Enrique, casi ná, 10 días te han faltado para los 92 tacos. Ya parecía que habías hecho un pacto con el Dios Momo. Pero tú siempre estabas igual. El Paquico y el Nandi estaban ya mayores que tú, que apenas hace un año estabas por ahí trajeado paseando...

Muchos hablan y hablarán de tus comparsas, pero sólo unos pocos elegidos hemos tenido la suerte de vivirlas desde dentro. De vivir ese Falla completamente en silencio escuchando la cuarteta de Argentina de las '15 Piedras'. De ver cómo se agolpaban entre bambalinas los compañeros de otras agrupaciones para deleitarse con este orfeón de voces que llevábamos en 'Hombres Lobo'. De ver cómo la gente aplaudía desde los balcones cuando pasábamos en la cabalgata con 'Rancho Grande'. Cómo me iba a imaginar yo, que nací en el mismo barrio en el que vivían Enrique Villegas y Paco Alba, que un día iba a tener la oportunidad de salir con uno de ellos.

Desde aquel día que con 18 años entré con mi guitarra por la puerta de la panadería San José y me vi con los 'Hijos de la Noche' rodeándome y cantándome me dio un vuelco la vida. Salir de allí vacilando con mis amigos de que había entrado en la comparsa de Enrique Villegas y la alegría de mis padres hizo que por fin supiera de qué se trataba eso de la autoestima.

Y de ahí, vivir con esa familia que formábamos la comparsa la dureza y la satisfacción de poner en pie esas ideas y esos repertorios tuyos vanguardistas, haciéndonos un hueco a codazos entre lo clásico, experiencia que luego se me repetiría en la chirigota. Por eso mis 'Lacios' o mis 'Enteraos' lo sentías como tuyos.

Y me voy a dejar ya de ponerme melodramático que estarás ahora mismo descojonándote más que cuando escribo en broma.

Ah, y lo de "vete a por pescao frito" fue en un ensayo de las 'Quince Piedras' en el que estuvimos hasta las cinco de la mañana ensayando el baile. Cuando dijiste esa frase, los nuevos se pusieron muy contentos pero los antiguos sabíamos lo que nos esperaba. Hasta siempre, Enrique.