Cultura

Neorrealismo italiano

Galería DE LAMADRID - GÓMEZ JEREZ

Poco antes de que la galería Belén, última que quedaba en Jerez, echara su cierre, dejando a la ciudad huérfana de programación expositiva, Juan Carlos Sánchez de Lamadrid abría, en la calle Pozo del Olivar, una sala dedicada, exclusivamente, a la fotografía. Asunto importante dada la trascendencia que esta modalidad artística en Jerez y en el resto de la provincia de Cádiz. Podría ser toda una especie de referente y que podría servir para cerrar el círculo de máximo interés expositivo, con AFCA en Algeciras y la significativa labor de la Universidad de Cádiz desde la Kursala y su esclarecedor programa. Además, no es habitual una galería dedicada sólo al estamento fotográfico, que por su importancia alcanzada en los últimos tiempos, merece toda clase de consideraciones y apoyos.

Juan Carlos Sánchez de Lamadrid ha abierto un espacio con todas las garantías museográficas, dispuesto a plantear todas las situaciones que intervienen en los modernos planteamientos expositivos, con ofertas no sólo expositivas sino que ha dedicado parte de su tiempo a la formación, a la difusión de técnicas y características de una modalidad artística que no se detiene en una única vía.

La exposición que inaugura la nueva galería acoge la fotografías de uno de los grandes, el francés Bruno Barbey, un artista que en su época de estudiante en Suiza, comenzó una serie sobre la sociedad italiana, realizada desde sus múltiples viajes a Italia, fotografiando la realidad de un pueblo tremendamente rico variado en sus ambientes, sus personajes, sus actitudes y su impactante y contundente discurso visual y humano.

Las obras, tomadas en los primeros años de la década de los 60, nos retratan una sociedad sin aditamentos ni afeites, con sus máculas, sus sombras, sus inconfundibles registros; una sociedad que transcribe aquel neorrealismo que puso de moda y llevó a la máxima trascendencia artística el cine de Visconti, Felline, de Sica, entre otros.

Bruno Barbey se siente atraído por el impacto visual que emana de aquellos escenarios de gran naturalidad, de máxima pureza, jocosa y extraña manifestación externa y hasta patente ingenuidad; escenarios sin imposturas, en los que deambula una humanidad, también sin desarrollos demasiado maquillados; sólo manteniendo su contundencia expresiva, su poderoso desenlace vital y su inigualable sentido lleno de marcas surreales. Ante tanta fortaleza plástica de los motivos, el fotógrafo se olvida de todas las argumentaciones técnicas y positiva, sin excesivas consideraciones, lo que la máquina capta; todo lo cual acentúa el carácter de la fotografía y potencia una realidad extraída de un entorno de máxima pureza.

Muy importante, por ser una auténtica lección de gran fotográfica, esta exposición que inaugura la Galería de Lamadrid Gómez, un nuevo espacio que va a servir para dar cauce a una de las modalidades artísticas más importantes. ¡Larga vida!

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