Cádiz

¿Qué le pasa a la noche?

  • Tras un verano donde el ambiente ha decaído, empresarios y hosteleros analizan la situación que viven estos negocios y los problemas que sufren

Cae la noche en la ciudad y la calle palpita de una forma diferente a lo que estaba acostumbrada. La alegría y el ruido de otros tiempos se han ido apagando. La movida ya no será como la conocíamos. Poco a poco, el público ha venido menos y, con él, la oferta se ha venido abajo. Los bares de copas y las discotecas intentan subsistir a una situación que se ha ido agravando en Cádiz.

"La noche está en quiebra técnica", asevera el presidente de la patronal Horeca, Antonio de María, para definir su situación. No es el único mensaje negativo dentro del sector, ya que existe prácticamente unanimidad en el análisis de su estado. Sentencias como "está en la UVI" o "es el peor verano de mi carrera, nunca he visto a Cádiz tan mal" las realizan profesionales de la noche gaditana.

Las aglomeraciones de hace unos años ya no tienen nada que ver con el movimiento que generan actualmente estos negocios. ¿Qué le pasa a la noche en Cádiz? Son muchos los motivos que han llevado a una situación que, en una ciudad que pone sus miras en el turismo, al final acaba afectando a su economía.

LA LEY Y LA CRISIS

Dos han sido las normas que han afectado directamente al ocio nocturno: la Ley Antibotellón y la regulación de los horarios. La primera de ellas salió adelante gracias a la presión de vecinos y empresarios, eliminando las grandes concentraciones en las calles desde su aplicación en la capital gaditana en enero de 2007. La segunda, en vigor desde 2002, es el principal campo de lucha de los hosteleros, sobre todo en los meses de verano.

"Desde que en 2002 se redujeron los horarios y las actividades, han cerrado muchos establecimientos, ya que tenemos una legislación muy restrictiva en cuanto a los locales, que deben estar insonorizados, tener doble puerta o no tener ventanas. Los días de trabajo, que son los viernes y los sábados, tienes que cerrar esté lleno o no. Con ocho días al mes un negocio no se mantiene", explica Antonio de María.

Este aspecto se ha visto este verano con las terrazas, que deben cerrar a las dos de la mañana. José Luis Rodríguez, propietario del Elephant Club, cuenta sobre este aspecto que, aunque no le afecta directamente al no disponer de ella, si lo hace indirectamente porque "si la gente se tiene que ir a las dos de las terrazas, a esa hora no entra en las discotecas y con una copa todavía pueden coger el coche y marcharse fuera".

Por su parte, José María Rodríguez, relaciones públicas de La Posada de Babylonia, señala que "si alguien viene de fuera, termina a las una de cenar y si a las dos les hacen levantarse de una terraza, al final prefieren marcharse a otros puntos del litoral".

Por ello, recalcan varios empresarios que la oferta de ocio es conjunta y no va por separado, por lo que una normativa más flexible beneficiaría a todos los negocios.

Junto a esto, aparece la crisis económica, que ha arrastrado a gran parte del consumo a su paso. "El problema es que no hay nadie en la noche. En estos siete años de crisis da miedo la situación, ya que no hay disponibilidad de dinero para ir a tomarse a la calle una copa", insiste De María.

CAMBIO DE HÁBITOS

Unido a la crisis, se divisa un cambio de hábitos en el ocio, determinado por el tipo de público. Este se divide en dos: ciudadanos pudientes y los universitarios.

El primer perfil ha ido abandonando progresivamente la noche, por lo que el gasto lo realiza durante la tarde. "Yo como empresario tengo que luchar por que el cliente que salga temprano a comer se quede en la calle hasta que el cuerpo y el bolsillo aguanten. Es más fácil conseguir que copee de día a que lo haga a las cuatro de la mañana", indica Raúl Cueto, propietario del Nahu. Muy parecida es la opinión de Alberto Noya, responsable de la sala Supersonic y que anteriormente también regentó el Spam Klub, que afirma que "nos dimos cuenta que en la segunda hora -por el horario de discoteca- ya no se vendía porque la gente llenaba la sala, pero venía muy justa. La oferta se está intentando cambiar, ya que la gente sale antes y tiene menos dinero. Ahora interesa más la primera hora, aunque la segunda dejaba más dinero. Se han añadido muchas ofertas de cerveza, mojitos 2x1 o añadir algún tipo de comida". Con todo, Noya resalta el problema que tiene Cádiz al ser "una ciudad muy geriátrica", porque "cada vez hay menos gente joven al no haber trabajo".

