kiki, el amor se hace

Comedia, España, 2016, 102 min. Dirección: Paco León. Guión: Paco León, Fernando Pérez. Fotografía: Kiko de la Rica. Intérpretes: Paco León, Álex García, Natalia de Molina, Ana Katz, Belén Cuesta. Cines: Bahía de Cádiz, San Fernando Plaza, Al Andalus, Las Salinas, Yelmo, Odeón.

Lejos del clan familiar, aunque con todos esos tics populacheros aún a cuestas, la tercera película de Paco León no es ya tanto teatrillo ni sainete de cámara como apuesta más elaborada, blanca y estilizada en una estructura fragmentaria y coral destinada a aglutinar tipos y sensibilidades bajo una misma mirada aparentemente desprejuiciada a distintas parafilias sexuales en tiempos posmodernos. Decimos aparente porque nada hay más reprimido y conservador en el fondo que seguir hablando del sexo en clave de parodia, como si aquellos personajes del landismo de pelo en pecho y rudas costumbres hubieran dado el testigo a una colección de hipsters e inadaptados que no se conforman ya ni con su vida en pareja o con su soledad y buscan en la Wikipedia de las fantasías más excéntricas la reivindicación de su identidad en el mundo libre.

León se trae el populismo sexual (eminentemente verbal y ordinario, apto para marujas y carminas) de su espectáculo The Hole a un Madrid de diseño, sábanas revueltas y tonos cálidos en el que ricos y pobres quedan igualados en el formato del sketch televisivo a propósito de las insatisfacciones, represiones, deseos y descubrimientos en una ilusoria apuesta por el pansexualismo urbano que tiene más de ejercicio fantasma con puntuales ocurrencias para memes de Whatsapp que de verdadera celebración de la diversidad o la libertad, como apuntan algunos colegas entusiastas.

En el debe de la cinta está también el desequilibrio en su condición episódica, forzada en un repetitivo desarrollo dramático y un humor de barra de bar o peluquería de barrio que tiene más que ver con la chabacanería moranca que con la liberación freudiana. En el haber sigue estando presente la buena mano de León para crear y armonizar un cierto tono interpretativo que sin duda saca lo mejor de cada uno de sus intérpretes, incluidos los muchos reincidentes de la última comedia nacional.