida con los tiempos de crisis que vivimos o, por el contrario, habría que agarrarse a ella para ahorrar costes?

-Algunos arquitectos tratamos de hacer los edificios con el menor coste posible. Yo lo he hecho así siempre. Intentar hacer las cosas de la mejor manera con el menor coste, más con menos. Siempre he sido un arquitecto "económico". Los tiempos actuales fuerzan a algo que siempre he defendido: la sobriedad, la austeridad, el sentido común. Siempre digo a mis alumnos que el principal instrumento con el que un arquitecto debe trabajar es la razón. La misma que cuando falta, produce monstruos. Lo que Goya representó tan bien en su famoso aguafuerte titulado El sueño de la razón produce monstruos. Se han construido demasiados monstruos.

-Ha construido en la provincia, y en la capital ha firmado dos obras que miran al mar, Entre Catedrales y el Instituto Drago, dos construcciones blancas impolutas que, sin embargo, no han quedado exentas de alguna polémica...

-Cualquier obra de creación que merece la pena ha producido polémica. Muchas veces la polémica procede de la ignorancia. Me sorprende que igual que ahora cualquier ignorante habla ex cátedra de economía también hablan de arquitectura sin tener la menor idea.

-¿Qué edificios de la arquitectura moderna más reciente construida en Cádiz destacaría?

Los edificios construidos por los mejores arquitectos de Cádiz, que además, casi todos son amigos. Las obras de Tomás Carranza y Javier Montero (viviendas en la Avenida), Ernesto Fernández Pujol, Fabián Cruz y Luis Pizarro (calle Hibiscos), Julio Malo de Molina (Cuesta de las Calesas), Ramón Pico y Javier López (Reyes Católicos), José Luis Bezos (Náutico), Juan Manuel Sánchez del Pozo (Cómico), Rafael Otero (Punta de San Felipe), y Víctor Gómez González, y Manolo Huertos Carrillo, y tantos otros que no acabaría nunca esta lista. Y, cómo no, la de Álvaro Siza frente a la Cárcel Real o la de José Morales, Sara Giles y Juan Mariscal detrás de la Catedral.

-¿Qué le hubiera gustado proyectar en la ciudad?

-Me gustaría proyectar algo que reclama a gritos la ciudad y de lo que se habla poco: la apertura de la ciudad al muelle. El salón de la ciudad de Cádiz es ese espacio maravilloso, ahora clausurado con las verjas y lleno de contenedores. Es como si en el cuarto de estar de su casa, la gente pusiera los trastos que deben estar en el almacén. Ni Autoridad Portuaria ni nada. Recuerdo cuando era niño cómo paseábamos los domingos por ese espacio, insisto, maravilloso, con toda libertad. Por ver de ver los barcos. Y ver los barcos venir, como decía la canción.

Si la Autoridad Portuaria tuviera cabeza, todo ese tráfico de contenedores iría al Bajo de las Cabezuelas, y el problema se resolvería de un plumazo. No quiero ni imaginar los intereses que existen para que eso no se haya hecho ya realidad hace tiempo. Este espacio del muelle es el que a mí me gustaría proyectar.

-Teniendo en cuenta la falta de espacio del que adolece esta ciudad ¿Qué le parece que existan algunos edificios vacíos y abandonados como el Olivillo, la Residencia del Tiempo Libre o el Castillo de San Sebastián, donde estaba previsto que usted proyectara un auditorio?

-Mal, muy mal. Creo que la utilización de los edificios que nos ha regalado la historia es una labor necesaria. En cuanto al Castillo de San Sebastián, estuve trabajando en aquel proyecto durante más de seis años, que se dice pronto. Seis años donde puse lo mejor que tengo porque es un sitio absolutamente maravilloso y crucial para Cádiz. Proyecté un edificio que pienso era muy adecuado para esa situación tan excepcional. Casi todo estaba bajo un gran plano horizontal que hacía que todo el Castillo fuera como un gran barco, que es lo que es. Apareció en el blog del Ayuntamiento una imagen horrorosa, hecha por algún manazas que no tenía nada que ver con mi proyecto. Luego la Junta se hizo con el Castillo, y el resultado está a la vista. Creo que ni unos ni otros son conscientes de lo que es ese lugar tan privilegiado de la historia, y lo que significa para Cádiz. Al igual que el tema del muelle, el Castillo de San Sebastián sigue siendo una asignatura pendiente.

