Una semana de crucero, a gastos pagados, y una mañana para pasear por una ciudad pequeña pero con tres mil años de Historia, ¿pararse a comprar? No, gracias. ¿Tomarse algo en una terraza? Muchos turistas bajan del barco con el picnic ya completo (agua, bocadillo y una pieza de fruta), otros vuelven a la hora de comer al hotel flotante.

Al tomar el pulso a los negocios del centro de Cádiz, todo es pesimismo en cuanto a los cruceristas se refiere. Quizás las expectativas creadas fueron demasiadas (según un estudio encargado por la Autoridad Portuaria, cada crucerista se dejarían en la capital unos 60 euros). El caso es que prácticamente todos coinciden en señalar los dos días de la avalancha de los viajeros del mar como un "rotundo fracaso". Así, los cruceristas han sido ya apodados como 'turistas extra diesel' porque andan mucho y gastan poco y no han tardado en correr por la ciudad leyendas urbanas como la de los dos guiris que compartieron un café en la plaza de la Catedrales.

Por ello, si durante el día del martes fueron muchos los comercios que adaptaron su horario para abrir de manera initerrumpida, sin descanso a la hora de comer, al día siguiente, miércoles, muchos optaron por volver al horario habitual tras la decepción.

Francisco Jaime, de libros 'El Pópulo', comenta como incluso el miércoles se decidió a cerrar a las tres de la tarde cuando vio que "la cosa ya no daba más de sí". Reconoce, a pesar de todo, que vendió "un poquito más de lo normal", pero opina que "le han querido dar mucho bombo al tema y se han equivocado". Por todo ello, refiriéndose a los comerciantes, remata: "Por nosotros no ha quedado porque yo soy el primer interesado en abrir las horas que haga falta, sin que nadie me lo diga si veo que la cosa va bien, pero no así".

De este modo, los negocios que han permanecido abiertos han sido básicamente los que ya lo hacen durante todo el año. Como Sonia García, de 'Souvenirs Columela', que se encontraba totalmente sola en su negocio alrededor de las cinco de la tarde. "Hay otros días que se vende más de lo que hemos vendido en estos dos", afirma. Asimismo, Sonia asegura que de entre los cruceristas los que más dinero se dejan son "sin ninguna duda los italianos y jóvenes, porque las personas mayores no gastan nada".

Antonia Castañeda, del puesto 'Lilas' en la tradicional Plaza de las Flores, también permanece siempre con su negocio abierto todo el día y se suma al descontento generalizado: "Se paran a mirar postales, que valen 50 céntimos y ni siquiera eso compran, no han dejado nada, estan tiesos", asegura.

La hostelería por su lado, tampoco parece haber notado el esperado efecto positivo de los cruceros. Una de las viandas más típicas de la Tacita, el pescaíto frito, no atrae lo suficiente al inglés, francés o alemán. Donde esté su fish and chips que se quite el cazón en adobo, pensarán. Y es que según Manolo Butrón y Jesús Oliva, de la freiduría 'Las Flores', "a excepción de unos griegos que vinieron y se hartaron de pescado y gambas, ha sido peor que un día normal, un auténtico rollazo". Manolo cuenta como estuvieron "con refuerzos y sin librar y después no hubo ni el Tato". Por lo que el miércoles trabajaron como de costumbre entre semana.

Finalmente, en medio de este desierto de pesimismo se encuentra el oasis de los que sí han 'hecho el agosto'. La empresa de autobús turístico City Sightseeing, que opera en Cádiz desde el pasado año, casi ha doblado sus paseos. Según cuentan Víctor Manuel Morales y Nizar Sary, empleados de la misma, si un día cualquiera se llevan a cabo 27 recorridos, en la jornada del miércoles se realizaron 42, siendo la franja entre las nueve de la mañana y las doce del mediodía la hora punta de mayor afluencia. Ingleses y alemanes, son los más interesados en su oferta y cada pasajero paga quince euros por usar el servicio las veces que quiera durante 24 horas. Así, Sary sentencia: “Los cruceros se han notado muchísimo”.  Pues que le pregunten a los de las tiendas...