las claves

Malos tiempos (de nuevo) para Pedro Sánchez

  • Despropósitos. El empeño del líder socialista en prescindir de muchos de los mejores del partido y en asumir iniciativas propias de Podemos está plagando de espinas su mandato

Malos tiempos (de nuevo) para Pedro Sánchez

Malos tiempos (de nuevo) para Pedro Sánchez

Está habituado a moverse en aguas revueltas, y en una de las ocasiones en las que tuvo todo en contra perdió la secretaría general. La recuperó meses más tarde porque se confiaron excesivamente sus adversarios y no hicieron el esfuerzo necesario para ganar unas primarias, pero si Pedro Sánchez no potencia su partido en el futuro inmediato, con un calendario electoral endemoniado, será difícil que pueda mantenerse al frente del PSOE.

De momento, no le van bien las cosas. El último ejemplo ha sido el debate sobre la derogación de la prisión permanente revisable, que a los socialistas se les fue de las manos. No querían ese debate pero fueron incapaces de negociar con el PP sucesivos aplazamientos, como se les sugirió, y el tono bronco que utilizó quien ejerció de portavoz, un ex secretario de Estado de Justicia con Zapatero, soliviantó no solo a gran parte del grupo parlamentario, sino a la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, que dijo en rueda de prensa en el Congreso, al finalizar el debate, que era socialista pero que pedía perdón por cómo se había expresado el portavoz del PSOE.

Con un calendario electoral endemoniado, será difícil que pueda seguir al frente del PSOE

No es el único frente que Pedro Sánchez lidia en los últimos días. No le ha salido bien la idea de anunciar a bombo y platillo una Conferencia de Gobernantes, o de Buen Gobierno, sin confirmar previamente la presencia de esos gobernantes y concertar con los participantes el tema de la ponencia que querían presentar y debatir. La conferencia, ideada para transmitir la imagen de que el PSOE se encuentra unido a pesar de los avatares conocidos, ha fracasado antes incluso de su inicio, por lo que su objetivo no solo no se ha cumplido sino que lo que ha provocado la convocatoria es que el partido está más tocado de lo que parece.

Desmarques

Las figuras más relevantes, aunque sean históricas, han demostrado con su ausencia que no se sienten concernidas con el proyecto de Sánchez. Daban pistas desde hacía tiempo, pero el secretario general no ha querido verlo, o no ha sabido verlo y, en lugar de hacer una labor callada para tratar de llevarles a su terreno, les ha convocado a una conferencia sin percibir que no tenían ninguna gana de formar parte de una estrategia para vender una supuesta unidad. Ni les gusta Sánchez, ni les gusta el equipo de Sánchez, ni les gusta la política que hace Sánchez.

Sin disimulos, varias de esas figuras históricas hacen un análisis descarnado del actual equipo de Ferraz. El dirigente más valorado es el secretario de Organización José Luis Ábalos, pero ni siquiera es el número dos del partido, pues Sánchez le ha colocado por encima a Adriana Lastra como vicesecretaria general, sin más mérito que haber sido la que sumó los votos necesarios en Asturias para que la candidatura de Sánchez en las primarias ganara por goleada a la de Susana Díaz, que contaba con el apoyo del presidente regional del partido, Javier Fernández, presidente además del Gobierno regional y de la gestora que dirigió el PSOE cuando fue defenestrado Pedro Sánchez el 1 de octubre del 2016. Caso similar al de José Luis Ábalos en Valencia, aunque Ábalos cuenta con más bagaje político que Lastra y dedica todos y cada uno de los minutos de su día a tratar de levantar un PSOE que salió muy mal parado de sus luchas intestinas.