-La profesión no pasa por el mejor momento. ¿De qué es momento ahora?

-Si algún día llegara algo parecido a un reparto justo y razonable del trabajo, se arreglarían muchas cosas. ¿Se imagina usted algún médico que viera a 50 enfermos en un día? Pues hay arquitectos que ven en un día a más de cien. No he entendido nunca que haya algunos arquitectos con tanto trabajo. La arquitectura es una labor que requiere muchísimo tiempo. Es algo más serio que sólo trazar un par de rayas, y firmarlas y cobrarlas. Si todos los arquitectos fueran coherentes y honrados y sensatos, y con ellos las instituciones, las cosas se arreglarían.

Un día un compañero mío de curso, de mi misma edad, me dijo que él había hecho ya 2.000 edificios. Cuando volví a casa conté y comprobé que yo sólo había hecho 37 edificios. Shakespeare ¡qué casualidad! sólo escribió 37 obras de teatro, ¡pero qué obras!

-En la Bienal de Arquitectura que se celebró en Cádiz en septiembre se habló mucho de la apuesta que debe hacerse por la rehabilitación. ¿Qué tiene que decirle a los jóvenes arquitectos que miran su obra sabiendo que tienen muy difícil proyectar algo propio?

-Creo que en ciudades como la nuestra, con un patrimonio excepcional en cantidad y en calidad, la rehabilitación debería estar a la orden del día. Y es compatible, complementaria, con el desarrollo de una arquitectura contemporánea de primer orden. La que hacen los arquitectos de Cádiz que antes cité y otros muchos.

-¿En qué proyectos anda ahora sumido Alberto Campo Baeza?

-Precisamente en un proyecto en Cádiz. En Zahara, en Atlanterra. Estoy levantando la que quizás va a ser mi obra más radical: una casa al mismo borde del mar, que casi no se va a ver. Me ayudan Tomás Carranza y Javier Montero como arquitectos y Manuel Cebada como aparejador, todos ellos excepcionales. Y por primera vez en mi vida un constructor, Ernesto Vega, Islecons, que está haciendo todo muy bien. Estoy poniendo allí lo mejor de mí.

-Dicen que es usted un hombre alejado de las nuevas tecnologías. Del móvil o el reloj. ¿Es necesario el whatsapp?

-Se equivocan. Soy, somos afortunados de estar en este tercer milenio con una tecnología que hace posible materializar muchos sueños. Y más los de los arquitectos. En mi última obra construida en Zamora hemos trabajado con el vidrio al límite usando una tecnología existente que ha hecho posible el viejo sueño de "construir con aire". Todo construido con elementos de producción industrial actual. Y mi último libro publicado en inglés, Principia Architectonica, tiene las notas en QR. Que no tenga coche ni tele ni reloj ni móvil no significa que no apueste por las nuevas tecnologías. No es necesario el whatsapp. Prefiero la libertad.

-Aparte de arquitectura. ¿Qué otros libros y manuales se pueden ver en su biblioteca?

-En mi biblioteca hay más libros de poesía que de arquitectura ¡y mira que hay libros en mi biblioteca! Y entre los poetas un buen puñado de poetas de Cádiz, que son universales. Desde Javier Vela que es magnífico, hasta Pablo Baena o José Manuel Benítez Ariza. Y Jesús Fernández Palacios y José Luis Cano. Y José Ramón Ripoll y José María Velázquez Gaztelu, que además de poetas son de la gente maravillosa de la radio. Y tantos otros. Y es que Cádiz es tierra de poetas.

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