Cuando Aitana Alberti León cumplió 14 años sus padres, Rafael y María Teresa, le quisieron hacer un regalo. Algo ciertamente especial. A su madre no le había pasado desapercibido el cuaderno que Aitana traía y llevaba medio a escondidas. Porque Aitana con 14 años ("¡y antes, con 12 y con 13!") escribía poesía. Así que María Teresa y Rafael entraron en su habitación, cogieron la libretita y mandaron a editar su contenido. La joven recibió como regalo de su 14 cumpleaños un libro: Poemas de Aitana Alberti. Pero a su titular el presente no le hizo ni pizca de gracia: "¡Habían entrado en mi cuarto y habían hurgado en mis cosas, en mis papeles, los cogieron y los leyeron!", ríe Aitana emulando esa ofuscación adolescente por ese inocente atentado contra su intimidad que ahora tanto la divierte. Pasaron los años y los lugares por su vida pero, de alguna manera, aquel antiguo pudor todavía sobrevive en la mujer que en estos días ha retornado a la España de sus padres, y al sur, y al mar, a la mar, de su padre. Rehuye hablar en demasía de Amazona en la centella, su primera antología poética publicada en España (¡sí! ahí están escondidos algunos de esos tímidos poemas juveniles) y que ayer se presentaba en Conil y hoy en Sanlúcar, y, sin embargo, se deshace en elogios sobre las obras de los que le dieron la vida. "Mi obra es pequeña, no tengo nada que ver ni con el gran poeta universal que fue Rafael Alberti ni con la grandísima escritora que fue María Teresa León, con una prosa tan moderna que podría haberse escrito ayer por la mañana".

La presidenta en Cuba del Proyecto Cultural Sur ha dedicado buena parte de su vida, una vida que desde 1984 transcurre en La Habana, "a difundir la obra de mi madre", de la que en estos días se presentan tres títulos, su primera novela, Contra viento y marea, y las biografías noveladas, con ese especial aliento poético que la escritora exhalaba sobre la palabra, Cervantes el soldado que nos enseñó a hablar y El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer, que se publicará en España por primera vez por el sello Atrapasueños, al igual que la antología de Aitana Alberti.

Pero también recuerda la hija al padre ("siempre me contaba cuando hacía rabona del colegio de los jesuitas de El Puerto o cuando le dijo a mi abuelo cuando se lo llevó a Madrid eso que escribió de ¿por qué me desenterraste del mar?) y al legado que tanto Alberti como María Teresa León donaron a Cádiz. ¿Qué opinión le merece la disolución de la Fundación Alberti y que sea el Ayuntamiento quien ahora gestione ese legado? La pregunta recibe una tímida mirada hacia el cielo, un leve encogimiento de hombros y una respuesta meditada: "No tengo ninguna opinión si las cosas funcionan. Yo sólo quiero una cosa y es cosa es que los fondos de mis padres estén al alcance de todos. Quiero que se mantengan los cuadros, los libros, los fondos, para que los estudiosos de la obra de mi padre y de mi madre los puedan consultar. Nada más".

"Yo estuve allí la anterior vez que vine", recuerda la escritora refiriéndose a su última visita a España que tuvo lugar en 2013 y donde sí recaló en El Puerto. "Esta vez no ha podido ser porque esta gira es más breve pero tengo intención de regresar la primavera que viene", asegura la mujer que nació en "la Argentina" durante el primer año del exilio de sus padres y que se llevará un recuerdo agridulce de esta última visita a España donde se enteró tanto de la muerte de Fidel Castro como de Marcos Ana. "Estuvimos en Madrid en el homenaje a Marcos Ana y fue... La verdad es que me ha afectado mucho", se emociona recordando al preso político que más tiempo pasó en las cárceles franquistas. "Y de Fidel Castro... ¿Qué te puedo decir? Pues que yo vivo en Cuba desde el año 1984 y que yo siento una gran admiración por la figura de Fidel, creo que para América Latina ha sido importantísima su presencia. Es la verdad, al igual que es verdad que Cuba, parafraseando a Pablo Neruda, es mi única residencia en la tierra". Aitana sonríe y retorna, de nuevo, la niña de los poemas.