Humildad y Paciencia

Veteranía y juventud en San Agustín

  • La cuadrilla de Amargura dedicó la primera levantá a José Soto Anillo

Antes de las seis y cinco de la tarde, la hora fijada para la salida de la cofradía de la Humildad y Paciencia, el paso de palio con la imagen de la Virgen del Amparo, de la cofradía de la Borriquita pasaba por la plaza de San Agustín, rumbo a la Catedral, como había hecho antes el de Jesús de la Paz.

Numeroso público se congregaba a esa hora en la céntrica plaza, en una jornada prácticamente veraniega, en la que el sol se hacía notar a esa hora.

En el interior del templo agustino la cofradía de la Humildad y Paciencia, que cerró los desfiles procesionales del Domingo de Ramos, unía veteranía y juventud entre sus filas de penitentes dispuestos a realizar la estación penitencial. Estos se concentraban, al igual que las cuadrillas de cargadores, en el patio del antiguo Instituto del Rosario.

Cinco de los 16 hermanos más antiguos, a los que en la función principal de los cultos de Cuaresma homenajeó la hermandad, concretamente Victoriano González, cuyo abuelo fue hermano mayor de la cofradía en 1894,  Rafael Parodi, Emilio Chamorro y Ramón Domenech, que superan los 50 años en la misma, se daban cita en San Agustín para acompañar un año más a sus titulares.

Los cinco recordaban los años en que la factoría de Matagorda patrocinaba la hermandad, siendo hermano mayor Manuel de la Puente y mayordomo Manuel Durio Muñoz de Bustillo, llegando incluso a costear los confesionarios y los bancos de la iglesia,  mientras que la araña principal la sufragó  la Compañía Trasatlántica. 

Antes de la salida, desde el altar mayor de San Agustín, el hermano mayor, José Luis Cañízar, junto al sacerdote y hermano de la cofradía, Pedro Ortuño, y el fiscal de la misma, David de la Fuente, se dirigía a los hermanos y hermanas que iban a procesionar, a los que deseaba y una feliz estación de penitencia y guardar la compostura.

Francisco Alvarez dirigía el paso de misterio, adornado con profusión de claveles de  color rojo, que a la hora prevista aparecía en la plaza de San Agustín y provocaba los aplausos de las numerosas personas presentes en la misma, mientras que lo seguía la banda de cornetas y tambores del  Santísimo Cristo del Perdón de San Fernando.

A continuación salieron los penitentes que acompañaban a la Virgen de la Amargura, con su valioso manto, diseñado por Pérez Calvo y bordado por las Hijas de la Caridad del colegio San Martín, en el año 1956.

Una representación de la cofradía de la Buena Muerte formaba parte de la presidencia de la Virgen de la Amargura, cuyo paso de palio, adornado con claveles blancos,  dirigía Juan Manuel Manzano, que con su cuadrilla decidieron dedicar la primera levantá al veterano capataz gaditano José Soto Anillo "Goliat", que se encuentra enfermo en Villareal (Castellón), donde reside su  hijo.

Una vez en la calle la banda de música del Nazareno de Rota estrenó la marcha Amargura Reina de San Agustín, del gaditano Roberto Domínguez, hermano de la Vera Cruz.

A esa hora las calles estaban llenas de publico, ávido de  estar en la calle y de presenciar los cortejos, tras del mal tiempo de los últimos meses y mirando también al cielo para que no se confirmen las predicciones de lluvia para hoy.

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