Cultura

Un premio para seguir amando la pintura

Ya todo está consumado. La idea que eclosionó en la pasada edición de ARCO, cuando María Luisa C. Azcárate daba a conocer el ilusionante proyecto del Premio de Pintura Pepe Estévez, en su nuevo y original formato, se ha hecho felicísima realidad en una noche jerezana con el universo artístico presente y apoyando una iniciativa que tiene una indiscutible vocación de futuro. Han sido meses de trabajo en silencio; la fórmula fue tomando cuerpo y las Bodegas del Grupo Estévez acogieron las piezas seleccionas por el jurado de expertos. Hemos podido contemplar cómo miradas tan bien acondicionadas a lo largo del tiempo, captando la realidad de un arte difícil y con muchos matices, no podían equivocarse. La selección compendia las variadas páginas de la Historia de la Pintura actual. Se formula una figuración moderna, con la representación marcando abiertas rutas ilustrativas: Aitor Lajarín, Chus García Fraile, Antonio Montalvo, Alberto Pina, Miguel Galano, Simeón Sáez Ruiz, Nico Munera, Moisés Mahiques o Simón Zábell; otros caminos adoptan los singulares credos de un arte aconfesional donde se discuten cerrados dogmas de fe. Lo abstracto -Antonio Mesones, Emilio Gañán, Fermín Moreno-, lo conceptual -José Miguel Pereñíguez-, lo matérico -Amaya Bozal, Miren Doiz-, el expresionismo no concreto -Fermín Moreno-, los registros pictóricos de muy variada naturaleza -Cristina Lucas, Mp & Mp Rosado Garcés, Sergio Barrera- asumen su máxima potestad artística en un tiempo nuevo sin complejos. Todo para dar abierta manifestación a los esquemas de una pintura realizada en el tiempo y para el tiempo, con unos postulados artísticos que dejan constancia de una creación donde los horizontes se ensanchan gracias al consciente y entusiasta trabajo de unos artistas que formulan la absoluta verdad de un arte sin edad.

El Premio Pepe Estévez ha tenido el desarrollo y el desenlace que el recordado bodeguero hubiera querido. Todo se ha hecho con ilusión, con sensatez y con infinita amplitud de miras. Se han buscado los mejores que, a su vez, han conseguido, si no lo mejor total y definitivo, sí algo muy parecido a ello. La selección de los expertos es un catálogo de pintura contemporánea extraído de los mejores circuitos artísticos que puedan existir. Los cinco finalistas responden a los criterios que definen la pintura más inmediata; la fina poética de Simón Zábell, la fortaleza conceptual y plástica de Miren Doiz, el minimalismo geométrico y algo más de Emilio Gañán, el concepto plástico de José Miguel Pereñíguez y los alcances estructurales de los hermanos Rosado Garcés.

El segundo jurado, aquel que une a empresarios significativos, además de amantes del arte y coleccionistas, ha sabido dirimir un ejercicio que no era fácil, cualquiera de las cinco obras tenía la suficiente entidad para pasar a la historia de este premio que aquel jerezano ilustre desaparecido dio una primera forma para desembocar en esta feliz realidad que es hoy. Todas son piezas importantes que dejan entrever los infinitos alcances artísticos de autores con mucha trascendencia en la pintura española del momento. La obra ganadora, Our men in Tahití, del pintor malagueño pero afincado en Granada es un bello canto lleno de exquisita sensibilidad y nos traslada a esos parajes presentidos que Zábell tan bien establece. Creo que se trata de un acierto absoluto por ser un artista de referencia, miembro de una de las generaciones de creadores andaluces con mayor trascendencia.

Por su parte, la elección de Guillermo Mora como el ganador de la Beca al Artista Emergente es, asimismo, todo un acierto, pues el artista de Alcalá de Henares es uno de los jóvenes que, actualmente, más categoría están dando al arte nuevo español. El Premio de Pepe Estévez ha tenido todo un afortunado desarrollo y unos felices desenlaces. Los dos artistas ganadores van a dotar de mucha entidad sus, ya, poderosos historiales artísticos. Los seleccionados, por el mero hecho de haberlo estado, han obtenido un indiscutible galardón. Nosotros, los espectadores, asistimos, con placer, a una bella historia con trascendente final. Felicitémonos por ello.

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