Aniversario Esta semana el autor de 'Tormenta de verano' habría cumplido 80 años

Hortelano: el hombre más grato

  • Libros como 'Gente de Madrid' o el definitivo 'Cuentos completos', reeditado en 2007, dan mejor que sus novelas la medida de un escritor que bien puede considerarse el paradigma de toda una generación

Entre las numerosas fotos del llamado grupo o generación del 50 (y habría que preguntarse hasta qué punto la existencia de una foto puede ser determinante a la hora de bautizar a una generación literaria) hay una en la que aparecen, cuando cumplían sus cincuenta años, Barral, José Agustín Goytisolo, Senillosa, Alberto Oliart y Gil de Biedma. Todos, salvo este último, nacieron en 1928. Todos, salvo Oliart (dos veces Ministro con Suárez, autor de un estupendo libro de memorias cuya segunda parte parece no llegar nunca y, según dicen, buen poeta inédito), ya han fallecido.

En esa foto bien podría haber participado Juan García Hortelano, que este 14 de febrero hubiera llegado a los ochenta años. Pero Hortelano no era de Barcelona ni había estudiado en su Facultad de Derecho ni era hijo de la alta burguesía barcelonesa, como todos los fotografiados (y para quienes quieran hacerse una idea de cómo era la vida de esa alta burguesía a la que, sin excepción, pertenecían los retratados, es muy recomendable la lectura del reciente Habíamos ganado la guerra de Esther Tusquets). Hortelano, que tantas afinidades tuvo con este grupo, quizá fuera más asimilable a otro Juan, Marsé, especie de "hermano pequeño" de ese grupo al que Carmen Riera, con cierto punto de exageración, ha llamado "escuela de Barcelona".

Como Marsé, de quien también acabaría siendo gran amigo, Hortelano se crió en un ambiente empobrecido por la Guerra y la orfandad. Consiguió estudiar Derecho y hacerse con un puesto en la entonces ansiada Administración, yendo a parar al MOPU (el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo), donde coincidió con el poeta Ángel González.

Pese a que por proximidad geográfica, y bien mirado, al cabo de los años y las lecturas, también por proximidad literaria, Juan García Hortelano pudiera haber encajado en el grupo madrileño de los Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite y Sastre, que, por entonces, se iba formando en paralelo al de Barcelona, sería en este en el que se sentiría más a gusto. Algo paradójico, o no tanto si se entiende bien el carácter madrileño, en quien tal vez fuera el más madrileño de todos los escritores del medio siglo. En Barcelona García Hortelano encontró a una de las dos personas más importantes de su vida literaria: Carlos Barral (la otra la encontraría años más tarde, en Madrid: Juan Benet). Barral, que era poeta y en cuyo grupo parecía haber sólo poetas, necesitaba un novelista de su edad para dar el empuje generacional a su empresa editorial, y ese novelista, ya que Ferlosio había dejado la novela de lado y Marsé aún tardaría unos años en llegar, lo encontró en Hortelano.

Con Nuevas amistades (1959), novela en la estela de El Jarama, ganó el Premio Biblioteca Breve y con Tormenta de verano (1961) el Formentor, de gran difusión internacional en la época. A estas novelas se sumarían El gran momento de Mary Tribune (1972), Los vaqueros en el pozo (1979) o Gramática Parda (1982), y varios libros de relatos. Quizá, como ocurre con Ignacio Aldecoa, sean los relatos la parte de su obra que mejor ha envejecido. Libros como Gente de Madrid (1962), Apólogos y milesios (1975) o el definitivo Cuentos completos (1979), recientemente reeditado, dan mejor que sus novelas, demasiado deudoras de su tiempo, la medida de un escritor que bien puede considerarse el paradigma de toda una generación española. También fue un notable y fino lector, como puede comprobarse en las crónicas y entrevistas recopiladas tras su muerte en Crónicas correspondidas e Invenciones urbanas, o en la antología que hizo de su generación poética (tal vez la mejor de las muchas ya hechas; era, como Martín Gaite, poeta a rachas, y eso se notaba tanto o más en cómo leía que en lo que escribía).

Aficionado al fútbol en tiempos menos apacibles intelectualmente con este deporte (era del Atlético de Madrid), amigo de farras y tertulias, son ya legendarias las charlas públicas que dio con su amigo Juan Benet, en las que hablaban de todo y de nada. Todos cuantos lo conocieron subrayan su bonhomía (y si es difícil poner de acuerdo en algo a los escritores españoles, en esto coinciden todos, hasta los menos afines). Precisamente fue Benet, cuando Hortelano murió el 3 de abril de 1992, víctima de un cáncer de pulmón, quien en uno de sus artículos más memorables, Con Juan en Hydebarad, escribió que había sido "el hombre más grato que había dado España en el siglo".

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