José Pedro Pérez Llorca ha sido muchas cosas en esta vida y siempre se le recordará por ser uno de los siete padres de la Constitución del 78, pero si él se identifica con algo por encima de todas las demás cosas es como lector. Será por eso que en su respuesta al discurso de José Joly como nuevo miembro de la Real Academia Hispano Americana citara uno de sus títulos favoritos para trazar un paralelismo. La obra de la que habló es de Thomas Mann, uno de sus autores de cabecera, y el título es Los Buddenbrook, una novela río que abarca cuatro generaciones de comerciantes de trigo. En los Joly ve Pérez Llorca unos Buddenbrook que tratan con un material aún más delicado que el trigo, la información. Y, además, son una generación más: "Los editores tienen que reunir las cualidades del empresario, ser responsables, elegir a los mejores periodistas, servir al público, conocer los vientos de la política, de los publicitarios, hacer como se les hace caso sin hacerles mucho caso. En definitiva, hay que ser un mirlo blanco. Y Pepe Joly lo es". En definitiva, una buena base para una buena novela.

Consistiría la novela en una familia que trata de domar al gran monstruo, al principal monstruo del periodismo: la actualidad. Gregorio Marañón veía en la actualidad un ser que juega a confundirte, que difumina los colores, que no permite saber qué es blanco ni negro ni gris. En ese sentido, el discurso de José Joly, en síntesis, es un decálogo de cómo domar al monstruo: "Nos ha hablado de lo que el público necesita, que es estar bien informado, y que el vehículo para alcanzar esa necesidad es el periodismo, que alcanza la expresión que necesita el público a través de la narración de hechos desvelados en su contexto y convenientemente organizados y jerarquizados". Así es como se mata al malo de la novela, al monstruo, a la actualidad cegadora.

José Pedro Pérez-Llorca

El Grupo Joly nació en una época en la que el ruido de las redes sociales de hoy es un juego de niños en comparación con la bronca que existía entre las gacetas políticas de la época, "seguramente con más razón". Entre esas cabeceras, que Diario de Cádiz naciera con la vocación de neutralidad sin ponerse al servicio de bando político alguno es algo que a Pérez Llorca le hace recordar aquella famosa frase de Manuel Azaña: "Si los españoles se dedicaran sólo a discutir de lo que saben se crearía un gran silencio que podríamos utilizar para aprender". O como dijo en un editorial El Conciso, concisamente. "Españoles, leed". En ese sentido, Pérez Llorca percibe y más que justifica la presencia de José Joly en esta institución en su condición de "ciudadano ilustrado, que sólo habla cuando sabe lo que habla, y como ciudadano patriota".

El acto fue cerrado por el vicepresidente Manuel Jiménez Barrios después de que el director de la Academia, Manuel Bustos, glosara el papel de la prensa en la historia de Cádiz y de la familia Joly en particular. Jiménez Barrios consideró el discurso de Joly como "valiente" y ya en tono distendido afirmó que luego hablaría, "en privado", con el nuevo académico sobre alguna crítica que el discurso había dejado caer sobre los errores de los políticos ante la sociedad. Roces de prensa y política. Como debe ser.