títeres Efemérides de un clásico de la escena andaluza

30 años moviendo los hilos

  • La compañía granadina Etcétera celebra tres décadas sobre las tablas, llevando por los mejores escenarios de todo el mundo unos espectáculos que elevan a los títeres al concepto de gran arte

Enrique Lanz, fundador, director y alma de la compañía Etcétera, conocía de sobra sus orígenes. Sabía que su abuelo, Hermenegildo Lanz, había sido uno de los creadores con más talento de principios del siglo XX, amigo personal de Federico García Lorca y Manuel de Falla, y un artista cuyos dibujos eran capaces de desprender trozos de vida. Lo sabía y lo admiraba por ello, aunque visitar la primera gran exposición que se hizo de él en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, contemplar maravillado su obra y sentir la repercusión social de todo aquello fue como una chispa en su interior. Enrique, que tenía entonces 14 años, se vio llamado a elevar los títeres -a los que nadie entonces veía con glamour- a la primera categoría escénica en todo el mundo. Treinta años después, Etcétera Teatro es una compañía reconocida a nivel internacional, que pasea sus espectáculos por los mejores escenarios y que ha hecho disfrutar a millones de niños y adultos con unos montajes que, ante todo, hacen soñar y despiertan los sentidos.

"Al igual que existe el concepto de cine de autor o cocina de autor, creo que Enrique ha elevado al máximo el concepto de teatro de autor en el sentido más global de la palabra. Comenzó en este mundo siendo un adolescente y ya su primer espectáculo tenía una modernidad asombrosa", cuenta Yanisbel Martínez, ayudante de dirección y responsable de producción en Etcétera Teatro.

Sypnosis, que vio la luz en el año 1981, abrió el fuego. Era el espectáculo de fundación, la carta de presentación de una compañía muy joven y en la que quedaban perfectamente claras las pautas de Etcétera y el carácter innovador que iban a tener todas sus propuestas. Trans, que llegó cuatro años después, vino a afianzar lo que ya se había dejado entrever, apoyado todo en un trabajo dramatúrgico más intenso. Ambos espectáculos estuvieron mucho tiempo en cartel ya que en sus inicios la compañía estuvo largas temporadas girando por Europa pese a que en España e incluso en Granada eran apenas unos desconocidos. "Eso de hacer títeres para adultos era un concepto que aquí sonaba a chino", recuerda Martínez.

El 1997, la compañía puso en escena el primer encargo de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG): Pedro y el lobo. Este montaje supuso, además, un punto de inflexión en su carrera, ya que por primera vez se escenificaba con títeres una obra del repertorio clásico. Desde entonces, la obra no se ha dejado de llevar a escena y, de hecho, es la que más veces han representado -alrededor de 2.000 en varios países y varios idiomas- y ha sido programada en el Liceo de Barcelona durante nueve temporadas.

Para la creación de la ópera bufa La serva padrona, Etcétera volvió a contar con la colaboración de la OCG y comenzó a explorar la relación entre los distintos ingredientes que se dan en sus espectáculos: títeres, músicos, manipuladores... Después vino un espectáculo, Historia de Babar y el elefantito, que como muchas veces ha dicho el propio Enrique Lanz, "los niños entendieron a la perfección pero los adultos no": el protagonista de la historia, Babar, nunca se veía, tan sólo se intuía, pero creaba una conexión mágica con el espectador, tanto que a día de hoy Lanz sigue pensando que es el espectáculo "más poético" de cuantos ha hecho y uno de los que se siente más satisfecho.

En 2004 se estrenó Soñando el carnaval de los animales, un espectáculo que abrió otra fase importante para la compañía en cuanto a lo referente a formatos, ya que se acercaron definitivamente a escenarios de gran tamaño: "Un requisito imprescindible -apuntan- era que los músicos debían tocar de memoria, ya que a veces estaban a oscuras o tenían que corretear por el escenario. Se trataba de reivindicar que los músicos también son de carne y hueso, que sienten y gozan y lo transmiten al público y que no tienen que estar escondidos en el foso" .

Con todos esos saltos de formato, Etcétera ha ido dando pasos de gigante hacia la madurez escénica de la que ahora, con 30 años, puede presumir tranquilamente. Pero, posiblemente, la obra cumbre de Etcétera hasta el momento, por todo lo que significa y por todo el valor histórico añadido, sea El retablo de Maese Pedro: "Es la síntesis del trabajo, el espectáculo que Lanz siempre quiso hacer".

El que por ahora es su último montaje, La caja de los juguetes, tiene mucho de adelanto de lo que está por venir para Etcétera. Con más texto que en ninguna de las anteriores propuestas, en el espectáculo aparece un nuevo elemento dramatúrgico que hasta ese momento no se había utilizado: el audiovisual. No se emplea como fondo ni como simple elemento decorativo, sino que también tiene un papel en todo el conjunto y un fuerte componente en la escena: "Tenemos muchas ideas, pero lo que está claro es que queremos apostar por el teatro de títeres de arte y de calidad, por el rigor, y por volver a trabajar con algunos espectáculos de pequeño formato, donde el contacto con el títere es total", avanzan.

Etcétera -que volvió al Liceo la semana pasada- estará la próxima temporada en el Teatro Real de Madrid y todos preparan ya la gran retrospectiva sobre la compañía que se podrá ver el año que viene en el Parque de las Ciencias.

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