Semana Santa

El incierto futuro de la sede del Caído

  • Pese al trato que recibe en San Francisco, la hermandad tiene previsto su regreso a la capilla Beato Diego cuando se realicen las obras del Colegio Mayor, aún sin fecha

Cuando la hermandad de Jesús Caído inició su salida procesional en 2009 desde San Francisco por el obligado traslado que motivaron las necesarias obras de reforma en la capilla Beato Diego, en el conjunto de las previstas para el Colegio Mayor, no podía imaginar que cuatro años después mantendría la misma incertidumbre de entonces sobre el futuro de la que había sido desde 1962 su sede junto al Parque Genovés.

En efecto, las imágenes de Jesús Caído y María Santísima de los Desamparados procesionarán hoy por las calles de Cádiz con la cofradía universitaria adaptada a su nueva realidad pero sin olvidar ni renunciar a sus orígenes. De hecho, pese al extraordinario recibimiento y acogida que se le han dispensado en la Iglesia Conventual de la plaza de San Francisco, el horizonte, más a medio o largo que a corto plazo, no deja de ser otro que el regreso a la capilla que albergó la primera salida hace ahora poco más de medio siglo.

"Desde luego la intención es volver a nuestra sede cuando se ejecuten las obras programadas", anuncia el hermano mayor de la cofradía, Pedro Reynoso, quien, no obstante, se deshace en halagos hacia quienes les han brindado una "magnífica acogida" en los últimos cuatro años. "No tenemos el menor motivo para quejarnos porque tanto la comunidad franciscana como las otras dos hermandades de San Francisco, el Nazareno del Amor y Vera Cruz, nos recibieron con los brazos abiertos y siempre nos prestan la máxima colaboración en todo lo que necesitamos", explica.

El agradecimiento expresado públicamente, sin embargo, no altera en absoluto los planes de la junta de gobierno del Caído, que de ningún modo valora la posibilidad de continuar en San Francisco más allá del tiempo que permanezca cerrada la capilla Beato Diego. "No se contempla seguir, es cierto", confirma Reynoso. Y ello aun siendo plenamente consciente de las muchísimas ventajas que conlleva la presencia de las imágenes durante todo el año en un templo más céntrico, visitado a diario por cientos de devotos.

Tampoco se ha puesto sobre la mesa alguna opción intermedia, como mantener las imágenes en San Francisco, incluso cuando concluyan las obras del Colegio Mayor, y hacer uso de la capilla Beato Diego sólo como secretaría, almacenaje de enseres y, por supuesto, para la salida procesional de los pasos el Martes Santo.

"Si volvemos, como es nuestra intención, será para todo: como sede única de la hermandad, para el culto a Nuestro Padre Jesús Caído y María Santísima de los Desamparados, para la apertura de la capilla los viernes, para la misa de los sábados, como secretaría, para guardar los enseres...".

Eso sí, de fecha probable de regreso, nada de nada. Ni siquiera una aproximación realista. "La idea de volver es nuestra pero el momento, por desgracia, no depende de nosotros", advierte Reynoso. Obvio. En 2009 se clausuró la capilla Beato Diego para la salida procesional por las obras pendientes de ejecutar en el conjunto del Colegio Mayor, pero tres años después no han empezado todavía ni las labores de derribo. Con la crisis, no hay dinero para nada y es fácil suponer que cualquier proyecto se encuentra pendiente de financiación. "Y lo peor es que después de tirar lo que tengan que tirar, deberán comenzar a construir, que es lo que lleva más tiempo, indica el hermano mayor del Caído, quien se muestra moderadamente optimista al aventurar un cálculo de "cuatro o cinco años" para volver a la sede.

La gratitud por el comportamiento de la comunidad franciscana, el Amor y Vera Cruz desde 2009, así como las evidentes ventajas de radicar en un templo muy céntrico y más visitado por devotos que la capilla Beato Diego, no eclipsa la realidad de otros inconvenientes que viene padeciendo la hermandad como consecuencia de obligado traslado a la Iglesia de San Francisco.

"Lo que más echamos de menos por no poder utilizar la que había sido nuestra sede durante casi medio siglo es que tenemos las cosas repartidas", lamenta Pedro Reynoso. No le falta razón. En los últimos años, a la cofradía no le queda más remedio que llevar a cabo todas sus actividades teniendo muy en cuenta que cada una de ellas puede requerir acudir a un lugar diferente en vez de a una sede única, de modo que los integrantes de la hermandad universitaria en ocasiones se ven abocados a desplazarse a dos o tres sitios distintos para preparar algún acto de su programa.

"En la capilla Beato Diego aún tenemos guardada la mesa que utilizamos para los ensayos, además de algunos materiales; en el Aulario de Simón Bolivar tenemos más cosas de la cofradía, como los enseres, al margen de la secretaría, con el inconveniente que supone para algunos hermanos, especialmente los más mayores, el hecho de que hay que subir por escaleras hasta una tercera planta, y en la Iglesia de San Francisco es donde desarrollamos la actividad de diario", detalla.

Más allá de los inconvenientes que lógicamente implican "estar fuera de tu casa", la junta de gobierno de Jesús Caído también confiesa cierta preocupación por el devenir una vez que se lleven a cabo las obras en el Colegio Mayor, a pesar de que las relaciones con la Universidad de Cádiz han sido muy buenas tanto durante toda la etapa en la que la capilla Beato Diego era la sede efectiva de la hermandad como cuando ésta hubo de marcharse por las circunstancias ya reseñadas.

"Nuestra relación con la UCA siempre ha sido satisfactoria", reconoce Pedro Reynoso, también agradecido a la institución académica de la Universidad por el apoyo brindado a la cofradía desde sus orígenes. "Cuando nos cedieron la sede, dos años después de nuestra primera salida procesional, tuvimos que adaptar lo que por aquel entonces era un garaje para convertirlo en capilla de culto a las imágenes y en punto de partida de la estación de penitencia", una salida procesional que se mantuvo de manera ininterrumpida hasta el año 2008, al margen de las suspendidas por las siempre inoportunas adversas condiciones meteorológicas.

Así y todo, la cofradía mantiene dudas y temores respecto a las condiciones en las que regresará a su sede, algo que en modo alguno se pone en entredicho respecto al compromiso de la Universidad.

"Cuando nos tuvimos que marchar, el anterior rector, Diego Sales, nos garantizó que volveríamos cuando concluyeran las obras", revela el hermano mayor del Caído, que en ese sentido se muestra absolutamente tranquilo y confiado, si bien no oculta su incertidumbre en cuanto a las condiciones en las que se produzca ese anhelado regreso.

"Mientras estábamos en la capilla del Colegio Mayor se nos permitía utilizar, además de la propia capilla, alguna otra dependencia como el salón de actos". Igualmente, para la salida procesional de cada Martes Santo, la hermandad tenía autorización para usar el patio para organizar la cofradía y acceder a través del claustro a la capilla. "La verdad, sobre eso no tengo la menor idea de cuáles son o serán las intenciones del nuevo rector. Creo que no tendremos problemas para volver a salir desde Beato Diego, pero no sé si contaremos con algún local anexo para otras actividades de la hermandad y para organizar la cofradía, porque en la capilla, con los pasos montados, hay el hueco que hay", concluye el hermano mayor del Caído, cuyo futuro se mantiene tan en el aire como el presente por  culpa de la lluvia.

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