Con la venia

fERNANDO / SANTIAGO

Joé con la crisis

ES de sobra conocida que la estadística es la ciencia que dice que si yo me he comido un pollo y usted ninguno los dos hemos comido medio. Algo así debe ocurrir con los datos que suministra Horeca, que vaya como vaya la economía siempre son chungos. No sé si lo que se pretende es evadir impuestos o que la gente no entre a orinar a los servicios de sus socios pero tanto en el mejor momento de la economía como en el peor, todo iba fatal.

Luego va uno a cualquier terraza y después de las nueve de la noche no hay manera de encontrar mesa. Los camareros te maltratan como si les debieras dinero o les hubieras puesto los cuernos, te sirven la comida tarde y fría, la cerveza caliente (eso dicen) o la coca-cola aguada. Si te quejas, eres un sieso o pareces de Sevilla. El ruido es ensordecedor y el clavazo es de los que hacen época.

En muchas ocasiones te cobran a ojímetro, tipo el Gitano Rubio, y reclamaciones al maestro armero. Los vecinos son muy malos porque se quejan, el Ayuntamiento es criminal porque les cobra por ocupar la vía pública y todo de este cariz. La epopeya del cruzado Don Romualdo para ir a la playa no es nada si lo que quieres es sentarte a tomar algo de manera tranquila a precios asequibles. Hay terrazas modernas con comida de diseño y camareras estupendas, lo que previene una dolorosa de pronóstico reservado, sin cuidados paliativos. Eso pasa en algunos chiringuitos de esos modernos que ahora ha puesto el Ayuntamiento, todos alicatados como si fueran un cuarto de baño. Si alguien quiere ir a La Viña, mejor que lleve la de Ubrique a reventar, porque el tipismo tiene unas tarifas parejas con las del diseño moderno y te pasa la factura un tío malaje que ladra en lugar de hablar. No te quejes porque entonces es que no eres de Cádiz. Eso sí, todas las terrrazas llenas.

¿Crisis? Joé con la crisis. Debe ser que, como dice Montoro, lo peor ya ha pasado porque no hay manera de sentarse en ningún lado, sea chiringuito con diseño high-tech sea bareto de La Viña con camarero de Cadi Cadi al que le falta meter los dedos en la comida. Te maltratan pero al día siguiente te queda el alivio de saber por boca de Horeca que la cosa está tela de chunga y al hacerte cargo de la roncha, es como si contribuyeses a que baje el paro en Cádiz y se recupere la economía. Te cabe el consuelo de pensar que en el fondo es como si le hubieras hecho un donativo a la hostelería gaditana salvo que no has convocado a los medios de comunicación como una eurodiputada de Podemos.

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