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Cultura

El arte se esconde entre pliegues

  • El gaditano Pablo Fernández-Pujol inaugura en el Museo de Cádiz 'Behind the Curtain' ('Detrás de la cortina'), una exposición de acuarelas sobre papel que propone un juego al espectador

Pablo Fernández-Pujol, ante la obra de grandes dimensiones que forma parte de su exposición 'Behind the Curtain'.

Pablo Fernández-Pujol, ante la obra de grandes dimensiones que forma parte de su exposición 'Behind the Curtain'. / Joaquín hernández kiki

Acercarse a la exposición que Pablo Fernández-Pujol (Cádiz, 1977) inauguró ayer en el patio del Museo de Cádiz supone preguntarse de inmediato si se pueden o no descorrer las cortinas que aparecen en sus obras. Porque sus artísticos pliegues invitan, en primera instancia, a tocar, a abrir las cortinas para descubrir qué se esconde tras ellas. Pero todo es un juego: las cortinas están pintadas, excepcionalmente pintadas en sus caídas, pliegues y tonalidades, y al espectador sólo le queda, que no es poco, imaginarse qué puede haber Detrás de la cortina, que esa es la traducción del título original de la muestra que el artista gaditano nomina en inglés, Behind the Curtain. Hasta el 4 de marzo se podrán descorrer imaginariamente estas luminosas cortinas en el centro provincial de la capital gaditana.

En la presentación de la muestra a los medios, el artista gaditano estuvo acompañado por el delegado territorial de Cultura, Daniel Moreno, y por el director del museo gaditano, Juan Alonso de la Sierra.

Dos audiovisuales completan la muestra, que podrá visitarse hasta el 4 de marzo

Un total de 19 acuarelas sobre papel, todas con cortinas, integran una exposición que se completa con dos audiovisuales y una pequeña maqueta de madera, aparentemente inacabada, en la que a modo de boceto el autor apila minúsculos cortinajes que después Fernández-Pujol agiganta en una instalación que ha realizado expresamente para el patio central del Museo Provincial de la plaza de Mina. El gran formato predomina en Behind the Curtain, donde las obras se presentan en tres tamaños: 180x140 centímetros (la mayoría de las piezas), un gran mural de 260x560 que con su poderío y presencia capitaliza el patio central del Museo y diez pequeños cuadros de 50x50, las únicas 'ventanitas' que Fernández-Pujol ha decidido acristalar y que aparecen en la muestra perfectamente alineadas en el lado opuesto al gran cuadro, al gran telón que preside de alguna manera la instalación.

En el juego que Pablo Fernández-Pujol propone al espectador, en esa incógnita de saber si la cortina se puede materialmente descorrer para averiguar qué hay detrás, tiene una importancia capital la técnica empleada por el artista, el material y también la manera en la que se exponen las obras en los paneles, que ejercen la función de pared en un patio que queda achicado al no incluirse la zona porticada en esta exposición. Así, el artista pinta sus cortinas en acuarela sobre papel, un papel que se grapa en los paneles y que ni siquiera se enmarca para que con sus bordes blancos gane visualmente esa apariencia real de cortinaje, un aspecto tridimensional que puede llegar a confundir al espectador que visita la muestra.

"Un trampantojo", en palabras de Juan Alonso de la Sierra, que destacó el "doble juego" que Fernández-Pujol sugiere al visitante para que descubra con imaginación qué esconden las cortinas. También resaltó el director del Museo la habilidad con la que el joven artista "ha sabido conjugar el hiperrealismo con la abstracción. Es difícil de conseguir, pero él lo ha hecho".

Las 19 acuarelas se acompañan en la exposición de dos audiovisuales con imágenes en bucle. El primero de ellos, a la entrada de la muestra, es un vídeo en blanco y negro en el que en el rincón de un jardín aparecen dos camisas colgadas con una percha en un cordel. Por él, las prendas se deslizan, se abrazan y se separan a merced del viento que sopla y que monopoliza el sonido del vídeo. El segundo, ya dentro del patio, es una retroproyección que se puede ver en la maqueta de un pequeño teatro de madera donde aparece un enigmático personaje en continuo movimiento y presentado con la técnica de las sombras chinescas.

Como recordaron Daniel Moreno y Juan Alonso de la Sierra en la presentación de ayer, el joven Pablo Fernández-Pujol regresa al Museo de Cádiz tras participar el año pasado en la exposición colectiva Contratación/Pentecostés. En ella expuso Man on Fire, un gran políptico formado por 64 óleos sobre lienzo que también se completaba con una videoinstalación.

Licenciado en Bellas Artes por la Academia Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Pablo Fernández-Pujol ha realizado ya varias exposiciones individuales en Málaga, Mallorca, Berlín, Madrid y Cádiz, en concreto en la Sala Rivadavia, además de participar con sus obras en distintas exposiciones colectivas desde el año 2010. Sus obras forman parte también de distintas colecciones de arte contemporáneo de España y Alemania.

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