Cádiz

"Mañana te puede pasar a ti"

  • La realidad en toda su crudeza es a veces la única lección · Dos accidentes de moto, uno en Cádiz y otro en Chiclana, dos testimonios con el único objetivo de mostrar las consecuencias de lo sabido y no aprendido

Hace cuatro años Juan Antonio no pudo esquivar un coche. Desde entonces, no habla. Ni él ni su novia tenían puesto el casco. Un domingo de Carnaval de hace tres, resbaló la moto en la que llevaban a Guillermo a casa. Tiene el lado izquierdo de su cuerpo paralizado. Sólo llevaba un 'quitamultas'.

Les pasó a ellos. A Juan y a Guille. Y también a María y a Guillermo, la madre de uno y el padre del otro. Y mañana puede ser cualquiera: un hermano, un padre, un hijo o uno mismo.

"Siempre crees que no te va a pasar a ti, te confías, y cuando te das cuenta te despiertas en un hospital y no te puedes mover, o no sabes quién es tu padre o quién eres tu". Son las reflexiones hiladas de Guillermo, que cuenta su historia por un motivo claro. Para que la gente se ponga el casco, para que no beba, para que no corra. Para que dejen de pensar que la desgracia sólo está cerca de los otros.

La madre de Juan Antonio, María, habla por él y por ella y por todos lo que están en su situación. Cuando la llamaron para decirle que su hijo estaba en Puerto Real, que había tenido un accidente, sólo podía repetir una súplica en su cabeza: "que no se quede parapléjico, por favor, que no se quede parapléjico. Luego me di cuenta de que hubiese sido mejor que se quedara parapléjico, mejor que las lesiones en el cerebro". Los recuerdos le hacen humedecer los ojos y le encogen el pecho pero lo narra porque también tiene un mensaje que dar. Les dice a los conductores de motocicletas "que piensen que llevan un instrumento muy peligroso, que mata".

Guillermo es el padre de Guille y asegura que lo sabía, que una y otras vez, siempre, le repetía a su hijo que tuviese cuidado, que se fuese en taxi; "se lo dije ese mismo día. Cuando me llamaron estaba en Zamora y pensé que estaba muerto". Le avisó la Guardia Civil, que le instó a irse para Cádiz a prisa porque su hijo había tenido un accidente. Antes él, que fue Policía Nacional, tuvo que dar la misma mala noticia una veintena de veces.

Desde entonces intenta asumir lo ocurrido y vive para su hijo. También lo intenta María, para la que estos años su única alegría ha sido que ahora Juan Antonio ande y comprenda cosas y pueda beber solo. En el hospital le dijeron que el chico de 17 años quedaría en estado vegetal.

No se rinden. Tienen un objetivo común que es que sus hijos puedan llegar a valerse por sí mismos, que puedan cuidarse cuando ellos no estén.

Una meta también compartida por buena parte de las familias que han encontrado un punto de apoyo en la Asociación de Familiares de Pacientes con Daño Cerebral Adquirido de Cádiz (ADACCA). Así lo resalta María de Juan, directora del centro, que añade que muchas veces ni siquiera vivir de cerca la tragedia es antídoto e incide en que el problema está en creer que "eso le pasa a los demás".

En este tiempo de lucha todos se han preguntado alguna vez por qué. Unos opinan que es mala suerte, otros piensan que Dios no es justo y Guille tiene claro que la culpa es suya, "yo me monté en la moto", le dice a su padre.

Lo dice a las claras de la misma forma que dice todas las verdades en un impulso de expresión apenas contenido. Y es que el accidente le ha dejado otra secuela: "yo antes era muy tímido y hablaba poco, ahora lo digo todo". Y lo hace con desparpajo a la vez que algunas de sus palabras quieren sentar sentencia. Habla y bromea y le pone chispa y esperanza a la vida, a su vida y su tragedia. Un ejemplo a seguir para los que, no como él, pueden ver con sus dos ojos, pero están (estamos) más ciegos.

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