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Cádiz

¿Quién defiende las murallas?

  • El borde amurallado de la ciudad, uno de los referentes patrimoniales de Cádiz, presenta tramos con grandes deficiencias, aparte del área de Santa Bárbara

La muralla que flanquea, embellece y potencia el perfil turístico de la ciudad baja la guardia. El sistema defensivo que durante siglos ha protegido Cádiz de los enemigos -en primer instancia- y del combativo océano Atlántico que le azota fuerte cuando toca, padece fuertes achaques propios de la edad, y no tiene quien la defienda.

Quien le defienda a tiempo y bien. En el momento oportuno, justo antes de que el remedio sea peor que la enfermedad. Tras la polémica desatada con la colocación de bloques de hormigón en Santa Bárbara, que ha provocado el rechazo de numerosos colectivos, Diario de Cádiz recorre el perímetro de la muralla y localiza algunos tramos en mal estado, en un itinerario que parte del paseo superior de las murallas de San Carlos y que llega hasta la muralla de Santiago -que es el lienzo que hace de balcón hacia la terminal de Adif-, pasando lógicamente por la Alameda, Santa Bárbara, Caleta, Campo del Sur, Baluarte de San Roque, Puertas de Tierra y Baluarte de Santa Elena.

Precisamente San Carlos no es de los tramos en peor estado, se conserva bien en términos generales, aparte del estado de suciedad o descuido que pueda presentar por ejemplo en el tramo de la calle San Germán, o las propias bóvedas bajo las que transcurre el tráfico. El paseo superior que la atraviesa fue sometido a algunas obras de mejora el pasado año, y recientemente se han colocado cañones restaurados que le confiere otros aires. Si bien, sigue presentando cierto aspecto de abandono en algunos tramos, sobre todo el que permite acceder desde la plaza de España, donde incluso se perciben grietas en la zona de escalera.

El recorrido por la Alameda transcurre con mayor normalidad desde el balcón también sucio y envejecido que conforma la balaustrada, desde el que puede verse algún socavón en la piedra bajo el Baluarte de la Candelaria, casi rozando el mar. Las propias obras de Santa Bárbara proponen un alto en el camino, mientras los operarios realizan el trabajo de la discordia, dado el pésimo estado del sistema defensivo, por el que se baraja si se ha podido colar agua al parking. A este respecto, el Ayuntamiento apunta a que su procedencia es del propio Parque Genovés.

Ya bordeado el vallado de las obras, la cosa pinta mucho peor. Desde la esquina que asoma al Hotel Atlántico, a la altura del Campo de las Balas, la muralla está visiblemente afectada. Bajo el lienzo de muralla que hay a la altura de este aparcamiento pueden verse algunos tramos con desprendimiento, con la roca muy gastada, sobre todo en la parte superior. La balaustrada, de hecho, presenta un estado muy lamentable, envejecida y abandonada.

En peor tesitura se presenta ante el visitante del Castillo de Santa Catalina la zona del foso del acceso. Frente a la puerta de entrada, a la derecha, puede observarse el mal estado que presenta y un pretil en estado ruinoso. De hecho hay una parte vallada. Si bien, el proyecto que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de devolver el agua de las mareas, supondría habilitar esta zona de Santa Catalina, fortaleza que sí que ha sido reformada en varias fases, lo que le convierte en puntal de la cultura gaditana.

Otro gallo canta en el Castillo de San Sebastián, que abrió sus puertas pasado ya el Bicentenario, con la rehabilitación de parte de sus casamatas, que de nuevo están siendo intervenidas por problemas de filtraciones y humedades. De hecho, el Castillo presenta en general una imagen de abandono total con, incluso, partes inaccesibles. El proyecto de recuperación por parte de Ayuntamiento y el Ministerio de Medio Ambiente hace años que está sobre la mesa, pero parece que será a largo plazo.

La línea de muralla continúa pasada la puerta de La Caleta, cuya balaustrada, en la plaza de Paco Alba, también dispone de tramos desprendidos. A partir de aquí, pasado ya el Baluarte de los Mártires, el Campo del Sur, en términos generales, ofrece un estado bastante deplorable.

