javier vela. escritor

"Quería desdramatizar algunos temas"

  • El autor, que acaba de terminar una novela, publica de la mano de Editorial Menoscuarto la colección de microrrelatos 'Pequeñas sediciones', su primera incursión en la narrativa

El escritor Javier Vela.

El escritor Javier Vela. / María Rodríguez

En 2003, cuando era un veinteañero reciente, Javier Vela (Madrid, 1981) obtuvo el Premio Adonais de Poesía con La hora del crepúsculo. Años después, obtendría el Loewe de Poesía Joven con Imaginario, unos títulos a los que se suman otros poemarios, como Tiempo adentro, Ofelia y otras lunes o el reciente Fábulas. Pequeña sediciones (Editorial Menoscuarto), una colección de microrrelatos, es su primera incursión en la narrativa.

-¿Por qué microrrelato?

-Me gusta especialmente ese trasvase de forma y fondo que se produce entre el cuento y el poema en prosa, y que está en la base misma del microrrelato. Si al hecho de que ambos planos habían venido convergiendo en mi escritura desde hacía tiempo, se añade mi natural querencia por las distancias cortas, quizá no resulte casual que en este libro haya terminado decantándome por el género breve.

-¿Ve elementos comunes entre este género y la poesía?

-Sí, desde luego. El microrrelato debe dar entrada a voces, tiempos, personajes y escenas ajenas al discurso poético y prescindir de elementos superfluos y decorativos en beneficio de una mayor narratividad, pero requiere de la misma capacidad de concisión y síntesis que caracterizan a la mejor poesía de todos los tiempos.

-¿Qué diría que es un microrrelato? O, más bien, qué no es.

-No es un poema, no es un aforismo, no es un mero calambur ocurrente, aunque, a veces, pueda serlo todo a la vez.

-En los textos de 'Pequeñas sediciones', deja ver una mirada divertida y perversa.

-Es cierto, aunque, más que de perversión, preferiría hablar de sarcasmo. La ironía sarcástica, empleada como herramienta de distanciamiento crítico, nos permite desmitificar ciertas parcelas de nuestra propia historia y nuestro imaginario. En este caso, me interesaba desdramatizar determinados temas y motivos que, de por sí, arrastran ya suficiente carga dramática.

-La mayor parte de estos microrrelatos inspiran una historia más larga. ¿Hay alguna que le tiente continuar?

-Desde luego. Historias como El impostor o Para una alegoría, por ejemplo, cada una en su registro, podrían muy buenamente dilatarse en una narración más extensa, pero no es algo que me interese por el momento. Acabo de terminar una novela y he tenido todas mis fuerzas concentradas en ella. Necesito un descanso...

-También ha sido el año de publicación del poemario 'Fábula'. De hecho, 'Pequeñas sediciones' es también el título de uno de los poemas que aparecen el libro. ¿En qué consistiría esa sedición de la que habla?

-En esa sensación de desencanto reptante que precede a todo cambio colectivo, a toda renovación. La gente de mi edad, y no digamos la de la edad de mis padres, empieza a impacientarse por asistir a la consumación de una serie de procesos sociales de los que ha sido parte activa, pero que parecen no dejar de postergarse en el tiempo. Quizá como consuelo, tiendo a pensar que toda verdadera revolución empieza siempre dentro de uno mismo, y ahí es donde entra en juego la ficción, no porque nos evada de lo que nos rodea, sino porque nos hace rebelarnos contra la tiranía de lo real. Cuando uno cierra el libro y vuelve al mundo, lo hace con ojos nuevos. Toda lectura crítica lleva implícita una actitud transgresora.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios