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Bicentenario

Un paseo para redescubrir el 12

  • Realizamos una ruta por la ciudad para conocer los edificios y lugares que tuvieron un papel destacado en los acontecimientos que se desarrollaron hace doscientos años

Me dirijo al Centro de Recepción de Turistas del paseo de Canalejas. Quiero realizar una ruta por los sitios más significativos del Doce. Por eso pido información a una chica que me saca un mapa de la ciudad y me señala algunos puntos: el Oratorio y el Museo de las Cortes, la Casa Pinillos y el Monumento de la plaza de España. Como la información que me ofrece es algo escasa, me entrega un folleto con cuatro paseos por Cádiz, uno de ellos, el cuarto, se denomina 'Constitución gaditana' y se reconoce por la línea azul pintada en el suelo. También me da un pequeño librito, '1812. Un paseo por el Cádiz de La Pepa', que contiene información y recorridos para conocer un poco más a fondo estos lugares.

Mi punto de salida será el Oratorio, centro neurálgico de las celebraciones del Bicentenario, pues fue aquí donde se ideó y firmó la Carta Magna. El templo, que ha sido restaurado para los actos, impresiona por su bóveda, el color azul de sus paredes y el mármol, que transmiten una sensación de frío y recogimiento, y por el Retablo Mayor, donde se encuentra ubicada la Inmaculada de Bartolomé Esteban Murillo. Es una de las joyas de la corona de la ciudad y se nota que se han cuidado a fondo todos los detalles.

A su lado, el Museo de las Cortes. En sus tres plantas se exhiben un buen número de objetos de los siglos XVIII y XIX, entre cañones, cuadros, armas... En la planta baja sobresale una talla gigante de la Virgen del Rosario y se pueden ver óleos de gaditanos ilustres como José Celestino Mutis y Rosario Cepeda, pero es en el primer piso donde está ubicado el gran atractivo de este museo. Se trata de la enorme maqueta de Cádiz, realizada entre 1777 y 1779 con maderas nobles, marfil y plata, y que traza un perfil muy preciso de la ciudad en el siglo XVIII. Además impresiona porque sobre ella está colgado el cuadro de Salvador Viniegra, La promulgación de la Constitución de 1812, que recoge el tan ansiado momento de la caída del absolutismo.

La tercera planta ofrece un recorrido muy ameno. En ella se dispersan figuras que recrean el Regimiento de las Cortes como capitanes, oficiales, artilleros, etc. También hay armas como espadas, escopetas o pistolas que se conservan en muy buen estado, un modelo a escala del navío de guerra Victory, de 1805, o el cuadro de la muerte de Churruca en la batalla de Trafalgar. Antes de abandonar el Museo, un consejo: observen la maqueta desde el tercer piso.

Mi próxima parada es el Centro de Interpretación del Doce. Más moderno y funcional que el anterior, guarda en su interior extractos del Cádiz de la época, su Bahía, el comercio o el papel de la mujer. Destaca en la primera planta una mesa, montada con su vajilla y todos los accesorios, pero colgando del techo con algunas piezas rotas, lo que pretende ser una alegoría del fin del Antiguo Régimen.

Tras esta visita, me encamino a la plaza de San Antonio, uno de los puntos más animados de la ciudad en 1812 y ahora también, en 2012. La plaza, amplia y luminosa muestra orgullosa todos sus encantos. El Casino, la Casa Aramburu o la Casa Pemán llaman la atención del caminante. Pero antes nos fijamos en la placa, que muy cerca de la calle Torres, recuerda que fue en Cádiz donde se inventó la Lotería Nacional, concretamente el 4 de marzo de hace doscientos años.

El actual Casino fue residencia en la época de Tomás Istúriz, promotor de la Junta de Gobierno de la Defensa de Cádiz, y ahora es la sede de la Fundación de Estudios Constitucionales 1812. Si estos motivos no convencen al turista, sí lo hace su arquitectura interior.

Cuenta con un patio central que invita a relajarse, tomar el té y leer sin prisas, tal es la sensación de paz que transmite. Pero sobre todo destaca por la belleza de su ornamentación de ambiente neomudéjar del siglo XIX.

Mis pasos me llevan hacia la iglesia del Carmen, que fue el templo donde se celebró el solemne Te Deum, una misa de acción de gracias por la feliz conclusión del texto constitucional. Cerrada por la mañana, sólo pude contemplar su fachada, con algunos desconchones y que no tiene en estos momentos su mejor cara.

Después de un breve paseo por la Alameda Apodaca, asomada a la balaustrada por donde los gaditanos han visto pasar barcos a lo largo de la historia por su Bahía, llego a la plaza de Mina y me dirijo a la Casa Pinillos. En este edificio, amplio y en el que la luz se cuela a espuertas, se encuentra el documento original de la Constitución de 1812 en dos copias, una manual y otra impresa.

La última parte del itinerario me lleva a la plaza de España. En lo alto se asoman las torres miradores que alojaban sobre todo a los comerciantes. Concretamente la Casa de las Cinco Torres y la Casa de las Cuatro Torres. Gran parte de esta última muestra un aspecto lamentable, ya que su exterior está destrozado, desvencijado y vencido. Los cristales rotos de las ventanas y las palomas que revolotean sin pudor, desentonan con un entorno más limpio y cuidado. La Casa de las Cinco Torres por ejemplo sí se luce. En estos edificios los comerciantes tenían sus viviendas, que se componían de una planta baja con un amplio patio, un entresuelo con oficinas, una segunda planta, donde estaban los aposentos y una tercera dedicada al servicio. Culminándola, una torre vigía para mirar al mar.

También muy relacionadas con el mar están las murallas de San Carlos, una de las muchas construcciones defensivas que necesitó la ciudad en los siglos XVIII y XIX. Fue ante esta fortificación donde se situaban las flotas holandesa, inglesa y francesa que buscaban un flanco por el que entrar. Ahora mismo no ofrece su mejor aspecto, hay partes del firme levantadas y ciertas zonas muy sucias y abandonadas, pero supone todo un placer pasear y observar el infinito.

La ruta me acerca al Monumento a las Cortes, Constitución y Sitio de Cádiz. Rehabilitado hace poco más de un mes, fue erguido por el arquitecto Modesto López Otero y el escultor Aniceto Mariñas en 1912 para conmemorar el primer Centenario de la Constitución.

Representa el hemiciclo parlamentario y tiene un pilar central de 32 metros de altura para que se viera desde el mar este símbolo de la libertad. Delante de él posan numerosos turistas para hacerse la foto de rigor.

Llegamos al final: el Palacio de la Diputación Provincial de Cádiz, que fue el punto de partida del recorrido de la proclamación de La Pepa. Ante este edificio se realizó la primera lectura pública del texto constitucional.

Poco visitado por los turistas, cuenta con grandes tesoros en su interior, como el Salón Presidencial o el Salón Regio, que sirvieron de refugio a la reina Isabel II durante el asedio de las tropas napoleónicas y fue el lugar donde Fernando VII estuvo preso durante el último periodo del Trienio Liberal, en 1823.

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