En el otro aspecto, y más si cabe en el mundo de la hostelería y el ocio nocturno, Cádiz es una ciudad que, por población, es muy sensible a las variaciones. La salida de la Escuela Superior de Ingeniería de la UCA a Puerto Real ya se está notando en estos negocios, a los que acuden además de los autóctonos, alumnos de otras ciudades y Erasmus. "Si las administraciones mandan a los universitarios a Puerto Real, al final acaban saliendo en otras poblaciones. Ya se nota en el movimiento de gente", apunta Cueto.

LA PUNTA DE SAN FELIPE

El principal espacio de ocio nocturno es la Punta de San Felipe. Durante su vida, ha tenido diversas etapas. Lugar para acabar la noche, la instalación del botellódromo en la parte superior cambió su concepto, a pesar de diversos intentos para relanzarla. A la degradación, muy visible en la descuidada parte superior con la ausencia de las mamparas de seguridad y una gran cantidad de pintadas, se une la pérdida de parte su oferta, con el principal exponente en el cierre del Imagina Jardín Bar. "Esto se ha notado bastante. Para revertir la situación hay que ofrecerle a la gente instalaciones y una serie de cosas para que no haya ningún problema, pero difícilmente se va a solucionar. En lo que sí se va a dar un paso es en la construcción de un aparcamiento en el puerto", cuenta Francisco Sánchez, propietario de la sala Anfiteatro.

Uno de los negocios que, en su momento, apostó por una oferta alternativa en esta zona es la sala Supersonic, que se especializó en el rock, aunque, tal como comenta Alberto Noya, "ahora es imposible elegir el público, por lo que tenemos que hacer una oferta llamativa y general".

De los males de la Punta, Noya explica que "el estado es muy precario. Han desterrado a los chavales arriba para hacer el botellón y nos exigen a nosotros que paguemos el agua de la limpieza. Además, está muy mal estructurada porque los locales deberían estar mirando al mar". Con todo, el empresario recuerda el intento de varios empresarios de "cambiar el ambiente con locales nuevos que no fueran del mismo patrón, convirtiéndose en una zona variopinta para gente de todo tipo". Sin embargo, la oferta no cuajó.

En cuanto al resto de la ciudad, la movida se centra en otras dos zonas: los bares del entorno de Manuel Rancés y la unión de Muñoz Arenillas y el Paseo Marítimo. En la primera, apuntan los empresarios que la demanda no se ciñe solo al invierno y en los últimos años el centro ha tenido un importante auge en verano. En la segunda, el conflicto con los vecinos y las restricciones normativas han hecho que haya perdido buena parte de su ambiente. "Se han unido la crisis y la continua atención de la asociación de vecinos contra Muñoz Arenillas. La gente ya no puede beber en la calle y aquí tenemos que vivir todo el mundo. Lo que no puede ser es que a la una de la mañana le tiren a una persona un cubo de agua por fumar en la calle", dice el propietario del Elephant Club, José Luis Rodríguez.

En el otro lado, el presidente de la AVV Muñoz Arenillas, Francisco Moreno, que en su momento lideró la lucha contra el botellón y el ruido en esta zona de Cádiz cuenta que "ya dormimos tranquilos y apenas hay denuncias. La situación está más tranquila a cuenta de la crisis y de que hay más vigilancia. Ha bajado mucho el ambiente y también nos duele porque están buscándose la vida".

LA COMPETENCIA

El aspecto más polémico este verano es la competencia con otras discotecas del entorno que fletan autobuses para que los jóvenes no cojan el coche y puedan salir de fiesta y beber. "La competencia desleal es el mayor de los problemas. Todos tenemos que jugar con las mismas cartas. No existen permisos para discotecas al aire libre y los alcaldes lo permiten como motor económico de la zona. Lo venimos denunciando desde hace dos años y hasta que no pase algo no se hará nada", afirma José Luis Rodríguez, de Elephant Club

Similares son las quejas del resto de empresarios de la capital, que ven como cada fin de semana una parte de su clientela se marcha de la ciudad, un punto que puede incidir en próximos veranos en el propio turismo. "Toda la gente 25, 30 o 35 años ya se busca el alojamiento en Conil o Los Caños. Las familias también se están yendo para que sus hijos no tengan que coger el coche, algo que también está perjudicando al alquiler de viviendas", asegura Antonio de María.

Una tónica que debe llevar a la reflexión para asegurar un modelo de ocio nocturno sostenible que pueda dotar de una mayor vida a Cádiz y que genere mayores ingresos si se quiere dedicar al turismo como industria.

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