Entrevista y crónica en el Gran Teatro Fallayago mahúgo. pianista

"Las 'Siete palabras' es la obra más íntima de Haydn"

  • El pianista madrileño interpretará la genial obra de Haydn en una versión para fortepiano y con un instrumento de la época, hoy en la Santa Cueva

Yago Mahúgo

Yago Mahúgo / cndm

Cádiz vuelve a acoger hoy su más preciada joya musical, Las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz, que encargó en el siglo XVIII la Hermandad de la Santa Cueva de la capital al más ilustre compositor de la época, Franz Joseph Haydn. Si la versión original, que está entre las obras cumbre de la música universal, estaba concebida para orquesta, la que hoy se representará, precisamente en la Santa Cueva, es una insólita adaptación para fortepiano hallada en la Catedral de Salamanca. Será interpretada por el músico madrileño Yago Mahúgo, que tocará un instrumento de los llamados históricos, una réplica preciosa de un fortepiano de la época. Ideal para lo que el propio Mahúgo considera "la obra más simbólica e íntima de Haydn".

-¿Qué tiene de diferente o especial esta versión de Las Siete Últimas Palabras... que va a tocar en la Santa Cueva?

Los instrumentos históricos son menos potentes pero permiten ciertas sutilezas que el público apreciará"

-La reducción para piano, que no la hizo Haydn, sino que autorizó en su momento, se hizo en Viena. La pregunta es comó llega esta partitura a Salamanca. No tengo ninguna certeza documental, pero yo creo que la partitura que tocaré está hecha por un copista español, pero no como copia de esa versión para piano vienesa, sino que es una reducción diferente, hecha por ese copista a partir de la partitura del cuarteto. Porque la escritura es muy de cuarteto, solamente cuatro voces y después hay cambios de ritmo respecto de la versión vienesa. Vamos, eso es lo que me dice mi intuición.

-¿Cómo fue el hallazgo de esa partitura?

-Lo hizo García Bernal, que es un profesor de la Universidad de Salamanca, investigador en la catedral. A mí me llamó el Centro Nacional de Difusión Musical para preguntarme si me interesaría tocar la partitura. Por supuesto que dije que sí, es un caramelo. A partir de ese descubrimiento, se hizo una edición moderna, transcrita para que se pueda tocar hoy.

-Personalmente, ¿le gusta más la versión para solista?

-Sí y no. Vamos a ver. Es una obra muy conocida, y necesitas una orquesta para tocar la versión original y muchas veces no la tienes. Así que se puede hacer más fácilmente si es la versión más reducida. Me parece muy legítimo interpretarla. Sabes que es una adaptación, pero no te da ningún problema ni como intérprete ni como oyente.

-Lo que debe de ser muy especial es interpretarla en la Santa Cueva.

-Ah, claro, ese es el plus de este concierto. Como intérprete, tocar una obra tan importante ,compuesta para este sitio, en el sitio... y además, mire por dónde si no existiese la versión para piano no podría hacerlo, por ejemplo. A lo mejor podría dirigir la orquesta, pero no tocarla. Para mí es un momento muy especial. Aparte de que es una obra de una belleza extrema.

-¿Ya conoce la Santa Cueva?

-Pues no, porque la única vez que he estado en Cádiz fui expresamente a verla y ¡me la encontré cerrada! Así que no la conozco, jaja. No acerté con la hora. Mala suerte. Tengo muchas ganas.

-Seguro que sería un buen lugar para una grabación discográfica de la obra.

-Seguro, acústicamente, seguro. Al ser un sitio pequeño, es ideal para un instrumento como el fortepiano que no es tan adecuado para grandes teatros. Estoy convencido de que debería ser un sitio óptimo.

-¿Por qué se decidió usted por los instrumentos históricos?

-Porque creo que están más cerca de la idea original del compositor. Es igual que si quieres copiar un cuadro de Velázquez: es mejor hacerlo con los elementos que tenía que con los que tenemos hoy. Creo que eso es lo más importante en la recreación histórica. Y ciertos efectos que puedes conseguir con el instrumento original no los puedes tener con el instrumento moderno.

-Pero los antiguos deben de plantear dificultades especiales

-Sin duda. Yo empecé con un piano moderno, hasta que a los 18 cambié. Yo siempre pongo el ejemplo de los coches. Si coges uno de 1900 y lo miras con uno de hoy, ves que sí, tiene cuatro ruedas y un motor y se mueve, pero las diferencias son obvias, no es lo mismo. Hoy en día los coches son mil veces más seguros, más rápidos. Con el piano pasa lo mismo, hoy en día es más grande, mucho más robusto, mucho más fuerte, suena más, pero claro todo eso que ganas por un lado lo estás perdiendo en la belleza estética comparado con el otro... Con el fortepiano tienes mucha más sutileza en los pianos pero no puedes alcanzar los fortes del instrumento moderno.

-¿Y el público aprecia también esas sutilezas?

-Sí, sí. El público lo aprecia, lo que pasa es que hay que enseñar al público a apreciarlo. Con los instrumentos históricos yo cuento con que los dos primeros minutos son para habituar al público, atraerlo a que ese volumen más bajo que producen va a ser el voluen global de la obra. Y una vez acostumbrados, todo va muy bien, y la gente empieza a percibir ese tipo de sutilezas.

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