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Cádiz

El Perú del último siglo según Chambi y Prieto

  • l Diputación Provincial. Abierto de lunes a viernes: de 11:00 a 14:00 y de 19:00 a 22:00 horas. Sábados y festivos: de 12:00 a 14:00 horas.

exposición

Cuando el fotógrafo Juan Manuel Castro Prieto llegaba al mundo, allá por 1958, en un Madrid todavía gris y castizo, al otro lado del gran charco, en El Cuzco, Perú, Martín Chambi aparcaba la cámara de fotos tras más de 50.000 instantáneas que registraron la atrasada pero imparable llegada de la modernidad a la región que habitó durante toda su vida. El Parkinson le imposibilitaba seguir trabajando, por lo que era buen momento para comenzar a trabajar en la protección y difusión de su legado fotográfico. Treinta y dos años después, Castro Prieto llegaría a Perú para comenzar a positivar gran parte del trabajo del ya fallecido Chambi, momento en el que además daría pistoletazo de salida a un proyecto fotográfico antropológico alrededor de Perú. Y veintidós años después, el edificio de la Diputación de Cádiz acoge una exposición donde se recoge el trabajo de ambos artistas, quienes comparten afición, técnica y espacio de faena, pero cuyos resultados no podría ser más distantes. Es la gran virtud de la fotografía, existen tantas como fotógrafos, pese a que la actual obsesión por el tecnicismo y una educación pictórica arrollada por una imparable homogeneización visual intente acabar con miradas propias -aunque, por fortuna, todavía no ha llegado ese momento-.

Martín Chambi es un artista visual cuyo mejor adjetivo sería el de excepcional, y no tanto por su impecable trabajo, que lo es, si no por su encomiable labor fotográfica en un entorno que si bien se prestó como nunca en la historia de Perú para ser registrado tras una cámara, no daba ninguna facilidad para quienes se iniciaban en el arte de la fotografía, sobre todo si eran indígenas, pobres, sin estudios y emigrantes.

Con 14 años abandonó su hogar para comenzar a trabajar en una mina de oro explotada por la inglesa Santo Domingo Mining Company. Allí descubre la fotografía gracias a los carretes que revelaban los ingleses con imágenes de la explotación. Queda fascinado por una herramienta que desconocía, y decide que quiere trabajar con ella cueste lo que cueste. Se plantea entonces marchar a Arequipa, donde se comenta que están emergiendo varios fotógrafos de estudio para intentar convertirse en ayudante de alguno y aprender a trabajar la fotografía.

Aquí podría terminar la clásica historia de un sueño que todos hemos conocido, ya sea por aspiraciones propias o de conocidos, que queda en eso, un sueño que acabará siendo rememorado en la vejez entre suspiros. Pero Chambi marcha a Arequipa con unos pocos ahorros y se dedica a recorrer estudios fotográficos ofreciéndose como ayudante hasta que el fotógrafo Max T Vargas lo toma como ayudante y aprendiz. En poco menos diez años, Chambi vuelve a Cuzco para montar su estudio fotográfico, que en poco tiempo será tremendamente popular y requerirá de los servicios de la elite Peruana. Chambi, como una esponja, supo atrapar todo los conocimientos de su maestro, mientras investigaba y experimentaba en su trabajo como creador de imágenes, algo que le capacitó para ser uno de los mejores fotógrafos de todo Perú. Algunos secretos: Sus trabajos siempre estaban iluminados con luz natural, jamás artificial. Para ello llenaba su estudio de espejos que iba moviendo según la posición del sol para iluminar a su gusto la composición que deseaba realizar. Y si se movía del estudio, se llevaba varios espejos con él. Era un fotógrafo de pocos disparos, podía pasar horas preparando y estudiando la composición antes de cerrar el obturador, y desarrolló un cuidadisimo proceso de trabajo en el positivado de sus imágenes, que le podía llevar días.

Gracias al dinero que ganó fotografiando a las elites, Chambi inició una labor de documentación que le hizo recorrer Perú para retratar una realidad social que comenzaba a mutar, donde convivían tradición y una modernidad que irrumpía de la mano del desarrollo industrial. A su vez, la llegada de los nuevos medios de transporte y el interés turístico y de carácter arqueológico, produjo una progresivo mestizaje entre tradición y vanguardia. En sus fotografías, de una herencia marcadamente pictoralista, no abogaba por juzgar la nueva situación, aunque se hace inevitable no emitir juicios sobre las situaciones de racismo y dominación que se vivieron (y se viven) en Perú con algunas de sus instantáneas. Fue además, el primer fotógrafo que comenzó a retratar a los indígenas con la misma dignidad que se le daba a las elites blancas, alejándose de las fotografías de reporteros extranjeros que los presentaban como descubrimientos exóticos .

Las fotografías presentes en la exposición corresponden a la obra madura de Chambi, escaneadas de las placas de cristal donde inmortalizó sus registros. Se combinan algunos trabajos de encargo con gran cantidad de retratos de la sociedad indígena peruana (en número menor que los trabajos comerciales).

Entre sus estampas, se integran las imágenes de Castro Prieto, ya que mientras realizaba su trabajo fotográfico de Perú, Viaje al Sol, decidió hacerle un homenaje a Chambi, por quien fue profesando gran admiración al ir positivando su obra. Para ello, Prieto decidió visitar lugares que inmortalizó Chambi desde una óptica diametralmente opuesta: imágenes a color, desenfoques muy remarcados y encuadres que huyen del pictoralismo del quechuano, una confrontación de puntos de vista que aunque en un principio choquen y desencajen, ayudan al espectador a crearse una imagen poliédrica de diversos espacios y temporalidades de la realidad peruana.

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