También se siente respeto hacia la ex ministra de Zapatero Carmen Calvo, que ha demostrado soltura a la hora de negociar cuestiones de relevancia con el Gobierno, como por ejemplo algunas de las relacionadas con el problema del independentismo en Cataluña, aunque ha sido Pedro Sánchez el que ha tenido el papel más destacado en ese terreno, negociando directamente con Rajoy, con el que ha establecido una buena conexión personal que favorece a las dos partes: a Rajoy, porque consiguió así la aprobación del 155 sin necesidad de hacer uso de su mayoría absoluta en el Senado; y a Sánchez, porque con ese apoyo consiguió impregnarse de un tinte que hasta entonces le estaba vedado: el de político con sentido del Estado.

Pero ese avance se ha empañado con la estrategia fallida respecto a la derogación de la prisión permanente revisable y con la convocatoria de la Conferencia de Gobernantes en la que lo más relevante es la ausencia de Gobernantes.

CON EL HACHA EN LA MANO

Contó Pedro Sánchez con Zapatero para la inauguración y además aceptaron la invitación para participar figuras como Javier Solana o Joaquín Almunia, pero ante la opinión pública, y ante el propio partido, han pesado más las excusas de Felipe González, Rubalcaba, Susana Díaz, Ximo Puig, Javier Fernández …

En la huida ha influido el rechazo que produce la forma en la que Pedro Sánchez se ha planteado ejercer por segunda vez la secretaría general. Desembarcó en la sede de Ferraz con el hacha en la mano, cortando las cabezas de todos aquellos que habían apoyado la candidatura de Susana Díaz. Entre los más significativas se encontraba el portavoz parlamentario Antonio Hernando, pero en el partido saben bien hasta qué punto la escabechina llegó a niveles inferiores y alcanzó a personas de largo historial en el PSOE tanto desde el punto de vista político como de funcionamiento interno del partido.

Sánchez, que ha corregido muchos de los errores cometidos en su primer mandato y que en este segundo se anda con más tiento a la hora de tomar decisiones, más acordes con las que corresponden a un partido de gobierno, sin embargo falló estrepitosamente en una cuestión que es básica en todo político que se precie: cuidar a la gente más valorada del partido aunque no hubieran apoyado su candidatura en las primarias. El resultado fue que algunas de las personalidades con más peso en el PSOE, aunque fuera en tiempos pasados, en vez de ser aprovechadas porque la experiencia es un valor a tener en consideración, fueron descartadas de cualquier grupo de trabajo, nunca fueron consultadas aunque se tratara de asuntos que conocían mejor que cualquier otro ciudadano español y, lo que fue más grave, el nuevo equipo tomó decisiones con las que se pretendía poner en valor que Sánchez quería pasar página definitivamente a una época que consideraba superada, aunque fuera la más brillante de la historia socialista.

Si a eso se suman rencillas personales que no tuvo interés en solventar, queda descrito el panorama en el que se desenvuelve hoy un PSOE cuyo secretario general lucha desesperadamente por transmitir unidad y que con la Conferencia de Gobernantes, convocada con ese objetivo, ha demostrado que se está muy lejos de alcanzarla.

No ayudó para la búsqueda de la unidad el veto a Elena Valenciano para ocupar la presidencia del Grupo Socialista del Parlamento Europeo, ni el escaso interés de Sánchez en recuperar la relación con Rubalcaba. Tampoco el almuerzo con González tuvo resultado, a pesar del buen tono se advirtió la falta de sintonía, Sánchez no olvida el apoyo del ex presidente a Susana Díaz ni que declarara públicamente que se había sentido engañado por Sánchez porque antes de la investidura de Rajoy le había dicho que se abstendría para que saliera elegido. No hacerlo provocó la grave crisis del 1 de octubre del 2016.

Queda un año para la primera convocatoria electoral, la de las municipales y autonómicas. Sánchez ha mejorado sensiblemente respecto a su primer periodo como secretario general, pero su empeño en prescindir de muchos de los mejores, y su empeño en asumir iniciativas propias de Podemos, está plagando de espinas su mandato. Con un partido falto de dirigentes sólidos y, como se está demostrando, un partido falto de unidad.

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