Cultura

"Los dioses de la India chocan mucho menos a un latino o a un católico"

  • El escritor Agustín Pániker hablará esta tarde sobre 'El culto en un templo de la India', en la sede del Colegio de Arquitectos gaditano. Su presencia se incluye dentro del ciclo dedicado al país asiático

Su padre, el filósofo Salvador Pániker, se define como "indocatalán". Agustín Pániker (1959) ríe ante el apunte y no deja de comentar su asombro: "Porque en realidad, mi padre -indica- ha sido siempre muy anglosajón". De hecho, Salvador Pániker sólo estuvo una vez en la India, hace cuarenta años, y no volvió. Agustín Pániker ha visitado varias veces el país y ha escrito varios ensayos imprescindibles para intentar comprender la poliédrica realidad del país de su abuelo. Entre ellos, El jainismo, Indika o Los Sikhs. Pániker hablará esta tarde, a partir de las 20.30, sobre El culto en un templo de la India en la sede del Colegio de Arquitectos, dentro del ciclo dedicado a la India que este año organiza la entidad.

-La primera pregunta ante una charla con ese título sería en qué templo indio: hindú, musulmán cristiano, jainista...

-Exacto, sí. Pero en este caso hablaremos de tres tipos de templo. Básicamente, por supuesto, el templo hindú, que no deja de ser la religión mayoritaria en India, con 800 millones de personas. También los templos jainistas: una doctrina que practican 5 ó 6 millones personas y que es ateísta, no tiene dios, con lo cual a nosotros un culto así nos puede resultar extraño... Y, por último, las características de un templo sikh, religión también minoritaria, estrictamente monoteísta y, a grosso modo, un poco a caballo entre hinduismo e Islam. Los sikhs veneran un libro sagrado que ocupa el lugar de lo divino revelado y que habla a los devotos, aunque no hacen estrictamente lo que llamamos un culto al libro.

-¿Los Vedas no hablan a los devotos?

-Los Vedas conforman un cuerpo diverso y variado que no es significativo para la vida de los creyentes. Es diferente la calidad del texto védico a la del Corán o la Biblia o la del Libro Sagrado de los sikhs.

-¿Qué nos causaría asombro al entrar en un templo hindú?

-El templo hindú tiene un poco de ese mundo de mitología, con tantos dioses y diosas. Dependiendo del templo, uno puede encontrar cosas realmente inauditas, como la diosa Durga, con diez brazos y armada, luchando con demonios para proteger a los devotos... Mira, mi abuelo era hindú y mi abuela, catalana. Y cuando iban a Andalucía, mi abuelo decía: "Estoy como en casa" y mi abuela era la que se sentía más extranjera... En el norte de Europa, se extrañan mucho más ante toda esta amalgama de dioses, que choca mucho menos a un latino o a un católico.

-¿Cuál sería la principal diferencia con un templo occidental?

-Todo los templos hindúes tienen una habitación vacía destinada a que el devoto visualice una divinidad, como una especie de capilla. El templo puede estar dedicado a un dios determinado, Siva o Brahma, pero en ese rincón cualquiera puede visualizar a su dios ...

-Iconográficamente, llaman la atención el movimiento que tienen las figuras hindúes frente al hieratismo cristiano...

-Bueno, las imágenes del jainismo también son hieráticas, pero sí es verdad que el hinduismo está lleno de acción y movimiento... todo tiene una simbología riquísima. Pero, a medida que uno entra en el templo, esta exuberancia va desapareciendo. El lugar en el que está la imagen central, de hecho, es bastante oscuro, austero, en contraste con el exterior barroco y repleto de dioses y sensualidad.

-Llama la atención la doctrina jainista, sin dioses y no violenta, con ese respeto tan profundo a todas las formas de vida... ¿de dónde salen esos preceptos?

-Los preceptos jainísticas son netamente índicos, recogen una serie de antiquísimas corrientes ascéticas, yóguicas, casi chamánicas y cristalizan en una religión más institucionalizada: textos, doctrinas, códigos monásticos… Solemos aceptar que Mahavira fundó el jainismo y Buda, el budismo. Pero son, simplemente, las primeras figuras históricas de las que tenemos constancia... Buda tiene la sensación de estar innovando, aunque dice que recoge cosas (en Asia no está bien decir que uno innova, aunque lo haga) es, claramente, un innovador. Mahavira, sin embargo, dice que se limita a reorganizar cosas que están en marcha. Sus características de desapego, austeridad, no violencia… las ilustró precisamente una figura como Gandhi, que practicaba un ascetismo muy propio del jainismo.

-¿Es el jainismo una sublimación del panteísmo?

-En el panteísmo todo es divino; el jainismo niega el concepto de un creador y es bastante mecanicista, igual que el budismo. Pero sí le dan ese concepto espiritual a todo ser vivo (animismo). Eso que dices no es descabellado: el jainismo tiene una sensibilidad muy animista, todo está imbuido de vida. Todos somos equivalentes y el respeto hacia toda forma de vida, sea la hormiga o una gota de agua o una llama o una brisa, se ha de mantener. Todos hemos sido todos los seres vivos del universo. Lo que podría ser un individualismo muy feroz, la doctrina del karma lo suaviza con un sentimiento de hermandad entre todas las formas de existencia.

-¿Qué tiene que ver la práctica del desapego de ansias y deseos con nuestra doctrina estoica?

-Los estoicos puede que recibieran mucha influencia de la India. Si hay una corriente filosófica oriental que yo detecto fuertemente en occidente es precisamente ésta. Ahora, si procede del Bhagavad Gita o del jainismo o de más allá, no se sabe. Pero creo que no es una conexión casual: algunos de los primeros estoicos y escépticos surgieron a partir de la incursión de Alejandro Magno en la India. Y hablan del encuentro de las tropas griegas con los sabios. De oriente a occidente pudo pasar esta corriente del desapego así como hay cosas que de Grecia pasaron a India, por ejemplo, toda la atomística de Leucipo y Demócrito: la visión del universo jainista está compuesta por átomos, algo casi calcado del modelo griego.

- ¿Cuál es la historia de su apellido Pániker/Panikkar?

-Panikkar es un apellido del sur de la India, de Kerala, y como tantos apellidos es un título de casta, de los nayar. Los nayar eran guerreros aristócratas y nobles, maestros de artes marciales de la corte. De hecho, en la zona, aún hay muchos con mi apellido que se dedican a enseñarlas.

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