Guerreros para la batalla final

La guerra entre el Real Unión y el Cádiz comenzó el pasado domingo en el fortín del Ramón de Carranza. Ambos conjuntos se repartieron de lo lindo, pero los vascos usaron armas más sucias. Aún así, saldaron el primer encuentro con más bajas. Aitor Sanz y Gabarain entregaron sus botas y no podrán ayudar a sus compañeros en el Stadium Gal de Irún. En el Cádiz, todos acabaron con recuerdos en forma de heridas. Un rasguño por aquí, un moratón por allá... "Es la primera vez esta temporada que veo al Real Unión dar tantas patadas", aseguraba ayer un periodista de Noticias de Gipuzkoa a este periódico.

El fútbol dicen que es de hombres y eso es lo que dijo Julio Peguero, director deportivo del club, que iba a fichar para el Cádiz: "hombres y no nombres". Los guerreros se preparan para la última y decisiva batalla y ayer todos los tocados empezaron a dar signos de recuperación. El único que puede decirse que está descartado es Raúl López, que con su esguince en la rodilla izquierda sólo podría vestir de corto en caso de milagro. Mientras, Toedtli y Carlos Caballero, que salieron el pasado domingo del Carranza con sendos golpes, ya ven la luz de la recuperación. El madrileño entrenó a buen ritmo y el argentino hizo lo justo para ponerse en las manos de Juan Solla. Su tobillo va mejorando y a día de hoy sólo es duda de cara al domingo.

Mientras unos se recuperan, otros dan sustos. Ayer lo dio Dani Fragoso, en una acción con Álvaro. Su gemelo amortiguó un mal movimiento de la pierna derecha.

Para Antonio Fernández Cubero todos los jugadores estarán disponibles, salvo Raúl López y Juanma Hernández, que el martes viajará a la clínica Fremap de Barcelona. No se quieren mostrar las cartas para futuras sorpresas y es lícito. Más lícito aún desde el gol de estrategia de Toedtli del pasado domingo que puede acabar significando un ascenso.