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Arte

Cualquier motivo es importante

  • La exposición hace un recorrido por la historia profunda del arte cordobés

Inmersos como estamos en esta crisis que parece no tener fin; la falta de buenas exposiciones se le achaca, como no podía ser menos, a la escasez de medios propiciada por la endemoniada crisis. Verdad a medias. Es evidente que la realidad pasa por el gran retroceso en el que se haya inmersa la economía mundial; sin embargo, cuando no existen buenos proyectos, cuando las ideas brillan por su ausencia, es muy fácil y socorrido echar la culpa a la crisis y refugiarse en sus arbitrarias consecuencias, para salvar la falta de criterio y la escasez de buenas proposiciones. Esto lo estamos observando, con demasiada evidencia, en los programas expositivos de nuestra zona que ven como sus espacios expositivos se llenan con paupérrimas migajas de casi nada o, cuando no, infrautilizados por el nulo espíritu organizativo de los responsables de tales programaciones. Para constatar que en tiempos de crisis, también, se pueden realizar buenos proyectos, este que organiza la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba y VIMCORSA -Viviendas Municipales de Córdoba-, es un buen ejemplo de cómo cuando se hacen las cosas bien, cuando detrás existen personas sabedoras de lo que se tiene entre manos y con ideas claras, se puede llegar a realizar trabajos de importancia, novedosos y llenos de sentido.

José María Báez es el comisario de esta importante exposición que nos sitúa en los medios de la historia del arte cordobés, ofreciendo una mirada particular, distinta y con claros visos de patrocinar aspectos diferentes del arte realizado en Córdoba a través de los tiempos. La exposición, como su nombre indica, está dividida en dos partes conceptuales perfectamente diferenciadas, aunque la realidad artística es la misma. La enfermedad y la muerte permiten adentrarse por la realidad artística de un tiempo que ha marcado sus desarrollos estéticos. Nos encontramos con mínimas pero escogidas muestras de arte antiguo, estelas y cipos funerarios del siglo I; una muy buena representación de pinturas sobre el Entierro de Cristo -Fray Juan del Santísimo Sacramento, Antonio del Castillo, Juan de Alfaro y Acisclo Antonio Palomino-, una muy significativa Muerte de Santa Inés del imprescindible Julio Romero de Torres y un ramillete de esclarecedoras fotografías de ese importante fotógrafo granadino de nacimiento y cordobés de sentimiento que se llamó Ricardo Rodríguez Sánchez y que ofertó, durante gran parte del siglo XX, importante testimonio de esa realidad popular con más tintes trágicos que de felices manifestaciones; fotografías que se completan con las de dos de los grandes pioneros de la fotografía española, Ladis -Ladislao Rodríguez Benítez- y Juan Tejada; obras todas ellas que sirven de apoyo a un muestrario amplio y trascendente de piezas salidas de importantes artistas cordobeses contemporáneos. Nombres de la importancia de Rafael Agredano, Pepe Espaliú, José María Báez, Mariló Fernández-Taguas, José María García Parody, Tete Álvarez, Nieves Galiot, Juan Clemente y Ángel García Roldán, así como piezas de algunos de los artistas cordobeses fundamentales en el recorrido inicial de la plástica de esta zona, Mateo Inurria, Miguel del Moral y Rita Rutkowski.

Una exposición que cuenta con la edición de un importante catálogo, cuyo texto introductorio fue realizado por el Profesor Carlos Castilla del Pino, siendo, pues, uno de sus últimos escritos antes de su reciente fallecimiento.

Estamos, en definitiva, ante una muestra importante, que no va a permanecer indiferente en el discurrir expositivo de este momento de incertidumbre, toda vez que manifiesta bien a las claras, que es mucho más problemática y penosa la crisis de ideas que la económica. Tomemos buena nota de ello.

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