Los desprendimientos de parte de la roca, socavones, grietas y reposición a base de ladrillo visto y mortero es una constante en varias zonas. Fundamentalmente, la que lleva del área de la guardería donde se levantaba el baluarte de Capuchinos, hasta prácticamente la trasera de la Cárcel Vieja, siendo el último tramo el que se exhibe en más baja forma.

También ofrece muy mala imagen de este importante Paseo de Vendaval, de las vistas más aclamadas por los turistas, el estado de abandono y la acumulación de suciedad y desechos en la zona de los bloques.

Precisamente, Patricio Poullet, jefe de Demarcación de Costas Andalucía Atlántico, confirmaba a este medio hace unos días que es de los tramos más afectados de las muralla. Aunque de forma urgente sólo se canalizará la obra de la zona de Santa Bárbara.

Comenta asimismo que están trabajando en el anteproyecto para la mejora de todo este frente, desde el Castillo de San Sebastián hasta el todo el tramo que comprende el Campo del Sur, con vista a su inclusión en los presupuestos de 2015.

Y es que se trata precisamente de la zona más castigada por los temporales, por lo que requiere de un mantenimiento constante que hace ya algún tiempo no se produce. En este sentido, las voces expertas han señalado estos días atrás la necesidad de emprender un plan de mantenimiento constante, algo muy lejano a la realidad, relegándose a actuaciones puntuales. Esto puede derivar, lógicamente, a situaciones a veces límite, como ha ocurrido en Santa Bárbara.

Una situación en la que trabaja la Demarcación de Costas, que es quien tiene la titularidad de las murallas y debe afrontar su buen mantenimiento. Si bien, al tratarse de un BIC, la delegación provincial de Cultura también debe velar por la salvaguarda de este patrimonio de gran valor histórico.

Un hecho, la recuperación de la muralla, que se ha producido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. Así lo confirma la arquitecta Pilar Ortega, coautora junto a José Manuel Aladro de la Guía de las Fortificaciones y Sistemas de Defensa de la Bahía de Cádiz, quien rememora la época en la que se destinaba una partida para este fin. "Los militares destinaban una partida anual para la reforma, rehabilitación y mantenimiento de las murallas, durante la Guerra Civil y, sobre todo, durante la época de la segunda Guerra Mundial". Ahora, puntualiza, "se ha ido actuando puntualmente. Es muy costoso".

Una de las últimas grandes actuaciones en este apartado terminó en el año 1994, cuando Costas regeneró todo el lienzo de la muralla. Posteriormente, se han producido algunas actuaciones más concretas.

Así se ha hecho recientemente con el frente de las Puertas de Tierra, en el que se ha recuperado el paseo superior que la recorre, incluido su torreón. Del mismo modo que ha ocurrido con el baluarte de Santa Elena, al hilo de su recuperación para el Museo del Títere. Al otro lado, la de San Roque, también presenta buen estado en términos generales, algo más envejecida en la parte del foso donde se encuentra el denominado campo hondo, y la antigua Casa del Niño Jesús.

El último tramo de muralla visitado es el que conforma la muralla de Santiago y la trasera del baluarte de Santa Elena. Todo este frente situado frente a la estación de tren, no oferta una buena estampa. Sobre todo en la zona más cercana a las propias Puertas de Tierra, donde se ha producido desprendimiento de mortero y se observan algunas grietas.

Llama la atención, en el tramo del baluarte de Santa Elena, el cableado superpuesto, así como la instalación de varios aparatos de aire acondicionado en el hueco de las ventanas, muy poco apropiado tratándose de un bien de estas características.

Tampoco queda atrás la habilitación de la pasarela que comunica la estación término de tren con las Puertas de Tierra, pues irrumpe de forma radical en la muralla, pese a tratarse de una obra relativamente reciente.

Y aunque la ciudad avance y se transforme conforme a los tiempos, es vital proteger y defender una de las joyas patrimoniales que atesora nuestro casco antiguo. La que perfila el carácter insular de una ciudad cuya imagen turística no se concibe sin sus viejas murallas.

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