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Cultura

La Academia de Bellas Artes afronta su futuro bajo clave de colaboración

  • Rosario Martínez asume la institución con la intención de desarrollar proyectos junto a otros centros y la Escuela de Arte

La Real Academia Provincial de Bellas Artes se sitúa en un limbo que pocos gaditanos conocen, en cuatro salas que flotan entre las antiguas instalaciones de la Escuela de Arte y el Museo de Cádiz. Los pasillos y escaleras que conducen a ella, la luz precaria, proponen el ambiente perfecto para una reunión fantasmal. De hecho, uno cree estar incordiando.

El pasillo principal está flanqueado por grabados antiguos, varios retratos -perfectamente conservados y con un trazó 'doreaniano'- realizados por algunos de los alumnos que, en el siglo XIX, pasaron por la Escuela de Arte y modelos de vaciados en yeso de inspiración neoclásica, utilizados para modelaje. La colección expuesta también incluye una serie de grabados con los generales franceses de la Guerra de Independencia.

Rosario Martínez (Santander, 1953) ejerce desde hace un mes como nueva presidenta de la institución gaditana, tras la celebración de una junta extraordinaria integrada por José María Esteban González; Hernán Cortés; Juan Alonso de la Sierra, Ramón Corzo Sánchez, Luis-Gonzalo González y Fernando Sánchez García. Un mandato en el que sustituye después de casi veinte años en el cargo a Javier de Navascués y que Martínez inicia con vocación de proyección hacia el exterior.

"No diría que tengo muchas ideas brillantes -comenta-, porque la situación económica de la Academia es más que ajustada, como lo es la del resto de academias provinciales. Por el momento, nos hemos limitado a ponerlo en orden todo, pero sí es cierto que existen áreas de actuación concretas en las que queremos actuar ya".

La Academia de Bellas Artes, reconoce su responsable, presenta a día de hoy varias caries: "Tenemos vacantes de académicos de número, por ejemplo, y hay que ir realizando los nombramientos que se han ido dejando atrás -indica-. Necesitamos un nuevo reglamento, porque el que tenemos no se ha cambiado desde los años 30. Y es una vergüenza que la Academia no cuente con un directorio de artistas contemporáneos de la provincia (algo que hemos empezado a desarrollar) pero, hasta el momento no tenemos la más mínima información al respecto, no sabemos nada. Eso no se puede concebir. También quiero fomentar las relaciones con el resto de academias de Bellas Artes o de organismos que estén dispuestos a colaborar junto a nosotros".

Y, en un proyecto que tiene cierto cariz personal, en el periodo de cuatro años que se abre, Rosario Martínez pretende realizar la catalogación de la calcografía de la Academia. La institución cuenta con una colección de grabados, dibujos y estampas que supera las 7000 piezas: "Este legado -afirma Martínez, que clasificó e indexó los volúmenes de la biblioteca de la Academia de Bellas Artes como su tesis doctoral- es uno de los mayores que tiene la Academia. Aunque es un trabajo que no se pueda realizar en seis meses, sí que existe una gran diferencia respecto a cuando me puse a elaborar el catálogo de la biblioteca, que tuvo que ser a sangre: hace veinte años no tenía el recurso informático o el acceso a la base de datos de las academias nacionales, etc".

¿Y respecto a la relación con la Escuela de Arte? Martínez la compara con alguna de esas rivalidades históricas, como la que se da, por ejemplo, entre Sevilla y Cádiz: "Disputas que hunden sus raíces en afrentas que casi nadie recuerda o conoce -explica-. Si ves los papeles del Archivo Histórico, la Academia de Bellas Artes fue perdiendo espacio e importancia a lo largo del tiempo. En un principio, la Escuela de Arte dependía de la Academia y, por último, esto dejó de ser así. El principal motivo de disputa fue el uso de material de la Academia por parte de los alumnos de la Escuela. Pero lo que se guarda en la Academia es bien patrimonial y hay que tener mucho cuidado al respecto. De todos modos, creo que hay que trabajar de lleno en esta relación: estamos obligados a estar en contacto y a entendernos. La Escuela está más en el mundo y, de hecho, muchos de nuestros académicos ejercen como profesores allí: hay que aprovechar esto y sacar adelante proyectos en común. La Academia necesita también de los alumnos de Arte, que ellos sepan apreciarla".

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