Cultura

Aprendiendo a 'ARQUEAR'

Estamos en febrero y el horizonte artístico español, desde 1982, se ve protagonizado por una cita ineludible que acapara una atención casi unánime para casi todos los amantes de la creación plástica. Hoy abrirá sus puertas la décimo octava edición de ARCO. Un año más la Feria del Arte Contemporáneo generará la máxima expectación por lo que ofrece, por lo que esconde, por lo que promueve, por lo que provoca... y por lo que lleva siendo desde hace casi 40 años.

Sí es cierto que ARCO ya no levanta las expectativas de tiempos pasados cuando aquello se convertía en todo un peregrinaje a la búsqueda de asuntos que, entonces, no estábamos acostumbrados a tener cerca. Hace tiempo que aquel jardín de flores exóticas dejó de ilusionar con sus resplandores impactantes. Ya, la mayoría, sabe a qué atenerse y sólo los menos informados se deslumbran con ciertos registros, hechos más que nada, para ocupar mínimos espacios en los telediarios y dar que hablar con sus cargas, antes que artísticas, extravagantes, vacías y buscando intereses mediáticos.

Madrid, en febrero, alrededor de ARCO y sus ferias paralelas - ARTMADRID, JUSTMAD; DRAWING ROOMS y FLECHA- tiene varios tipos de visitantes. En primer lugar, están los todopoderosos coleccionistas buscando oportunidades que engrosen sus bien surtidos fondos; a esos uno no los ve -quizás el ojo más avispado puede encontrarse con alguno en una postrera transacción-. Después están los verdaderos amantes del arte, aquellos que tienen un especial interés en conocer su realidad y las muchas circunstancias que en él intervienen; estos pasarán desapercibidos, imbuidos en lo que de verdad les interesa y que no es otra cosa que la contemplación detenida de un arte en todo su esplendor. También están los estudiantes de Bellas Artes -cada vez menos- con sus muy discutibles intereses artísticos y con más intenciones lúdicas, buscando pasar un fin de semana de gozosas vacaciones. Existe una parcela, bastante amplia , formada por ciertos artistas -ninguno presente en los stands- que van a criticar gran parte de lo que ven y pontificar sobre sus interesadas propuestas, siempre ajenas a lo que se expone y, por supuesto, según ellos, poseedoras de la verdad más absoluta. En contraposición a éstos, se encuentran los verdaderos artistas, con ansias de observar una realidad artística ajena, respetable y con infinitos resortes para saber las disposiciones de la plástica actual. Otra especie bastante notoria es la formada por los famosetes a la búsqueda de unos segundos de gloria o pretendiendo manifestar un más que dudoso lustre cultural. Junto a ellos resaltan, asimismo, los snobs que acuden porque viste mucho decir que han estado en ARCO. No hay que olvidar las muchas excursiones que se organizan con 'turistas' para pasar un fin de semana en Madrid y aprovechar la visita a una cosa de la que se habla y que ofrece ciertos atractivos , por lo menos, curiosos.

Dejando atrás esta, si se me permite, festiva intervención, hay que manifestar que, a pesar de todo ello, Madrid en febrero es visita obligada y, los que en esto creemos, no podemos resistirnos a ello. Existe un dicho entre la profesión artística que dice que hay que ir a Madrid a 'arquear'. Lo suscribo totalmente. Y, además, les aconsejo que vayan con el alma predispuesta; que entre tanta manifestación creativa, existen piezas que les llenará el alma y les confortará el espíritu. Que el desánimo y la desazón, por algunas cosas que vean, no les influya. Estoy seguro que encontrarán más de lo que piensan. Y si no, vayan al Prado: en una de las salas de pintura flamenca cuelga El Descendimiento; su autor Roger Van der Weyden. Solamente por verla, creo, ya vale la pena haber nacido.

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