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Yo te digo mi verdad

Lugares de memoria

La Isla tiene más lugares de memoria y corresponde a los ciudadanos exigirlos

Pues sí, la memoria debe ser larga y reposada para ejercer su imprescindible labor de prevención. Y si hablamos de memoria democrática, debe ser reparadora, además de aspirar a ser re-conciliadora. Dos lugares de San Fernando, el Teatro de las Cortes y la Iglesia Mayor, acaban de recibir el reconocimiento como hogar de ese recuerdo tan necesario, de esa lucha contra el olvido de que este sistema imperfecto del que ahora gozamos viene de una larga lucha, a veces de todos y a veces de unos pocos héroes. Y sí: podríamos situar el inicio de esa lucha en aquellos lejanos días en los que en la Isla nació el parlamentarismo moderno, en una villa sitiada por las tropas napoleónicas y a las que puso freno con su defensa.

Ha recordado además la concejala de Cultura, Pepa Pacheco, que esta ciudad fue también con aquellos acontecimientos el lugar de nacimiento de la libertad de imprenta, o sea de Prensa, en nuestro país, un derecho imprescindible para el correcto ejercicio de todos los demás por el papel de vigilante que se le otorga.

Digamos que todo esto debería traer al pueblo isleño ese sentimiento tan personal que hemos acordado en llamar orgullo. No es que tengamos los presentes ningún mérito en nada de lo que ocurrió en la Villa de la Isla de León hace doscientos trece años, pero a fin de cuentas sucedió aquí y no en otro lugar, que ya es mucho más de lo que podemos decir de Halloween y los mercadillos navideños con nieve artificial, eventos por los que queremos ser referencia mundial sin que se sepa muy bien por qué.

Tal vez estos reconocimientos deberían hacernos recordar otras cosas y lugares, para que volviéramos la vista hacia el descuidado Puente Zuazo, las abandonadas murallas del otro lado del Caño tras su costosa y publicitada restauración, los andurriales en que se han convertido las defensas y polvorines de Caño Herrera, testigos todos igualmente de aquella época azarosa en la que la libertad se jugaba la vida contra sus enemigos, en la que fracasó en su lucha pero dejó una semilla que volvió a brotar siglos después. La Isla tiene muchos más lugares de memoria que los que ahora se ha distinguido, y corresponde a sus ciudadanos tomar conciencia de ello, proclamarlos y exigirlos cada día.

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