Wayne Wang parecía predestinado al cine, pues se llama así por el cineasta favorito de su padre, John Wayne. Nacido en Hong Kong, se trasladó con 18 años a Estados Unidos, donde se convirtió en director. Su carrera ha sido un tanto errática, pues tras alcanzar la excelencia en los 90 con su díptico escrito por Paul Auster, Smoke y Blue in the Face y Volver a Hong Kong en La caja china, se perdió con títulos comerciales. Sin embargo, regresó por sus fueros hace dos años con la maravillosa Mil años de oración.

Tan contento quedó Wang con esta experiencia que la continúa en La princesa de Nebraska, que se presenta hoy en Campus Cinema Alcances, donde sigue dándole vueltas a los chinos transterrados a América. Ahora es una chica del celeste imperio que estudia en Estados Unidos y se queda embarazada. Se va a San Francisco a abortar pero una serie de experiencias le hacen replanteárselo en 24 horas escasas. Como en el caso de Mil años de oración, La princesa de Nebraska se basa en un cuento de la escritora Yiyun Li, que como sus personajes también es una china emigrante en EE. UU. Una curiosidad de la película es que Wang no usó actores profesionales en su film. La protagonista es una bailarina que se ganaba la vida dando clases de español y otro de los personajes es en realidad un profesor de instituto americano que sabe cantones. Todo para dar sensación de veracidad en el film.