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Cádiz

¿Regenerar o degenerar?

  • Arrojar toneladas de arena, además de costoso, no sirve para nada, como han puesto de relieve los distintos estudios realizados por varios organismos

Hagamos memoria. Febrero de 1991. La Guerra del Golfo distrajo la atención de una maquinaria con tubos que se dirigía sigilosa a la Playa Victoria para "regenerar" sus arenas. La última propaganda socialista de las elecciones municipales había mostrado a su candidato con la playa al fondo. Mensaje subliminal de un equipo de gobierno que, mediados los ochenta, le había cambiado la fisonomía al Paseo Marítimo y a la arquitectura de la Victoria, desechando casetas privadas, en beneficio de un nuevo equipamiento urbano, con aires de modernidad.

Faltaba arena por un tubo, y ya estaba el tubo. Y dentro de éste, por mor de la draga, venían miles y miles de metros cúbicos de arena del saco interior de la Bahía, con los efectos irreparables que en la fauna y flora provocarían.

Un grupo de ecologistas, entonces Colectivo Araucaria, intentamos frenar lo que la administración socialista no estaba dispuesta a impedir: la acción salvaje de sepultar con toneladas de arena los bajos rocosos conocidos como Punta del Poniente, Los Cabezos o Laja de San José, de un alto valor medioambiental. Presentamos escrito de marzo de 1991 al delegado de la Agencia del Medio Ambiente para que, de acuerdo con la ley de Inventario de Espacios Naturales de Andalucía, fuese tramitada la propuesta de declaración de "monumento natural" ante el Consejo Provincial. A día de hoy, es decir, 20 años más tarde, aún no han contestado.

Los efectos demoledores de aquella primera acción destructora, encima "vendida" bajo el engañoso marchamo de "regeneración", fueron tremendamente devastadores para la fauna y para la flora. Con las toneladas de arenas aplastando el ecosistema se mató una cantidad enorme de especies que no han vuelto a aparecer. No hace falta mencionarlas todas, sería una lista prolija, pero subrayemos que una gran comunidad animal y vegetal pereció. A cambio se creó una playa donde no la había porque (así nos dijo un concejal): "era una vieja aspiración socialista unir La Victoria con Santa María del Mar". (Nuestra respuesta fue que también José León de Carranza, marqués de Villapesadilla, estuvo a punto de derribar el barrio de Santa María para que la avenida López Pinto desembocara en la plaza de San Juan de Dios; esperpéntica pesadilla y vieja aspiración franquista de los cincuenta que, por fortuna, no se materializó).

Una de las grandes razones del por qué ese roquedal intermareal urbano estuvo bastante bien conservado, antes de encontrarse herido de muerte, era, precisamente, al estar ubicado en una zona con una línea de pleamar altísima. Por eso había bloques que defendían el lienzo de muralla en marea alta, desde el actual Barra 7 hasta La Mirilla y por eso no existía playa alguna. Sólo en marea vacía la naturaleza te ofrecía, generosa y gratis, sus mejores lecciones de biología. Pero ahora, con medio roquedal sepultado y con los bloques retirados de la muralla, se creó una seudo playita con arena artificial.

En este punto miremos por la mirilla del tiempo para comprobar cómo a la propia "mirilla" le interesó un acceso donde ahora había playa; acceso a la seudoplayita; sinergia con ene de negocio y ene de naturaleza. ¿Se entiende no?

En esto hay cambio de signo político en el Ayuntamiento de Cádiz y el Partido Popular hereda una playa donde no hubo playa; la seudoplayita, y lo más grave de todo: hereda la mentalidad destructora de la "regeneración", que amplía con la irrespetuosa contaminación lumínica y la bochornosa botellona ilegal disfrazada de barbacoas, que tanto interesan a los sectores beneficiados de este modelo de playa de papel cuché.

Tras un escrito de 30 septiembre de 1999 dirigido a la alcaldesa en el que Ecologistas en Acción le solicitábamos una reunión con carácter urgente, ésta se produjo con el, entonces delegado de Playas, Jesús de Sobrino, ya que "la alcaldesa tiene la agenda muy apretada" (sic), según literalidad de la contestación municipal. Reunidos quien suscribe con los profesores de biología José Lucas Cervera y José Osuna y el concejal Jesús de Sobrino, se alcanzaron varios principios de acuerdo, nunca puestos en práctica por el Ayuntamiento de Cádiz en lo relativo a la conservación del roquedal, parcialmente desenterrado, pero siempre con los efectos irreversibles que la primera gran degeneración de arenas causó.

Reiteradas peticiones de Ecologistas en Acción se le han dado traslado al consistorio gaditano, como la presentada por José María Ramírez, Javier y José Osuna en 2001, o la presentada por Daniel López el 16 de junio de 2004, sin que hasta el momento haya habido la menor muestra de sensibilidad medioambiental para este conjunto intermareal.

A raíz de los durísimos temporales que hemos padecido en este invierno de 2009, se han encendido todas las alarmas sociales y se le ha "vendido" al ciudadano una imagen apocalíptica de la playa Victoria que nada tiene que ver con la realidad. Que se hayan producido grandes escalones de arena no significa que se haya perdido arena. Porque una gran parte de esa arena se ha redistribuido en otras zonas de la orilla, se ha enrasado, se ha desplazado a lo largo del litoral y se ha depositado en franjas que antes presentaban una considerable menor cantidad de arena. La batimetría lo precisará. Ocurre todos los inviernos y, especialmente, en aquellos cuyos temporales del SW arrastran mucha arena en suspensión; sus causas son conocidas: la Rompiente de Caída, la Rompiente de Inmersión y el fenómeno de la Deriva de Playa.

Pero claro, el ciudadano de a pie sólo ve el escalón de arena y cree ver -y así se lo hacen creer- que en la Victoria ha ocurrido lo que en la Barrosa. En medio de toda esta histeria, en un pleno municipal, todas las fuerzas políticas de la ciudad -no dudo que con buena voluntad- entran al trapo del espejismo en forma de propuesta, obvian el daño medioambiental y se unen en votación y a mano alzada en solicitarle a la Demarcación de Costas la "regeneración" de arena; actuación efímera, inútil, con fecha de caducidad, dilapiladora de recursos públicos y con el riesgo, una vez más, de sepultar estos bajos rocosos, porque La Victoria -según todos- "ha perdido mucha arena".

A todos y a cada uno de los representantes políticos que en el pasado pleno aprobaron con sus votos y mano alzada unirse a la alcaldesa para pedirle a Costas la "regeneración" de la arena, tengo la posibilidad de mostrarles un documento gráfico, incontestable, que demuestra que es una auténtica falacia; es rotundamente falso que la Victoria tenga ahora menos arena que antes, en concreto la zona frente al roqueo de referencia.

En una de las fotografías se muestra la Escalera de caracol y está disparada el 13 de noviembre de 2007 a las 10:44 horas. La otra fotografía muestra el mismo lugar y está disparada el 21 de enero de 2010 por la misma cámara. Tras su contemplación, nadie en su sano juicio y en disposición de decirle la verdad al ciudadano, puede sostener que haya menos arena, como se le está haciendo creer a la opinión pública.

Y faltan importantes detalles de fondo:

Falta hablar del sinsentido que una Administración invierta sumas millonarias para la instalación de arrecifes artificiales, y otra Administración gaste recursos económicos para enterrar los arrecifes naturales existentes.

Falta añadir el enorme coste que para el erario público tienen las "regeneraciones" (un millón y medio de euros).

Falta decir que arrojar toneladas de arena, además de costoso no sirve para nada, como han puesto de relieve los distintos estudios realizados entre otros organismos por el CEDEX.

Falta contar que en ese roquedal han sido descritas para la Ciencia especies de nudibranquios únicas en el mundo, que llevan el nombre de Cádiz en su sinonimia (piseinotecus gaditanus); y que dichos bajos son usados con profusión por los profesores y alumnos de Biología Animal y Ecología de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz.

Falta indicar que el roquedo de la laja de San José es una zona con alto grado de riqueza biológica, como se reseña en la memoria Resumen del Proyecto de Recuperación Ambiental de las playas urbanas de Cádiz.

Falta explicar que el Instituto Español de Oceanografía hace unos años alertaba drásticamente de que el depósito de arenas en las playas probablemente causará un impacto negativo sobre las comunidades fotófilas de roca infralitoral.

Falta exponer que en resolución del 1 de abril de 2003, la secretaría General de Medio Ambiente renunciaba a someter a procedimiento de evaluación de impacto ambiental, pero recogía que la Laja de San José, junto a los Bajos de León, "están considerados como zonas de interés marisquero por la Consejería de Agricultura y Pesca".

Falta informar de que el Cambio Climático está provocando subidas en el nivel del mar que acelerarán los procesos de pérdida de arenas en las playas, frente a los cuales no sirve de nada la "mitigación" (echar más arena), sino la "adaptación" (recuperar las franjas costeras con sus funciones ecológicas preservadas).

Y falta lo que un ciudadano le exige a un político: que digan la verdad.

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