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Descubre la importancia histórica de este edificio de Sanlúcar con algunas incógnitas por despejar

Parroquia de Santo Domingo, en Sanlúcar.

Parroquia de Santo Domingo, en Sanlúcar. / andalucia.org

La llegada de los navegantes de la Península Ibérica al nuevo continente trajo consigo un cambio radical en todos los aspectos de la sociedad. Abrió nuevos mercados, se importaban sus materias primas y, más allá de lo económico, también supuso, entre otras cosas, la expansión de la Iglesia en tierras americanas.

Al igual que en otras ciudades costeras, este hecho ha sido determinante en su historia y, a pesar del paso del tiempo y de la independencia de estas tierras, aún quedan muchas huellas de ese pasado. Esto sucede, por ejemplo, en Sanlúcar de Barrameda.

La estratégica situación la población sanluqueña, en la vía de la ruta comercial entre el puerto de Sevilla y el continente americano, influyó crucialmente en el devenir histórico de la ciudad. Gracias a la importancia mercantil de su puerto, la ciudad se convirtió en residencia de comerciantes y en lugar de partida de numerosas ordenes religiosas que evangelizaron el Nuevo Mundo, edificándose singulares palacios y conventos.

Uno de ellos es el templo de la Parroquia de Santo Domingo, el único de Sanlúcar de Barrameda construido en su totalidad de cantería. Se realizó entre 1558 y 1570 a expensas de la condesa de Niebla y regente de los estados de la casa de Medina Sidonia, Leonor Manrique de Sotomayor y Zúñiga. Ella junto con su esposo, el Conde de Niebla, Don Juan Pérez de Guzmán, están enterrados en el presbiterio del templo.

Fue uno de los templos más relevantes de la comarca. Allí, los monjes esperaban la salida de las flotas hacia la evangelización de las Indias. Acogió a relevantes religiosos relacionados con el descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo. Destaca en su interior el bello sotocoro labrado en piedra y la imagen del Cristo de los Milagros, de Miguel Adán, y la Virgen del Rosario de ‘La Galeona’

Construcción e incógnitas

Fue construido en un lugar del Barrio Bajo de la ciudad, fuera de la ciudadela, llamado por entonces el Arrabal de la Ribera y que, desde principios de la Edad Moderna, había experimentado un gran desarrollo urbano. Actualmente, se encuentra en la calle homónima.

Al parecer, no existe unanimidad entre los historiadores sobre la autoría de las trazas de la iglesia, que algunos atribuyen a Hernán Ruiz II y, otros, a Francisco Rodríguez Cumplido. No obstante, ambos arquitectos participaron activamente en la ejecución de las obras, además de otros maestros como Francisco Corona y Cristóbal de Rojas. Este último arquitecto e ingeniero militar se encargaba, por entonces, de los trabajos de defensa de la ciudad de Cádiz.

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