Cultura

La custodia de la fantasía

  • Miguel Guillén presenta en el Pay Pay 'Universos para incrédulos', una propuesta en la que juega con la relación entre palabra e imagen

Miguel Guillén, durante su presentación de ayer, junto a Oscar Lobato.

Miguel Guillén, durante su presentación de ayer, junto a Oscar Lobato. / julio gonzález

Dice Oscar Lobato -y es verdad, como siempre- que Miguel Guillén se define como ilustrador pero que no es sólo eso. "De hecho -afirmaba ayer en la presentación de Universos para incrédulos en el Pay Pay- es uno de nuestros talentos más prometedores, con una gran capacidad de creación gráfica y literaria". Prueba de ello, aseguró, es el libro publicado por Cazador de Ratas, "bueno desde el mismo prólogo", escrito por Tano Ramos.

Aunque lleva más años de los que puede contar hilando imágenes e historias, una casualidad tiene la culpa de que Miguel Guillén haya publicado: en la labor de recuperación de archivos de un ordenador estropeado, se topó con un archivo que le seguía gustando y que, después del tiempo pasado, no había caducado. La insistencia de un amigo y de un compañero de redacción, Pedro Ingelmo, y la voluntad de Carmen Moreno, han hecho que sus mundos hayan dejado de ser sólo suyos. Sus Universos para incrédulos se nutren y juegan con gran parte de su imaginario en unas propuestas que comienzan siempre, explicaba el autor durante la presentación, como la idea de una frase o una pequeña descripción, pasan luego a dibujo y después, de nuevo, a texto. "Más que una poesía visual -desarrolla-, creo que lo que hago sería 'visual poesía': la imagen prima siempre sobre el texto".

Un texto en el que toma especial importancia la musicalidad: por eso Miguel Guillén lee en voz alta cuando escribe y por eso la música ha ido siempre de la mano de sus ideas -el cantautor Fernando Lobo se encargó de cerrar la cita poniendo música, por ejemplo, a su "mujer tren"-. Guillén es, citó, ese skater que escuchaba a Iron Maiden en los 90, y que cambió de palo para aficionarse por el jazz.

Universo para incrédulosreúne sus historias según raíz, con tres partes diferenciadas: un primer "canto", con "ilustraciones más anónimas", en las que "las sombras toman vida y la realidad se rompe"; un segundo, esas historias de nunca, que no pueden ser, "en las que cojo a una persona y juego a inventarme su vida"; y un tercero, en el que la pista la dan citas sacadas de referencias cinematográficas que delatan, apuntaba Oscar Lobato, a alguien que ha pasado muchas tardes viendo películas. Una de sus favoritas, El hombre que mató a Liberty Valance, es enseña de los referentes de las pelis del Oeste que son inevitablemente sustituidos -cuenta la portada, cuenta El alonauta- por los héroes del espacio. En el caso de Guillén, por la saga de la Guerra de las Galaxias. Al fin y al cabo, da igual, muchos de los héroes y claves posibles están aquí: del silencio en el espacio (o no) a Moby Dick, de John Long Silver o Robin Hook . Es el cerebro quimérico/que aún custodia la fantasía.

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