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Sociedad El final de una pesadilla

El obrero indultado vuelve a tener faena

  • Francisco Daldes, condenado a dos años por robar un belén en 1999, salió el viernes de Puerto 2 después de que el juez suspendiera la pena. Mañana regresará a su puesto de trabajo

Una pesadilla de un mes ha sido el preámbulo de la noticia más importante que Francisco Daldes ha recibido en su vida. "Recoge tus cosas que te vas en libertad". Francisco creía que era "una broma" lo que el funcionario de prisiones de Puerto 2 le estaba diciendo en la tarde del viernes. Llevaba preso desde finales de febrero por un delito que había cometido en el año 1999 y por el que se le juzgó en 2004. Robó un belén en una finca de la calle Santiago que él creía "abandonada". Vendió el nacimiento por 2.000 pesetas acuciado por sus problemas con la droga. Cuatro años después del juicio, dos policías le detuvieron en plena calle. Fue un mazazo para su familia. Francisco, ex toxicómano, se había rehabilitado y llevaba cinco años trabajando en la construcción. Su sueldo mantenía a esposa y dos hijos, un joven de 17 años y una niña de cinco. Desde que le apresaron, Esperanza Delfor, su mujer, junto a varios colectivos ciudadanos e instituciones públicas han presionado para que un hombre reinsertado en la sociedad no tuviera que cortar de raíz su porvenir por un delito de antaño.

El juez suspendió la pena y Francisco Daldes salió de la cárcel a las siete y veinte del pasado viernes. "Llamé a mi mujer para decirle que me recogiera. No se lo creía y me dijo que le diera tiempo para buscar un coche con el que ir a buscarme. Mi familia llegó a las nueve de la noche", cuenta Francisco ya en su domicilio de la calle Cristo de la Misericordia, en el corazón del barrio de La Viña, donde dice que ha vivido siempre sin fugarse a pesar de que le vendieron la detención como busca y captura de un ciudadano que conoció su condena nueve años después de cometer el delito. La justicia no anda muy fina últimamente.

Al dolor de su familia por la detención se unía el temor a que Francisco volviera a coquetear con las drogas en el interior de la prisión. "Sólo espero que sea capaz de resistir", deseaba su esposa días después del ingreso de Daldes en prisión. Fue en el año 2000 cuando ingresó en prisión por un robo anterior y pidió rehabilitarse en la cárcel. Lo consiguió. Desde entonces está limpio.

En Puerto 2, donde asegura que le han tratado correctamente, se sentía impotente viendo cómo los únicos recursos económicos que entraban en su casa se habían acabado con su detención. "Yo, al fin y al cabo, allí tenía luz, agua y comida, pero en mi casa se podían quedar sin todo lo básico. Estaba que no vivía", recuerda.

Daldes asegura que no pudo dormir en su primera noche en casa después del cautiverio. "Por la mañana me fui a buscar a mi jefe, Juan Antonio Quiñones, que se ha portado muy bien conmigo mandando al juez una carta de recomendación para demostrar que soy un ciudadano rehabilitado", comenta Francisco. Hasta su detención era, junto a un compañero, encargado de obras de la empresa Predios. Trabajaba entonces en una finca de la calle Honduras, aunque Francisco fue a buscar ayer a su jefe a Adolfo de Castro, 17, otro inmueble donde está actuando la citada empresa. "El lunes volveré. Mi jefe me ha dicho que firmaré de nuevo el contrato y me pondré manos a la obra", cuenta con ilusión.

Daldes agradece el apoyo recibido desde diversas instituciones y particulares. El Ayuntamiento de Cádiz se había ofrecido incluso a la familia para ayudarla económicamente si el padre de familia permanecía en prisión, amén de sumarse a la petición de indulto.

Francisco volverá mañana lunes al tajo en la finca número 17 de Adolfo de Castro. "Tengo que terminar los techos de escayola de los cuartos de contadores de electricidad y agua y el de telecomunicaciones", relata como tarea pendiente. Allí estará en plena rehabilitación de una finca el rehabilitador rehabilitado.

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