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El que juega con fuego...

  • Lamentable Al Cádiz le empatan en el minuto 89 por su falta de ambición Incomprensible Calderón experimenta de inicio con tres medios centros en una apuesta que se salda con un estrepitoso fracaso

Incomprensible lo que se vio ayer en el estadio Helmántico. Impropio de un equipo que, supuestamente, aspira a pelear por el ascenso y sintomático de cuáles son las opciones reales a falta de 18 jornadas para el final de la Liga. En partidos anteriores se podía hablar de errores arbitrales o de desacierto en el remate, pero en este caso sólo se puede hacer de falta de ambición por parte del entrenador y de los jugadores y de un planteamiento inicial de Calderón que sólo él puede entender.

El Cádiz saltó al campo con un nuevo sistema. Por delante de la defensa actuaban Diego Rivas, Miguel García y Fleurquin. Según Calderón, la idea era tener la pelota y aprovechar la velocidad de Natalio y de Gustavo López. El resultado fue que durante muchos minutos se renunció a un banda, que no hubo control real y que se quedaron en el banquillo algunos de los futbolistas con calidad de la plantilla y sin vestir un medio centro, Bezares, que no está peor que ninguno de los que ayer fueron titulares. Por supuesto que hay que respetar la decisión del entrenador gaditano, pero este sistema no se había trabajado en ningún entrenamiento de la semana y eso se comprobó durante el partido porque el equipo no sabía a qué jugaba.

Pero, claro está, no sólo no se ganó por emplear un sistema determinado. También por el desacierto de los futbolistas y por la falta de ambición que se pudo detectar en el equipo, con una preocupante inercia a meterse atrás cuando va por delante en el marcador. Ya le ha pasado en otras ocasiones y casi siempre con nefastas consecuencias. Además, Calderón en este caso no estuvo fino con los cambios porque no mandó precisamente un mensaje a sus hombres de que quería rematar al rival. Con la entrada de De la Cuesta por Natalio a cinco minutos del final, por ejemplo, invitaba a encerrarse todavía más. Y llegó el empate, cómo no.

En el primer tiempo el experimento salió mal. Bueno, eso sin contar el gol de Bangoura. Dio la impresión en todo momento de que el equipo no sabía cómo situarse. Un cambio de sistema para el que parecía no estar adaptado el conjunto amarillo. Tanto el Cádiz como el Salamanca hicieron un pésimo primer periodo, lleno de imprecisiones, aunque a decir verdad, los locales dispusieron de más ocasiones para ponerse por delante.

El trivote cadista no funcionó en esta parte del encuentro, ya que no fue efectivo ni en la construcción ni en la destrucción. Además, el Cádiz estaba descompensado porque Gustavo López comenzó por la derecha y después, al cuarto de hora, pasó a la derecha. Una banda u otra quedaban huérfanas, ya que ni Fleurquin, ni Rivas, ni Miguel tienen capacidad para ayudar al lateral de una manera constante. Por encima de todos ellos brillaba Jorge Alonso, centrocampista del Salamanca que destacaba con sus excelentes pases en largo. De varios de ellos llegaron centros para David Rodríguez, que se imponía una y otra vez a los centrales amarillos, aunque no contaba con acierto para superar a Contreras.

En ataque el Cádiz se volcaba hacia la izquierda porque es donde tenía la referencia de Gustavo López, pero ni por allí creaba peligro ni tampoco en las ocasiones en las que se empeñaba en entrar por el centro. Menos mal que al filo del descanso Natalio protagonizó su única acción positiva de este periodo y, tras luchar por un balón con la defensa, ponía un buen centro para que Bangoura hiciera su primer gol de amarillo.

El resultado era milagroso y mucho había que mejorar para aguantarlo. Estaba claro que el Salamanca se iba a lanzar al ataque, pero cabía la esperanza de que el tanto impulsara a los amarillos y que la salida al campo de futbolistas que compensaran el once acercara un segundo gol. Pero la realidad era otra, ya que desde el inicio de la segunda parte se vio al Cádiz sin tocar, dominado e incluso embotellado. No se trata de menospreciar al Salamanca, pero se trata de un rival sin tantos recursos como para encerrar permanentemente a un equipo como el Cádiz.

Los minutos iban pasando y el conjunto de Calderón no lo pasaba mal del todo porque los charros no creaban ocasiones claras. Mucho centro y mucha presión, pero Contreras veía el partido relativamente tranquilo. La pena es que el Cádiz no se lanzaba de verdad a por el partido, entraba un delantero por otro y Kosowski por Miguel, pero las cosas no cambiaban. Sólo en alguna acción aislada pisó el equipo gaditano el área local en la segunda mitad, mientras que el Salamanca iba a más hasta que empató con otro remate de cabeza de David Rodríguez. El justo premio para unos y el justo castigo para los otros. Con partidos así, hablar de ascenso es una falta de respeto hacia el cadismo.

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