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Cádiz

Vaclav Havel

Todavía era Checoslovaquia, todavía era un férreo régimen comunista, todavía era un dramaturgo perseguido y encarcelado, todavía era un hombre tímido que apenas levantaba la mirada del plato mientras cenaba en la Embajada de España, todavía pronunciaba apenas frases sueltas en inglés para manifestar la patria que soñaba... y sin embargo ya era, lo fue siempre, un gran hombre.

Tosía y fumaba alternativamente. Europa y el mundo le miraban con expectación, pero él no se sentía protagonista de nada. Los que le rodeaban, Alexander Dubcek, y el sacerdote católico Mali, entre otros, sí le veían como el líder que el país iba a necesitar, si el cambio político se producía, cosa que muchos dudaban entonces.

Tras el 9 de noviembre de 1989, con la caída del muro de Berlín, los cambios se precipitaron y las primeras manifestaciones de estudiantes y obreros de la plaza de Wenceslao ya gritaban su nombre obligándole a salir al balcón del Teatro Negro. Salía, casi empujado físicamente, saludaba y se ocultaba de nuevo.

De Wenceslao al Parque Letná, ante el incesante aumento de manifestantes, casi un millón de personas. Allí, desde las gradas del Estadio del Sparta, empezaba a verse asimismo como lo que todos esperaban. Sus discursos, siempre llenos de contenido, siempre reposados, con voz ronca y monocorde, calaban profundamente en el devoto silencio de los checoslovacos.

Su salud, debilitada por el tabaco y largas estancias en las húmedas cárceles comunistas, no le han impedido desarrollar una intensa y fructífera actividad política, siendo, durante varios años presidente de la República, primero Checoslovaquia y más tarde República Checa.

Vaclav Havel no tenía aspiraciones políticas, sin embargo poseía todas las cualidades de un líder. Era querido, respetado y admirado. Sencillo en el trato personal y firme en sus decisiones políticas. Siempre que tuve ocasión de hablar con él, primero en la clandestinidad y más tarde como presidente, me impresionó su parquedad en palabras y la claridad de sus ideas. Quiso mantener al país unido y luchó por ello, presentando su dimisión cuando la separación formal de checos y eslovacos era inminente. Por dos veces fue elegido presidente de la República Checa, hasta que en 2003, muy debilitado por la enfermedad, volvió a su profesión de escritor y conferenciante.

En 2008 publicó sus memorias: Sea breve, por favor. Pensamientos y recuerdos.

En 2011, a los 75 años, ha pasado a la Gran Historia de la Humanidad. Descanse en paz.

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